Capítulo V

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"Estamos enfermos como animales, jugamos a fingir. Eres solamente un caníbal, y temo no poder salir con vida..."





Los cristales de la habitación estallaron en miles de fragmentos, me quedé absorta, la piel de mi nuca se herizó. Sentía miles de pasos en nuestro alrededor, pero nadie estaba aquí. Ian tomó mi mano de manera abrupta y rápida, me atrajo hacía su cuerpo.
Un chillido ensordecedor se escuchó. A él no parecía afectarle, pero a mi me hacía doler en demasía los oídos, mi cuerpo se paralizó; alguien venía corriendo en nuestra dirección.

-Hablo en serio.- me mira con pavor- Debemos irnos.- dice en tono de orden, imponiendo toda su rudeza. Su mirada se volvió fría, su mandíbula, al igual que su cuerpo; se tensó.

Asentí, algo en mi; me decía que no debía irme con alguien que ni siquiera conocía, pero, otra voz en mi conciencia me incitaba a salir de aquí. Había peligro. Mis instintos y mi propio cuerpo me decían que debía hacerle caso, teníamos que huir. Pronto.

Subimos al auto, su desesperación aumentó al no encontrar sus llaves. Mi mirada se volvió a la tétrica escena de mi casa. ¿Por qué tenía que huir?, ¿por qué sentía que miles de sombras tenían sus ojos puestos sobre mi?

Las hojas de los árboles comenzaban a tambalearse con la brisa del viento, en una danza caótica y violenta.
Una sombra pasó rápidamente del lado de la ventana. Abrí mis ojos abruptamente. Ian arrancó su auto a toda velocidad, apreté mis puños con fuerza. Alguien corría detrás de nosotros, aunque todo era muy difuso, podía distinguirlo en el espejo retrovisor.

-Tomaremos un atajo.-interrumpió mis pensamientos. El auto giró velozmente a dirección del bosque, mi cabeza golpeó la ventana. Apretó el acelerador. Su mirada era de concentración absoluta, aunque de vez en cuando se iba al espejo, y se mantenía en calma cuando se percataba de que nadie nos seguía. 

El bosque era el mismo paisaje de un asesinato, y no; no estaba exagerando, era todo sombrío. Viviendo una persecución en primera persona, con la adrenalina tomando control de mi.
Las hojas caían con la misma rápidez en la que Ian manejaba, los árboles eran demasiados altos para distinguir la luna o los pequeños fragmentos de nubes negras en el cielo. La oscuridad emanaba por doquier.

Me aferré a mi asiento, él giró varias veces evitando chocar la cantidad de árboles que había.
Su respiración se tranquilizó cuando salimos del tan interminable bosque. 

El silencio era incómodo y algo eterno para ambos. Y para completar el miedo que sentía, aún no sabía dónde nos dirigíamos.

Aparcó el auto. Me tomé unos segundos para poder analizar todo, pero mi mente no trabajaba. Regularicé mi respiración. 
Él me extendió su mano. Demasiado confundida, salí de su auto. El frío me golpeó al instante en el que pongo un pie afuera. El frío se cuela por cada poro de piel. Me doy calor a mi misma, encontrándome con la hermosa vista de unos lujosos departamentos

Emprendemos paso. Su ancha espalda me proporcionaba una inexplicable sensación de protección.

Proseguimos el camino. 
Éste paró en seco para buscar sus llaves.
 Departamento 142, la puerta parecía venirse abajo.
Sonrió triunfante cuando al fin pudo sacarlas. 

Me hizo señas de que pasara, mis pasos eran torpes y lentos, pero puede tomar el control; bueno, la mayor parte de el, y lograr entrar. Porque estaba en una especie de trance en el que mi cuerpo se manejaba por sí solo, mientras que mi mente seguía divagando sin encontrar ninguna explicación lógica. Todo era tan mecánico e insufrible.

Mis ojos se abrieron exagerados, mi cuerpo se quedó inmóvil, el miedo recorrió por mis venas como una subida de adrenalina. Mis manos temblaban, era incapaz de articular palabra. 

Scared, darling? (Colton Haynes)Where stories live. Discover now