Capítulo 8: Irracional

688 57 2
                                    

Me levanto algo aturdida. Estoy confusa por la situación en la que estoy. Mañana deberé declarar ante un juez acerca de todos los delitos que se me han imputado a lo largo de mi estancia en la cárcel; creo que ni siquiera recuerdo cuales son todos.
Entré aquí con una pena provisional de siete años por estafa, robo, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes. Durante mi primer periodo aquí dentro era muy inocente y creía que iba a poder demostrar que todo aquello era falso; y es que la realidad es que era falso, lo que era verdad es que yo sí que era una delincuente, pero aún no lo sabía. Fui obligada a participar en la primera fuga de Zulema, y por eso perdí la oportunidad de salir de este zulo. Fue a la vuelta cuando cambié; pasé al lado oscuro y me convertí en una auténtica hija de puta.
Salgo de mi celda y acudo a la de rizos. No sé ni qué le voy a decir, pero necesito hablar con ella.
Al llegar me la encuentro sola en su celda tumbada en su cama. No me ve, así que la saludo.
-Hola, rizos.
Se asoma por un lado de la cama y cuando ve quién soy me dice:
-Vete.
-No me voy a ir-respondo sin moverme de dónde estoy.
Suspira blanqueando los ojos y me grita con más fuerza:
-¡Que te pires!
-Que no me voy a ir, joder-digo acercándome a ella.
Se levanta y se pone de pie enfrente de mí.
-¿A qué has venido?-me pregunta altiva.
-No lo sé, pero necesitaba hablar contigo-respondo confusa.
-Hablar conmigo, ¿de qué?-pregunta en un tono estúpido.
-No lo sé, joder. Desde que he vuelto del hospital no he hecho más que liarla y cagarla, es hora de empezar a comportarme-le argumento.
-¿Ahora? Después de estar un mes en aislamiento y al salir estar pasando de mí haciendo ver que no me veías, y ahora quieres comportarte. ¿Enserio, Maca? Un poco tarde, ¿no crees?-me pregunta achinando los ojos.
No respondo. Me quedo mirando sus labios con deseo. No sé que tiene Kabila que me hace perder la cordura. Realmente creía que no estaba enamorada de ella, y sigo creyendo que no lo estoy, pero me pierdo en su mirada y más aún en sus labios.
-¿Qué? ¿No dices nada?-me pregunta gesticulando con los brazos.
La agarro por la cintura y la beso. Ella me sigue el beso y la apoyo contra la litera. Puede que nos estén viendo desde fuera de la celda, pero eso ya no me importa; ahora mismo solo puedo dejarme llevar por la pasión del momento.
Con suavidad, me quita la parte de arriba de la ropa y, después, yo a ella. Seguimos unidas en un fogoso beso con deseo.
Nos tumbamos en la cama y la pasión aumenta. Ambas nos damos cuenta de que hacia mucho tiempo que deseábamos con ansia que llegase este momento de absoluta fogosidad. Nos desvestimos por completo y nos fundimos en un solo ser bajo sus sábanas.
Pasado un largo rato de pasión y amor, nos quedamos tumbadas en su cama mirándonos la una a la otra.
-A esto venías, ¿no? No eres tú lista ni nada, rubia-me vacila.
-Cállate, que tú lo estabas deseando-respondo entre risas.
-Pues no te voy a engañar-me responde levantando las cejas.-Tenía unas ganas de volver a tirarme a una rubia que no te lo puedes imaginar.
Ambas nos echamos a reír.
-Eres idiota-respondo negando con la cabeza aún con una sonrisa en la cara.
-Pero así te encanto-me contesta sonriente.
Me la quedo mirando con cara de tristeza; hay algo que ella aún no sabe, pero debe de saber pronto.
-¿Qué pasa? ¿A qué viene esa cara?-me pregunta cuando se da cuenta de la expresión de mi rostro.
Me armo de valor y le suelto sin ningún reparo:
-Me voy.
-¿A dónde te vas? ¿A tu celda?-pregunta confusa.
-Me voy de Cruz del Norte-respondo con una mirada triste.
-Sí, claro, y yo me voy la semana que viene de viaje al Caribe. Me invita Castillo, ¿lo sabías?-me vacila.
-Lo digo enserio-insisto.
-Maca, eso no es posible. Entraste aquí con una pena de siete años y conforme ha pasado el tiempo se te han impuesto más cargos aún-me argumenta totalmente convencida de sus palabras.
-Magdalena me ha dado la opción de volver a declarar ante un juez acerca de todos los delitos que se me imputan-le explico.
-¿Por qué?
-¿Cómo que porqué? Porque sabe que soy inocente, rizos-respondo fingiendo molestia.
Queda poco convencida, pero me basta. Al menos no me hace más preguntas. Sé que si le dijese la verdad quizá lo acabaría contando a todos por tal de tenerme cerca.
-Te esperaré-le prometo.
Se levanta de la cama enfurecida y me responde:
-¡Y una mierda me esperarás! En cuanto salgas de aquí vas a ponerte a follar con cualquiera y lo sabes, Maca.
Me incorporo y le respondo:
-No voy a hacer eso.
-¿Ah, no? Y, ¿por qué no lo harás?-pregunta con una mirada desafiante.
-Porque nuestro amor es irracional; por eso me gusta lo que tenemos-le respondo en un tono poético.
-Nuestro amor no es irracional; la razón por la que tu has estado conmigo es porque aquí dentro estás más sola que la una, por eso me necesitas cerca. No te engañes, Maca.
Me duele que piense eso de mí, pero quizá tiene razón. Mi rostro se convierte en la viva imagen de un alma vacío y roto.
-Rizos...-le susurro.
-Vístete y sal de aquí, por favor-me pide señalando la puerta de la celda.
-Pero, rizos...-susurro de nuevo tratando de que me deje hablar.
-Macarena, no lo hagas más difícil; vete-me ordena más secamente que antes.
Con lástima, sigo sus ordenes. Me visto y salgo de la celda apenada, sin dedicarle ni una sola palabra más.

𝐕𝐢𝐬 𝐚 𝐯𝐢𝐬: 𝐃𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚́𝐫𝐜𝐞𝐥 𝐚𝐥 𝐎𝐚𝐬𝐢𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora