CAPÍTULO 32 - FUEGO

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Eric no soltó ni una palabra. Su silencio malhumorado me puso tensa arrepintiéndome de haber hecho aquella pregunta imprudente que de seguro le había disgustado. No era nada malo, la verdad. ¿Siendo así, por qué no me contestaba? ¿No confiaba en mí? ¿Suponía que no lo entendería? ¿O era que me consideraba indigna de saberlo?

—No tiene que ver contigo —respondió.

—Disculpa, Eric. No tienes que...

—Es verdad —interrumpió—. Mei es mi madre. Adoptiva, como te podrás imaginar.

Afirmé con la cabeza. No le haría más preguntas por respeto a su historia. Me quedé sentada inhalando el sereno. Pegué un brinco al escuchar el ulular de una lechuza que sobrevolaba la cabaña en círculos. Dios mío... el canto me resultó aterrador y demoníaco. Me protegí la cabeza con los brazos arrimándome hacia Eric, que le daba ningún interés al animal desafinado.

—La estimo mucho.

Levanté la cabeza.

—¿Eh?

—Que la estimo mucho —repitió más alto—. Mei es muy importante para mí.

—Lo es para todos. —Me fijé en el ave blanca—. Ella nos da la mano cuando más lo necesitamos, re... resuelve nuestros problemas y siempre está a nuestra disposición. No sé cómo lo hace —sonreí procurando no perder a la lechuza de vista—. Nunca olvidaré el alivio que me hizo sentir cuando pasó lo de Destiny. Juraba que terminaría en prisión usando un horrible traje anaranjado.

Contuvo una risa.

—Por Dios... dices unas cosas tan...

—¿Estúpidas? Lo sé. ¿Pero te lo imaginas? —Me desprotegí cuando no oí más al ave—. ¿Tú has sentido alivio alguna vez gracias a ella, no es así?

Sus recuerdos afloraron de inmediato vistiéndose de un color más alegre. Eric no quiso contarme con palabras los momentos en su vida en los que agradeció tener a la directora Hayashi como madre, sino que me envió una señal telepática a fin de entrar en su memoria y observarlo como una película.

El primer acto de amor de la directora hacia Eric fue cuando lo sacó de un auto incendiándose. Eric era un niño no mayor a ocho años. No recordaba a detalle lo ocurrido más que iba en la parte trasera, era de noche y se le había salido una pieza al auto que produjo el accidente. De un momento a otro casi no respiraba por el olor a gasolina. La directora apareció de la nada, lo sujetó en brazos y lo llevó lejos del fuego. A pesar de que alguien más tomara el cuerpo de la mamá de Eric, que había salido disparado por el cristal del parabrisas quedando tumbado sobre el capó, determinaron minutos después que no tenía vida. Su padre quedó atrapado. Tenía el volante hundido en las costillas. Eric pudo sobrevivir porque era tan pequeño que entraba encogido debajo de los asientos.

La directora Mei también fue víctima del accidente recibiendo un golpe en la cabeza.

Eric nunca me mostró claramente dónde había ocurrido ese evento. Sin embargo, distinguí caracteres en las señales verticales a un lado de la autopista. Esto había sucedido en el país natal de la directora. Japón.

En otros recuerdos veía a Eric en un orfanato, luego aparecía la directora... firmaba papeles... se lo traía a Rusia... Lo llevó a su casa, le enseñó a usar el kunai, mantuvo en secreto de sus dos hermanas que era su hijo, le dio la habitación más grande y le dio educación básica.

Eric vio el levantamiento del edificio Hayashi y su destrucción. Siempre estuvo velando por la seguridad de su nueva madre. Su única familia. Y aunque le preguntara a Dios todos los días mientras trataba de dormir por qué le habían pasado cosas malas a él, por qué le había quitado a sus padres o por qué no se había muerto con ellos, la directora, haciéndolo practicar por primera vez la telepatía, le contestaba:

A Pulso Lento [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora