CAPÍTULO 46 - UNA MIRADA ILUMINADA

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Darío lanzó varios cuchillos al suelo calculando cuánto tiempo tenían para la formación:

—«Escuchen, haremos esto rápido. Ya saben cómo funciona. Tendrán un hilo atado al tobillo izquierdo que los protegerá. Nada los podrá lastimar a menos que el hilo se rompa, y para eso tienen que herirme a mí primero, ¿entienden? El plan es el mismo, destruir los autos».

—«Darío, es muy arriesgado lo que quiero proponer —dijo Cherry—, pero sugiero dejar al menos uno en buenas condiciones. Sabemos que la lluvia debilita, y de ser así los refuerzos no llegarán a tiempo. Alguien tiene que ir por la tutora Martha».

—«No podemos cambiar los planes a último minuto, Katrina —dijo Lucas, añadiendo un cuchillo más a la pila».

Cherry se mostró cabizbaja apretando los puños.

—«No te preocupes —Darío le sobó el hombro—, yo lo apruebo. Tú serás la encargada de tomar ese auto. Ahora, fórmense. Shen y Aaron a los lados y Lucas y Cherry al frente».

Darío marcó una cruz en el suelo empapado y susurró una oración. Seguramente sería una de esas frases que Akami decía en hebreo.

—Es una técnica prohibida —añadió Eric—. Mira lo que hará ahora.

Al finalizar se persignó y clavó el arma en el dibujo. Los cinco cuchillos dispuestos tomaron vida en un color ardiente en representación de los cinco tutores, girando alrededor de la cruz formada por ellos mismos. La velocidad dibujó líneas en paralelo que protegían la formación en caso de que atacaran directamente a Darío.

—«Ya que se modificó un poco el plan con los autos, ¿qué les parece si dejamos a la nueva tutora a cargo del ataque principal?» —sugirió Lucas.

—«Se supone que eso lo iba a hacer yo —dijo Shen—. ¿Por qué quieres que ella lo haga?»

—«Para ofrecerle los honores y comprobar que sabe hacer algo más que dar golpecitos, aunque... no te ofendas, Shen, eso es lo único que ustedes saben hacer».

—«Mira, idiota... —Shen casi abandona su puesto de no ser porque Darío le llamó la atención poniendo la mano delante de él— golpecitos te voy a dar yo en el culo».

—«Lucas, este no es momento de poner a prueba a nadie» —dijo Darío.

—«Lo siento, lo siento —Mostró las manos—, solo estoy tratando de comprobar qué talento podría tener una chica como ella».

Cherry rebuznó apoyando las manos en las rodillas como si en cualquier momento fuera a correr. Lucas, que estaba detrás de ella, evaluó su retaguardia moviendo la cabeza de un lado a otro dándole el visto bueno. A Cherry se le pegaba el short marcándole las duras curvas. Intencionalmente contrajo los femorales haciendo que Lucas desviara la mirada. Aquello era demasiado grande para él.

—«No tengo que demostrarle nada a nadie, pero como no me gusta quedar ante los demás como una inútil, me haré cargo del ataque principal» —Sacó del cinturón algo parecido a un cartucho de escopeta.

—«¡Basta, ustedes! —gritó Darío, tratando de no perder la concentración—. Lucas, estoy seguro de que la directora le dio ese puesto porque la considera capacitada para entrenar, así que cierra la boca».

—«Que demuestre de qué está hecha, que demuestre que no la colocaron como tutora solo porque esa muchachita... Nina tuvo compasión».

Lo que escupió el tutor me dejó fría. Yo le había sugerido a la directora colocar a Cherry porque había sido mi primera y única opción desde el principio. Además, si la directora no la hubiese querido habría organizado una reunión y elegir a un entrenador con más experiencia.

A Pulso Lento [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora