CAPÍTULO 17 - IRRITABILIDAD

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Martes



Danniel

La noche fue un completo infierno. Ninguno de los cinco pudo dormir incluso cuando Martha se hubo ofrecido a hacer guardia durante toda la noche; con el problema que tenía no descansaría ni tres minutos. Los únicos que pasaron una noche fenomenal fueron Mario y Tessa, que hablaron por cuatro horas seguidas con tanta dulzura que por poco me hacían caer en un coma diabético. Martha fue la primera en mandarlos a callar. Luego de un rato sus voces se convirtieron en un zumbido parecido al de una mosca, igual de molesto. Cómo detestaba que Mario engrosara la voz solo para aumentar su masculinidad frente a Tessa, que lo miraba como si fuese lo más apetecible del mundo. Cuando por fin lograron cerrar la boca, se comenzaron a oír sonidos húmedos que hicieron que el pobre Kenjiro se cambiara de puesto hacia el otro extremo, cerca de Martha. Al poco tiempo Tessa y Mario se adormitaron; a Kenjiro le ganó el sueño cinco minutos antes de levantarnos; y Martha y yo contemplamos el amanecer más exhausto de nuestras vidas donde las nubes se estiraban en largas franjas y el sol tardaba en abrir los ojos, como un niño recién levantado.

—¿No dormiste nada, verdad? —le pregunté, dándome la vuelta dentro del saco.

—¿Qué esperabas?

Miré a Martha desde el suelo. Uno de sus pies descansaba recostado sobre el tronco del árbol mientras que su mirada deshecha se dirigía hacia el horizonte con el entrecejo fruncido. Su nariz puntiaguda estaba algo rojiza por el frío y su pecho hundido era señal de dos cosas: se estaba congelando y sentía cierta angustia con la que, después de tanto tiempo, aún lidiaba. Martha prefería soportar los azotes de la madrugada antes que descuidarse un solo segundo.

—Ese único segundo puede salvarme o condenarme la vida —dijo—. No dormí porque no quisiera, si no porque no pude.

—Sí, lo sé. Solo estoy divagando. —Me incorporé sintiendo los ojos hinchados y la garganta seca—. No fuiste la única que no durmió. Estuve pensando en el equipo, la comida..., los demás equipos. No sé por qué pienso tanto en los demás equipos del castillo.

—Es normal, te da miedo que algo les pase y no puedas hacer nada al respecto. Te preguntas si ahora están más cerca de la casa del árbol o si... están muertos.

—No están muertos, Martha, no digas estupideces, Dios se acaba de levantar.

—Solo estoy siendo realista, discúlpame. Creo que la falta de sueño ya está afectándome.

—¿Sabes qué no entiendo? —Salí del saco y busqué el agua reposada—. Tú..., joder, tienes un problema, eso todo el mundo lo sabe. Te haces la fuerte, vas de aquí para allá, te muestras dispuesta... —Sorbí un poco con tanta prisa que me cayó sobre el cuello—. Pero una persona con el trastorno que tienes no vendría al bosque donde sabe que lo pueden matar, ¿no crees? Dime si estoy diciendo alguna gilipollez para callarme la boca.

—Me sorprende tu habilidad. No pensé que las neuronas te sirvieran tan temprano.

Me limpié la boca con el antebrazo.

—Tú no estás aquí porque quieres —dije.

La respiración de Martha tomó un ritmo más acelerado.

—Si lo que quieres oír es que estoy en una misión, pues ya lo oíste. Las cosas no están bien en el castillo, y sí, tienes razón, no estoy aquí porque me genere placer pasar hambre o dormir en el suelo. Estoy aquí por órdenes de la directora, porque quiere un informe claro, preciso y conciso sobre el desarrollo de los DAMA'S. También me hizo firmar un permiso que para mí, mas bien, es un acta de defunción. ¿Contento? ¿Qué más quieres saber, eh? ¿Mi talla de sostén? —Extrajo el kunai del estuche y marcó una eme en el árbol—. No quiero más preguntas ni cuestionamientos. Anda y despierta a ese par de tortolitos, ¿quieres? Tenemos que ir a buscar el desayuno.




¡Nuevo capítulo! Espero que les haya gustado. Yo personalmente disfruto hacer los capítulos de Danny.

Instagram: paulinalexandraa

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