Capítulo 2.

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A veces, la mejor opción es desconetar para no volverse loco.

—Vamos, no te hagas de rogar —Isaac extendió la mochila en mi dirección con expresión ceñuda— Es necesario.

Miré el teléfono móvil que sostenía entre los dedos unos segundos antes de suspirar con rendición. Lo tiré en el interior y me crucé de brazos.

Habíamos pactado un acuerdo de desintoxicación.

Estaba claro que aquello que planeaba Viktor estaba fuera de nuestro alcance y resulta un gasto de energía inútil pensar en ello. Nada podría detener sus pasos y concentrarnos en intentarlo tan solo amargaría el viaje.

Mis amigos no iban a tolerar eso conociendo mi grado de ansiedad.

—De acuerdo —acepté a regañadientes— pero al menos una vez al día tendréis que dejarme usarlo. Si no llamo a Robert puede pensarse cualquier cosa y no quiero que entre en su modo hermano preocupado.

Jossie sentada en la cama, sonrió.

—Una llamada al día.

Asentí más convencida.

—Me parece justo —dicho esto me lancé de espaldas contra el colchón— aunque serás más difícil que dejar mi móvil a vuestra disposición. Mi mente trabaja por su cuenta y riesgo.

Isaac también se dejó caer sobre mi cama provocando una ondulación molesta. Fruncí los labios y me llevé las manos al rostro para presionarlas allí con fuerza.

—Para eso está Luca, antes parecía que no estabas pensando demasiado en tu ex novio.

El rubor me cosquilleó las mejillas y me alegré de mantenerme alejada de la mirada burlona de Jossie. Casi podía adivinar el brillo pícaro y burlón de sus ojos castaños.

—Eres insufrible.

—Y por eso somos mejores amigas, tal para cual —el chirrido de los muelles precedió a su movimiento. La pelirroja se incorporó y se estiró cual gato agarrotado— Ahora que mi misión aquí está cumplida puedo dedicarme a otros asuntos, como conseguir un moreno envidiable.

Una breve risa trepó por mi garganta.

—Un moreno que no podrás lucir cuando lleguemos a casa y haga un frío de mil demonios —comenté con sorna y me levanté hasta quedar sentada con las piernas cruzadas.

Mi amiga ladeó ligeramente la cabeza y esbozó una mueca divertida.

—Pobre e inocente, Lea. Desnuda ese moreno se luce siempre.

Touché.

Isaac sacudió la cabeza, con disgusto.

—¿Podrías dejar de hablar de tu vida sexual durante dos segundos?

Jossie entrecerró los ojos en su dirección y ambos mantuvieron un contacto repleto de esa particular tensión que compartían. De no ser porque ambos disponían de parejas estables habría pensado que estaban a punto de lanzarse uno sobre el otro.

—¿Te incomodo? Pobre, Kowalski. Háblanos de la tuya, pues.

Isaac presionó los labios en una delgada línea como siendo pillado. Yo contemplaba la escena como un espectador de un partido de tenis, moviendo la cabeza a cada replica con una sonrisa tonta ganando terreno en mi rostro.

—No necesito exhibirla frente a mis amigas, gracias por tu considerado ofrecimiento.

Recogí las piernas hasta abrazarlas contra mi pecho. Aún tenía frío. La discusión de mis amigos pasó a un segundo plano mientras me ponía en pie, dispuesta a deshacerme de las prendas empapadas y hacer algo con mi cabello enredado a causa de la sal, el viento y la arena.

Cole © [✓]Where stories live. Discover now