Pronto las horas comenzaron a escurrirse por mis manos y las manecillas del reloj me miraban con burla poco disimulada, picandome la nuca para que no olvidara que estaban ahí, sobre mi.
La comida hacía mucho que se había dejado de lado.
Julianne me miraba sonriente, con ojos brillosos y un tanto inquieta, quizá por mi o quizá por el vino que se convertía en agua entre sus labios.
- Te ahorras tanto las palabras que debes tener una fortuna para despilfarrar.- me dijo y no pude evitar reír por la falta de sentido que sus palabras tenían en aquel momento, pero de su boca no salió algún sonido similar al mío. En cambio me miró sonriendo, invitandome a leerla entre líneas, como si me retara, como si me creyera capaz.
- Quizá no haya mucho que decir.- asintió dándome la razón como se la da un niño a sus mayores, con incredulidad, casi con desinterés.
- ¿Cuánto tiempo tienes viviendo aquí?- me preguntó acomodándose mejor sobre el sofá.
- Casi 2 años.-
- Ah, eres aún nueva en la ciudad.-
- Supongo, para ser honesta no conozco mucho de ella.- me sentía pesada, con los ojos cristalizados por el alcohol en mi cuerpo.
- ¿Por qué?.-
- No lo sé, cuando llegué aquí me enfoqué en trabajar.- me miró como si dudara de aquello que sus labios buscaban expresar.
- ¿Y tu novio? ¿No sales con él?.- lo soltó sin mirarme, con el rostro cubierto por la copa de vino que se vació en su boca, sólo dejando escapar una pequeña gota resbaladiza que se perdió en su cuello.
- Él fue la primera persona que conocí cuando llegué aquí, lo poco que conozco es gracias a él, a decir verdad.-
- Qué suerte. - su dedo limpió el rostro que la gota dejó en su piel, mientras su lengua se paseó por la comisura de sus labios. - ¿Sigues con él?.-
- No.- solté deprisa una mentira a medias y ella sonrió como si me estuviese probando.
- Mejor así.- su mano fue a parar a mi pierna, acariciando como si fuese algo sumamente delicado. - Ya te llevaré yo a conocer la ciudad.-
El calor en mi pecho casi parecía querer hacerme llorar, o era el alcohol que ya no me dejaba pensar con claridad, pero esperaba que sus palabras fueran sinceras y tuvieran en ella el peso que tenían en mi.
- ¿Quieres más vino?-
Asenti, aunque el vino nunca me gustó y en ese momento sabía que tenía que parar, pero a ella le parecía encantar y una parte de mi buscaba agradarle, mientras la otra sólo quería alargar las horas.
Se levantó dejándome ver la botella medio vacía de un vino que nosotras no habíamos empezado, caminó hasta la cocina murmurando que ya regresaría y yo observé su silueta en el trayecto.
La escuché moviendo algunas cosas y después paró.
- Sarah, ¿puedes venir?.-
Mi cuerpo parecía responder más a su llamado que a cualquier orden que yo pudiera dar, pues tan pronto como su voz llegó a mis oídos, mis piernas me llevaron casi con urgencia hasta ella.
Julianne se encontraba recargada entre la barra de la cocina y el refrigerador, mirándome con curiosidad.
- ¿Eres alérgica a algo?.-
- Al maní.-
Asintió y, antes de que me enterara de nada, ya estaba sobre la encimera, tratando de llegar al último estante.
- ¿Necesitas ayuda?.-
Negó meneando la cabeza y probablemente no fue la mejor idea, pues cuando su brazo logró alcanzar aquello que estaba buscando, su cuerpo se tambaleó casi haciéndola pisar fuera de la encimera, así que me apresure a llegar hasta ella, agarrando sus caderas y dejando que se recuperara de lo que probablemente el alcohol había hecho.
Cuando sus pies tocaron el suelo, mis manos fueron a parar a su cintura, no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero sus ojos se ataron a los míos y su cuerpo se unió a mi, dejándome acorralada contra la encimera.
Sentía que Julianne podía escuchar mis pensamientos, que podía sentir mi corazón querer salirse de mi pecho a causa de su proximidad, pero esperaba que sus latidos no le dejaran escuchar los míos porque en ese momento lo único que podía pedir era que sintiera su cuerpo temblar por el mío.
Sus manos hicieron su camino hasta mi rostro, mirándome con una mezcla de ansiedad y miedo, nuestros alientos mezclándose como un incentivo.
- Nunca me gustó el vino..- las palabras se arrastraban por sus labios y su aliento lograba chocar contra los mios. - pero ultimamente me daba valor, creo que hoy fue la excepción. -
Cuando sus manos soltaron mis mejillas para comenzar a retroceder, las mías se apresuraron a aferrar el agarre en su cintura.
- Quizá me lo dio a mi.-
Mi corazón se saltó uno o dos latidos en los cortos segundos que me tomó unir mis labios a los de ella en un roce casi imperceptible. La confusión era palpable en Julianne, quién no dejaba de temblar, pues sin ningún aviso los papeles parecían haberse invertido, aunque la fatalidad me siguiera haciendo sudar.
Sin embargo, me separé buscando darle el espacio que aparentaba necesitar. Mis ojos encararon los suyos que parecían expectantes ante mi siguiente movimiento.
Y la verdad es que el miedo me acalambraba, mis manos aflojaron el agarre en su cintura casi por instinto, como si una parte de mi estuviese lista para el peor escenario que pudiese suceder.
Mi boca busco crear cualquier excusa lógica para lo que acababa de hacer, aún si sabía que no era la única que había buscado el acercamiento, pero al instante sus labios tomaron a los míos en una dominante danza en la que me dejé envolver.
Sus manos dieron a parar una vez más a mi rostro y sus dedos pronto se deslizaron entre mis cabellos.
Todo parecía suceder en cámara lenta para mí, ya no lograba sentir el palpitar de mi corazón, ni siquiera sabía si estaba respirando y tampoco importaba, sólo podía pensar en lo bien que su cuerpo se sentía contra el mío con sus labios acariciandome como en un romance de aquellos que se encuentran sólo entre líneas.
Hola, ¿cómo están?
Han sido meses difíciles en algunos aspectos, imagino que incluso para algunas de ustedes.
Muchas gracias por leer, por los comentarios y mensajes que me dejan.
Me alegra que les guste.
Espero se encuentren bien y poder leernos pronto.
Buena vida.
:)
