Capítulo 2

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Me gustaría poder decir que al día siguiente Julianne apareció en la cafetería pero no fue así, sabía que era estúpido esperar ver a esa mujer todos los días pero aún así guarde mis esperanzas para el siguiente día pero cuando no apareció ni ése, ni las siguientes dos semanas ya no podía esperar mucho.

Pero lo hice, aunque no por ella, tenía más de un mes esperando poder pisar el suelo de lo único que alimentaba mis sueños, también llamado Universidad. Estudiar artes escénicas era lo único que siempre había querido, fuera en Nueva York, Boston o California. No importaba dónde, sólo quería mi propia escalera y ahora la tenía. Las clases iniciaban hoy y el camino ya no parecía tan largó como años atrás lo hacía pero si más alto.
    
    El sonido estruendoso de la alarma se escuchaba lejano y la costumbre me hizo quedarme recostada hasta tener que sentir la mano delicada y suave de mi madre en mi brazo, me hizo imaginar su voz como en un disco rallado y viejo. Me hizo esperar poder sentirla una vez más.
  Mis ojos se abrieron pero ya no me sentía ansiosa, no me sentía presente. Mi mañana no fue más que un intento fallido de querer ser lo que fui antes, de querer sonreir al desayunar y reír al hablar con un asiento vacío que nunca fue tocado.

      Los alumnos abundaban en las aulas, reían despreocupados y la alegría que mostraban a tan temprana hora me hacía querer golpearlos.
       El profesor Johnson era el encargado de integrarnos al programa de estudios, el por ejemplo, nos daría dramatismo. El resto me hubiera gustado escucharlo pero estaba más ocupada observando la cabellera multicolor de la chica a tres asientos del mío, sólo podía ver su perfil pero me era suficiente.
   Supongo que mi mirada fue muy insistente pues se giró hasta mi con una sonrisa que yo devolví, era linda, linda en verdad. Su cabellera larga y llamativa me gustaba, sus ojos miel refugiados entre sus largas pestañas me hicieron querer conocerla, ser su amiga si me era posible.
  La clase terminó con la larga explicación del profesor sobre las oportunidades que la Universidad nos daría en el medio, audiciones y proyectos que serían un escalón más para mi.

     Cuando salí del aula, estaba tan concentrada en mi horario que no mire a la chica arcoíris que me esperaba en la puerta.

-Hey- me dijo cojiendo mi brazo.

-Hola- le sonreí y no supe que más decir supongo que lo supo pues después soltó una risa mientras me daba la mano.

-Me llamó Hanna.- apreté su mano con una sonrisa.

-Y yo Sarah.

-Bien Sarah.- me miró y volvió a tomar mi brazo comenzando a andar por el pasillo hasta nuestra siguiente clase.

- ¿Eres de Nueva York o vienes de fuera?- me preguntó.

- De fuera, Chicago.-

- Genial, yo viví allí por un año enteró.- su sonrisa no era la misma, pareció cambiar pero no la conocía y no podía saberlo.
Le sonreí pues es lo único que sabía hacer, la única persona cercana era Collins y sólo es por el hecho de que el fue la primera persona que conocí cuando llegué a la ciudad, fue el único que me ayudó y es gracias a éso que en parte me resulta tan bien estar con el, pero es distinto con otras personas, me siento forzada e incómoda al tener que entablar conversación incluso si yo quiero hacerlo. Estoy acostumbrada a ser sólo yo que cuando alguien trata de acercarse mi actitud desinteresada termina alejandolo.

-¿Te quedas en los dormitorios o tienes tu propio departamento?.- las dos nos habiamos sumergido en nuestro pensamientos pero ahora Hanna sonreía con la misma sonrisa amigable del inició.

- Tengo mi propio departamento, no está muy lejos de aquí. ¿Y tu?.- el pasillo estaba repleto de chicos apresurados y otras cuantos más relajados, cada uno distinto.

- Me quedó en el edifico B, de hecho te puedo presentar a Bree, mi compañera de cuarto se llevarían bien.- cuando nos quedaban sólo un par de pasos para llegar a nuestra siguiente clase, una cabellera pelirroja me llamó la atención, me pareció demasiado familiar aunque sólo lo dijera por la visión de su espalda.
Y entonces la recordé; Julianne. Fue sólo un flash de el día en que la vi en la cafetería, pero estaba segura que era su mismo caminar y seguro que eran los mismos tacones de aquel día, pero no, era demasiada conincidencia. Nueva York era inmenso y era prácticamente imposible, de todos modos ¿que haría Julianne aquí?

-Sarah.- Me hablo Hanna sacudiendo su mano en frente de mi rostro.

-¿Eh?- ella se rió divertida por lo desubicada que estaba.

- Te decía que ella está en Bellas Artes pero comparte literatura con nosotras y te la puedo presentar ahí.

Seguimos avanzando pues nos quedamos paradas en medio de pasillo. Mi corazón se aceleró cuando observé su cabellera girar en mi dirección pero hoy no estaba de suerte, cuando apenas pude divisar su pómulo Hanna se interpuso haciéndome girar para mostrarme algo al lado contrario del pasillo y haciendo que perdiera la oportunidad de ver el rostro de la pelirroja. Cuando gire queriendo encontrar a la mujer de nuevo, está ya había girado al final del pasillo.

 
   
      

Cold CoffeeWhere stories live. Discover now