Capítulo 4

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Los días pasaban como ráfagas para mi, el trabajo era pesado y las clases comenzaban a complicar mi estabilidad.
  Con Hanna y Bree las cosas eran cada vez mejor, nos apoyamos en lo que podemos y estamos ahí cuando a alguna se le va la cabeza con las clases. Y Julianne, ella es punto y aparte. Me confunde y en realidad no se que sucede con ella, ni porqué me importa. Un día soy la única que existe en el salón y al siguiente es como si le incomodara mi presencia, aún cuándo sólo hemos interactuado un par de veces fuera de lo académico y no tendría por que.
  
  Aunque quisiera decir que con Collins las cosas van de maravilla, estaría mintiendo y no por el, por mi.
Tenía tiempo pensando en alguien que probablemente nunca podría tener, en alguien para quien no soy nada.
No estaba enamorada ni mucho menos, era estúpido pero ella me gusta, me gusta mirarla, me gusta la mirada dura que le da a todos y su aire de estirada prepotente que tiene la mitad del tiempo. Y quisiera sentir mi corazón acelerarse por mirarlo a el y no a ella, quisiera no poder hablar cuando me mira de una manera dulce, quisiera soñar despierta con el y no con ella, quisiera quererlo a el y no a ella.
  Pero yo no podía elegir a quien querer incluso cuando se que no me mira por más de dos segundos.
    
Hoy en cambió, ni Hanna ni Bree aparecieron por la Universidad, arcoíris enfermo y contagio a la rubia, mi día prometía ser horrendo y lo fue hasta el medio día.
            Para el descansó entre interpretación y literatura ya me encontraba hambrienta, aún así el consumir comida grasienta y poco saludable en la cafetería del Instituto me daba náuseas, por ello, decidí comer en el restaurante italiano que está a dos calles.

  Cuando llegué el olor a pastas recién hechas me invadió. Grasienta y poco saludable pero con mejor sabor.
  A esta hora del día apenas y había un par de personas almorzando, la fachada del lugar me hizo querer girar sobre mis talones y marcharme, pero ya estaba ahí y seguro que no me haría pasar la vergüenza de marcharme sin nada. Así que me quedé y camine hasta la mesa más alejada, al poco tiempo un mesero se hizo presente con la carta.

-Buen día.- me dijo sonriendo, yo le sonreí a modo de contestación y me dispuse a checar los precios, todo parecía ser delicioso pero costoso.

-Si me permite- volvió a hablar el chico.- Tenemos una pasta de tres quesos con una porción de lasaña que no es muy cara.- me hablaba en susurro, de manera que nadie aparte de nosotros pudiera escuchar.- y si digo que es familia, le harán un descuento.- lo mire avergonzada asintiendo a su propuesta y le tendi la carta de nuevo. Me sonrió antes de marcharse.

  Saque  mi móvil en la espera de más noticias de mis amigas o en todo caso, de Collins, pero nada. Lo dejé una vez cerciore la hora y puse mi atención en las personas del lugar.

   El chico regresó después de unos minutos con un vaso de zumo y mi platillo.

  -No he pedido el zumo.- le dije con una sonrisa que dejaba ver mi vergüenza.

  -Va por la cása, provecho.- se retiró y mis mejillas no podían estar más coloradas.

  En un momento dado la puerta de entrada se abrió dejando ver a la pelirroja que llevaba invadiendo mi mente.
   La observe recorrer el lugar con la mirada y deseé me notará, perdí las esperanzas cuando la vi caminar a cinco mesas de mi, pero como si mi mirada la hubiera detenido, giro hasta que sus ojos dieron con los míos, le sonreí pero ella a mi no. Mi sonrisa se fue borrando al notar su mirada perturbada en el asiento frente a mi, parecía no poder decidirse a caminar hasta mi. Deje de observar la y me concentre en mi comida, al final ella no estaba obligada a querer comer conmigo.

   Sus tacones sonaban cada vez más serca de mi y me obligue a mantener mi dignidad para no elevar la mirada hasta ella otra vez, creí que se sentaría en la mesa continúa pero cuando dejo caer su bolso y llaves a un lado de mi plató, supe que no sería así.
    Se sentó y yo apenas y la miraba de reojo.

  - Hola Sarah.- me saludó y sólo ahí despegue la mirada de la comida.

  - Hola.- le dí una sonrisa incómoda, pues realmente no sabía como tratarla.

  El mesero regresó y le tendió la carta junto con ún saludo cordial. A diferencia de mi ella no tardó en el elegir y evidentemente el dinero no era un problema. El chico me sonrió una vez más antes de marcharse y no pasó desapercibido para Julianne.

  -¿Lo conoces?.- su rostro mostraba indiferencia pero su voz me hacía un reclamo.

  - No. Me ha hecho un favor.- asintió y dirigió su mirada al chico que seguía su camino a la cocina despreocupado. Lo acusaba de algo aunque no tenía el derecho.

  Nos sumergimos en un incómodo silencio, yo comía y ella me observaba, hasta que se decidió por terminar con el.

  -¿Sigues trabajando en la cafetería?- debo de admitir que me sorprendió que recordara ese detalle pues creí que ya lo habría olvidado.

  -Si.- le sonreí con sinceridad.

 -Creí que sólo sería algo durante vacaciones.-

-No, si quiero estudiar tengo que trabajar.- me encogi de hombros en indiferencia y ella me sonrió.

-Pues me pasaré más seguido.- no sabría decir lo que su media sonrisa me causó, aunque seguramente ella nisiquiera lo hizo en doble sentido su expresión me hizo remover en mi asiento.

-Eso esperó.-

Cuando su platillo llegó, Julianne apenas y despegó su mirada de el chico, pero no dijo nada más.
  La comida pasó de prisa, apenas y recordé que era mi profesora, cuando llegó la hora de marcharnos el amable mesero se hizo presenté.
   Dejó la cuenta de cada una en la mesa con una sonrisa amigable.

-Muchas gracias por lo de hace un rato.- le dije con pena y note la mirada de la pelirroja en mi.

-No fue nada, siempre habrá descuento familiar para ti.- me giño con gracia y yo reí.

-Lo tomaré en cuenta.- cuando estaba apunto de tomar mi cuenta, la mano de Julianne me lo impidió.

-No será necesario, yo pagó.- su mirada era dura y quise sonreír porque si ella no fuera mi profesora diría que está celosa.

-No, yo pagó pero gracias.- ella me miro mal y le entregó las dos cuentas junto a su tarjeta al chico que no dijo nada más y se retiró.

-No está en discusión.- desorbite los ojos y le sonreí.

-Bien.

Era extraño pero no quería pensar que era mi maestra.
  El chico regresó con la tarjeta de Julianne y un par de caramelos de menta.

-Soy Daniel.- me extendió la mano y yo se la sostuve.

-Sarah, mucho gusto.- lo solté cuando la pelirroja se pronunció.

-Y yo Julianne, nos tenemos que ir.- me tomo del antebrazo sin hacer fuerza, sólo como una invitación a marcharnos.

"Espero que vuelvas".- le escuché decir a Daniel antes de salir del restaurante.

Y un casi imperceptible 'no lo hará' que me negaba creer fuera de Julianne.

   ¡Regresé!
Lamento la tardanza pero tenía que presentar las materias.
Mañana 18/10 es mi cumpleaños 17. :)

Buena vida.


Cold CoffeeWhere stories live. Discover now