1. El principio de algo

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Emily

El día esta soleado y en este momento me estoy lamentando por traer pantalones.

¡¡SE ME ESTÁN QUEMANDO LAS PIERNAS!!

En todo el trayecto solo me la pase viendo hacia la ventana, mentalizándome de que no será tan malo, pero no me ayudó de nada cuando el coche se detuvo y llegué a mi destino.

Le pague al taxista y me baje con la mochila y el corazón en la mano.

No me quedé paralizada ni nada, solo me detuve a pensar en lo difícil que será saltarme las clases por tantas cámaras y seguridad que había. Y eso que solo era la entrada, no quería ni saber como era por dentro. Me imaginaba a una Tronchatoro (de la pelicula de Matilda) en cada esquina con un látigo y binoculares.

Me acerque a la reja, el guardia me miro de arriba abajo y me pidió mi nombre. Se lo di, y busco en una libreta hasta que supongo que lo encontró y me dejó pasar.

Recorrí con la mirada el lugar.

Hay un pasillo largo con puertas a los lados, lo que supongo que son salones. Desgraciadamente esta no es una de esas escuelas americanas donde hay casilleros, así que tendré que cargar la piedra-mochila todos los días.

Tan absorta estaba en mi mundo con los audífonos puestos, pensando en los beneficios que tendría estar en una de esas escuelas americanas que son básicamente como hoteles. Hasta que sentí un empujón en el hombro derecho que hizo que perdiera por un segundo el equilibrio.

Cuando logre estabilidad, pude ver como no fui la única afectada por el impacto. Delante de mi había una chica en el suelo de cabello castaño con varios libros regados a su alrededor, el cabello le cubría la cara y sus gafas se habían resbalado hasta la punta de su nariz.

Me baje los audífonos y me incline para ayudarla, ella acepto mi ayuda y juntas recogimos los libros. Al terminar me dió las gracias y se ofreció a darme un recorrido como agradecimiento.

- Y ¿Cómo te llamas? - me pregunto

- Emily - respondí - ¿y tú?

- Ninna, es un placer - me extendió su mano a modo de saludo

- Igualmente - correspondi

Estuvimos caminando durante un rato mientras ella me contaba algo de historia sobre el lugar, pero la verdad no le preste mucha atención, porque vamos, si no me interesa la clase de historia menos la de un lugar al que consideraré mi prisión.

Nos detuvimos frente a los baños, que para mi suerte (nótese el sarcasmo) no había un baño de niñas y otro de niños, sino había uno solo y era mixto.

¡¿A qué clase de psicópata se le ocurriría eso?!

Ninna me explicó que a los niños no les molestaba tanto ya que les facilitaba el hecho de hacer "cosas sucias" en el. De hecho mientras estábamos observando iban saliendo una pareja, una chica alta con tacones y cabello rojizo se iba acomodando la falda, mientras que el chico un poco más alto que ella y con un cuerpo, no lo voy a negar, bien formado se estaba terminando de abrochar la camisa. Los dos se fueron por diferentes direcciones como si nada hubiera pasado. La chica se fue con su grupo de amigas supongo y empezaron a cuchichear y soltar risitas, y el chavo se juntó con otros chicos igual de bien formados que el chocando las palmas.

Rodé los ojos

Nos dirigimos a nuestras clases, a ninna le tocaba física y a mi química, así que nos separamos cuando me indico que puerta era.

Tomé asiento de lado derecho justo a lado de la ventana para poder distraerme.
Empezaron a entrar los demás hasta que se llenó el salón. El profesor entró a lo último y se dedicó a escribir formulas en el pizarrón que más bien parecían jeroglíficos. Empecé a tratar de copiarlo en una libreta aunque no supiera exactamente que era pero por si las dudas, no sabía si era de esos maestros que terminando de escribir empezaban a borrar todo, así que más vale prevenir que lamentar.

Caso InterrumpidoWhere stories live. Discover now