C•I•N•C•U•E•N•T•A••Y••T•R•E•S

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¡Mi Profesor Es Shipper!

"Estúpidas amistades molestas..."

-N. O.-

Ignacio jamás se había apresurado tanto en hacer algo, pero ahí estaba él, prácticamente corriendo hasta casa de su amigo.
Había logrado salir de la institución tras esperar a que el guardia se distrajera, tomó un autobús que lo dejaba cerca de la casa del pelinegro y luego de, corrió lo que restaba del camino.

No quería pensar negativamente, porque sabía que su amigo era más fuerte que eso, pero de igual forma no podía evitar sentir cierta ansiedad...

Elyas no solo era un chico alegre, activo, sincero y responsable, Ignacio le conocía tanto, que estaba consciente de que había cosas que se guardaba para sí mismo... No había querido presionarlo a hablar, porque comprendía que quizá eran cosas demasiado personales, pero llegados a este punto, juraba que cuando llegara a su hogar y le viera, le obligaría a soltarlo todo, porque no era buena sufrir solo.

El chico detuvo su andar al llegar a su destino, descansó unos pocos segundos para acto seguido, tocar el timbre en repetidas ocasiones.

"Espero que estés bien...". - Pensó, mientras esperaba a que el chico le abriera la puerta.

Oh mierda, Elyas ¿En qué coño estabas pensando?

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Oh mierda, Elyas ¿En qué coño estabas pensando?

El chico suspiró y dejando un objeto en la mesita de noche que se encontraba al lado de su cama, se dejó caer en la misma, soltando un suspiro.

Se había pasado la mañana debatiendose en cómo arreglar su vida, en qué debería hacer para ser más feliz, y claro, entre sus miedos y preocupaciones, había llegado a una conclusión bastante tonta.

"Solo debo morir... ¿No?".

Sí, lo había pensado, incluso tenía un cuter que pensaba podría servirle, pero se había arrepentido nada más sentir el objeto tocar su piel.

Había estado llorando casi que desde que despertó.
Se notaba en sus ojos, en su voz, y en su rostro en general. Había apagado su móvil para evitar distracciones y así acabar con todo rápido, aunque no había resultado, pues de cualquier forma no había hecho nada.

Tomó su móvil y lo encendió, y al momento, comenzaron a llegar notificaciones de mensajes y llamadas.
Eran sus amigos, preguntándole si todo iba bien.

Sonrió, recordando entonces que ellos estaban ahí para él... ¿En qué momento pensó que cometer suicidio y no poder pasar más tiempo con aquellos chicos, podría ser una buena idea?

Dejó el móvil de lado una vez más, y aún recostado en su cama, miró el techo de la habitación, pensando en otra forma de seguir con su vida.

Profesor Shipper. [Rubegetta]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora