(26) Eᥣ soᥣ dᥱsρᥙᥱ́s dᥱ ᥣᥲ tormᥱᥒtᥲ. Uᥒ soᥣ ᥲmᥲrιᥣᥣo.

2.9K 409 87
                                    

Iruka: 

Hacía tiempo que me había despertado, sin embargo no hice nada por cambiar de posición. La cercanía de Kakashi se sentía agradable; cálida. No importaba cuánto intentara convencerme, los latidos de su corazón se oían alto y claro, resultando como una nana. 

— Kakashi... — susurré, apenas consciente del hormigueo en la piel, junto con el repentino calor sumándose a la tímida respiración del peliplata. Y es que para ese momento, sus brazos ya me habían atraído hacia él, dándome la oportunidad de sentir las suaves pulsaciones de su pecho contra mi. No importaba cómo se viera, ambos estábamos demasiado cerca, tanto, que hasta temía molestarle con el sonido de mi respiración. 

Tragué saliva.

Sintiendo el cuerpo retumbar al compás de mis latidos, que por supuesto, iban mucho más acelerados que los suyos. 

Jadeé, cerrando los ojos con fuerza.

Envuelto por el dulce aroma de Kakashi, ese que por mucho tiempo había perseguido, resultándome casi tan familiar como atrayente. Poniendo en peligro mi vida, y es que mi corazón parecía querer fusionarse con el suyo, resistiéndose a hacer silencio. 

« thump thump, thump thump, thump thump. »

Apreté los dientes, implorando internamente. 

No obstante, cuando advertí sobre el temblar de su cuerpo, fui totalmente incapaz de hacer algo. Me quedé paralizado, reconociendo un gemido perezoso, casi tan áspero como el de un animal recién despertando. Al parecer, sí fui demasiado escandaloso. 

Sentí sus labios posarse sobre mi cabeza, quedándose ahí por un momento antes de volver a la posición anterior.

— Buenos días... — balbuceó, seguramente aún dormido. 

— Buenos días — respondí de inmediato, tomando algo de distancia. Aprovechando para acomodarme frente a él, sin llegar a dejar su roce, notando como una de sus manos se desplazaba involuntariamente desde mi cintura hasta el hueso de mi cadera —. ¿Dormiste bien? 

Él asintió, aún con los ojos cerrados.

— ¿Cómo llegué a la cama?

Recordé el día anterior.

— Yo te traje, fue imposible despertarte... Nos quedamos dormidos en la entrada. 

La vergüenza se hizo presente, junto a su sonrisa traviesa. Esa que aún causaba estragos es mi pecho. Él era simplemente hermoso, cada parte. 

— Entonces... también me desvestiste — concluyó.

— Lo hice.

Arqueó ambas cejas, abriendo los ojos con interés.

— Oh, vaya — rió, atrayéndome nuevamente en un caluroso abrazo, depositando un efímero beso sobre mi sien —. Que atrevido, Iruka... parece que no puedo bajar la guardia contigo. 

Me uní a su risa, dándole un pequeño empujón. 

— Recuerda que ya lo hicimos oficial — levanté la mirada —. Digamos que fue imposible para mi resistirme, ¿tú lo habrías hecho? — seguí la broma, consiguiendo que rompiera su expresión con una amplia sonrisa.

— Ni en un millón de años — confesó, estrechándome aún más contra él mientra reía, entrelazando nuestras piernas bajo las mantas. 

Y ahí estaba de nuevo, ese estremecimiento. Una felicidad inexplicable. 

— Tonto — gruñí. 

— Por tu culpa. 

Negué, quedándonos así por un momento más, disfrutando de la sensación. 

¡Unα eѕρσѕα ραrα Kαкαѕнι!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora