63. La nueva normalidad

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Lana

¡Chan me estoy muriendo!

— Son solo abdominales, Lana.

Dejé caer mi espalda sobre la esterilla de caucho. Estaba sudando y a mis pulmones no les llegaba ni una molécula de oxígeno.

— No puedo más - Dije con dificultad.

— Solo te quedan cinco. Venga, tú puedes - Respondió mientas sujetaba mis pies contra el suelo.

Puse las manos detrás de mi cuello y con la cara menos atractiva del mundo, logré terminar la rutina sin soltar demasiados insultos al aire. Me acercó mi botella de agua y bebí como si no hubiese bebido en siglos.

— ¡Bien hecho! Ahora vamos con piernas.

— Gracias... espera, ¡¿qué??

— Esto será más fácil, lo prometo.

— Más te vale. Si vuelvo a hacer tanto esfuerzo creo que explotaré.

Rió. — Nadie nunca ha explotado por hacer ejercicio.

— Bueno, pues seré la primera.

Era domingo y estábamos en el apartamento de los chicos. Chan quiso aprovechar que los demás estaban haciendo la compra para ponernos a hacer ejercicio en el salón. Ya llevábamos una hora y varios largos y eternos segundos.

Los ejercicios de piernas, tal y como dijo Chan, no fueron tan horribles. Me gustaba pensar que era porque estaba en forma, aunque lo más probable era que Chan había bajado la intensidad porque tenía miedo de que me diese un infarto. Fuese lo que fuese, lo apreciaba.

— Tres... - Pausó. - Dos ...

— Por favor cuenta más rápido - Sollocé.

— ¡Y uno! - Exclamó y dimos el último salto.

Me tiré al suelo tratando de recuperar la respiración. Chan estaba animado, no parecía muy afectado. El sudor y el pelo despeinado le hacían parecer saludable, fuerte y atractivo, yo seguramente parecía una loca. Chocamos los puños y se sentó a mi lado.

— Estoy orgulloso de ti, completaste todo el circuito.

— Tuve que parar varias veces, pero gracias - Sonreí.

— No pasa nada, he sido bastante exigente. Pero ya verás lo bien que te sentirás.

— En realidad me lo he pasado bien, quitando el dolor y los calambres - Chan soltó una risita. - Aprecio que me hayas pedido hacer ejercicio contigo, eso de un estilo de vida saludable no está tan mal.

Abrió la boca emocionado. — ¿Eso es que quieres que repitamos otro día?

— Si después de esto no se me caen las extremidades, es posible.

— ¡Yay! - Exclamó con una vocecita adorable.

El sonido de las llaves en la cerradura interrumpió nuestra pequeña conversación. Me incorporé y abracé mis rodillas. Los ocho chicos entraron con varias bolsas del supermercado en cada mano.

— ¡Pesa pesa pesa pesa pesa pesa! - Repitió Jeongin mientras corría a dejar sus bolsas en la encimera de la cocina.

— Mira hermana, es como tú - Bromeó Chan, a lo que yo me reí asintiendo.

Nos saludaron con una sonrisa y dejaron todo lo que habían comprado en la mesa dispuestos a guardarlo más tarde. Eran nueve chicos adolescentes en crecimiento, necesitaban mucha comida.

Good To Love | Han JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora