Él estaba aquí.
Ian frunció el ceño al verlo, completamente confundido, vio mi expresión, volvió su mirada hacía él. Intentando buscar una explicación. 

-¿Qué mierda?-.expresó, con una completa cara de incertidumbre.- ¿Cuándo llegaste?- preguntó rápido, sin sacar aquella expresión de su rostro.

Entonces, como si se hubiera percatado de mi mísera existencia, me mira. Sus puños se aprietan, dejando de estos casi de un color blanco. Su cuerpo estaba casi inmóvil, como el mío. Intenté buscar soluciones para la situación en mi mente, pero aún no había nada.
Él tenía una sonrisa de satisfacción, sus ojos se fueron a los míos, y su sonrisa se borró. Su mandíbula cayó en seriedad.

-He estado todo el tiempo aquí.- su ronca voz resonó, haciéndome sentir débil, recorriendo cada centímetro de mi piel. Bajé mi mirada. Porque, no pensaba que tuviera tal tono tan imponente y ronco en si mismo.

Ian negó varias veces, pasó su mano con desesperación por su cabello. El castaño hizo un chasqueo con la lengua, interrumpiendo el incómodo silencio sepulcral que se había creado. De pronto, me sentía tan asfixiada y terriblemente fuera de lugar.

-Cayden, ella es..- sin dejar que éste terminara, él se levantó de mala gana. Pasó por mi lado, casi llevándose mi hombro con él, aunque tenía la ligera sospecha que eso había sido adrede. Finalmente, cerró la puerta del corredor de un fuerte portazo. 

Así que, Cayden era su nombre.
La pesadez se apodera de mi cuerpo, y me quedo estática.

Ian resopló.
Se tumba en el sofá, y parecía que aún no hilvanaba las ideas de su mente.

-Disculpa sus modales- me sonríe, asiento de forma robótica. Rasca su nuca con nerviosismo.- Siento haberte traído hasta aquí, húm.- dijo, parándose enérgico, se acercó a centímetros de mi.-Estás bien, ¿verdad?

-S-sí.- Me las arreglo para decir, aunque miento.

-Me alegra escuchar tu voz de nuevo. Pensé que habías quedado muda.- se separa un poco, sonriendo a medias, sus ojos azules me inspeccionan con cautela.

Quería hacerle demasiadas preguntas en éste momento, sin embargo, no tenía capacidad de ninguna. Aunque la que carcomía mi conciencia y retumbaba en mi ser, era una muy estúpida: ¿Por qué ellos vivían juntos? Mi mente se hizo una nube. Él me miró, como si pudiera leer mis movimientos, comprendiendo de inmediato.

-Somos primos.- baja la mirada con algo de decepción.- Este departamento en realidad no es nuestro.- pausa unos segundos- Sólo es como una cuartada, ¿entiendes?- ríe forzado, y lo miro sin entender nada.- Estamos aquí de paso, aún no podemos ir a nuestra casa.- dice, rápido, intentando cubrir lo que había dicho sólo hace unos segundos. Hace señas de que me siente a su lado, a lo cual me niego. Mi mente comienza a recobrar vida, en el momento en que escucho que él habla de "su casa".
¡Mi casa! La he dejado sola, completamente desprotegida, por el miedo que sentí. Entrecierro los ojos.

Si te pagaran por ser una estúpida, seguro ganas el premio Nóbel, Hannah. Y con honores.

Tenía que volver. En el momento no lo había entendido, me sentía eufórica y ni siquiera podía pensar con claridad, con tantos pensamientos recorriendo y jugando en mi mente.

-Aún no, dulce- me mira.
Se dirige hacía la ventana, sin entender nada, me puse a su lado. El gran ventanal nos enseñaba la bella luna, acompañada con un apenas notorio tono rojizo. Él sonríe
Algo se escapa de sus labios, pero no puedo distinguir qué es lo que me dice.

-¿Ian?- digo, en tono de pregunta. Él deja de mirar hacía la luna, y vuelve su mirada hacía mi.-¿Podría...-hago una pausa, intentando formular cualquier cosa. ¡Piensa en algo rápido!-.¿Podría pasar al cuarto de baño?-. Pregunto, al fin. Y quiero golpear mi frente con mi mano. Una pequeña carcajada se escapa de sus labios, asiente, divertido. Toma mi mano, y comienza a emprender paso por largo corredor, para enseñarme dónde está.

No quería estar sola con él, mi propia piel me estaba asfixiando. Necesitaba salir de aquí, de sólo pensar que me encontraba en éste lugar me ponía los nervios y la adrenalina en ebullición de mis emociones. Necesitaba volver, y cuanto antes, mejor.

La puerta de madera hizo un crujido en cuanto la abrí, la cerré, tan despacio y con cuatela, casi como queriendo que nadie pudiera escucharme. Puse todo el peso de mi cuerpo en ella, mi respiración se calmó por una milésima de segundos. Una risa casi desquiciada salió de mis labios. "Estoy sola, en un departamento completamente oscuro, con un chico que conozco de nada. Y Bella va a matarme en cuanto lo sepa". Fueron mis únicos pensamientos. 

Me acerqué al gran espejo. Los azulejos de un color azul oscuro, casi negro, que rodeaban las paredes, hacían que todo se hiciera más tétrico y peligroso de lo que ya era.

Mi reflejo hizo que sintiera asco, estaba despeinada, los ojos completamente rojos. Daba pena, lástima de mi misma. El agua comenzó a fluir, tomé una bocanada de aire. Y llevé con desesperación el liquido hacía mi rostro. "Muy bien, sales del baño. Le dices que te sientes verdaderamente mal( aunque no era mentira), y que tienes que volver a tu hogar, antes de que vuelva tu tutora y te asesine por irte con un completo desconocido y dejar la casa a completa merced de los extraños" Levanté mi mirada, cerré mis ojos por unos instantes. Llevé ambas manos a mi rostro, intentando convercerme a mi misma.
"O, puedes decirle que llamarás a la policía si no te lleva a tu casa en éste instante"

Aunque, esa opción era la más estúpida, porque no tenía ni siquera el teléfono celular conmigo.
Resoplé. La luz tanteó con apagarse, volví mi mirada al espejo. 
Un grito ahogado salió, las paredes estaban escurriendo un liquido espeso, rojo. Sangre

Una sombra pasó por detrás mío, tan rápido, que creí haberlo imaginado. Me volteé como acto reflejo. N-nada.
Las manchas pararon de fluir. Suspiré aliviada.
El espejo estalló en miles de pedazos. Llevé ambos manos tapando de mi boca, retrocediendo, horrorizada.

Alguien tomó mi cintura, una cálida respiración cerca de mi oído.

-Muere, ahora-.una voz, demasiado ronca, a la vez que distorsionada, resonó. 

Me di la vuelta, mi cuerpo al fin comenzaba a reaccionar. Esperando encontrarme cara a cara con alguien. Busqué con desesperación por toda la habitación. Esto no podía ser posible. ¿Estoy perdiendo la cordura?

El espejo estaba impecable, el piso no tenía rastros de cristales. Las paredes completamente libres de manchas de sangre.
Un mareó demasiado fuerte me recorrió el cuerpo. Me encontraba en una burbuja de aturdimiento.

Los golpes firmes provenientes de la puerta,  me hicieron reaccionar. 

Corrí con desesperación hacía ella, miré las puntas de mis pies. La abrí, intentando calmarme. Sus ojos chocaron con los míos. Temblé. 

-¿Cuánto tiempo quieres quedarte allí dentro?- me mira. Trago saliva. Algo sorprendida, esta es la primera vez que me habla directamente. Intento retener su mirada, dispuesta a contestarle. Su respiración es irregular, al igual que la mía. Sin embargo, sus ojos siguen carentes de emoción. ¿Cuánto tiempo se supone que he estado?, según yo, sólo han sido un par de minutos.  

Mi cuerpo choca con la pared, y no sé cómo, ni cuándo, pero; él tiene ambas manos al rededor de ésta, aprisionándome. 

El pasillo estaba oscuro, aún más que antes. Los pequeños deslumbres de la luna que se asomaban por la ventana, me permitían ver el rostro de Cayden, aunque no demasiado.
Una de sus manos fue directo a mi cintura, casi en forma de golpe. Mi cuerpo se tensó. Jamás lo había tenido tan cerca. 
Sus labios se acercan peligrosamente a mi oído. Y siento como esboza una sonrisa.

-¿Por qué estás aquí?- pregunta, en tono seco, a la vez que burlón.

Me separa bruscamente, al ver que no obtiene ninguna respuesta. Caigo lentamente. Mi cabeza se golpea con una de las pequeñas mesadas. Mi subconsciente pide ayuda a gritos. Intento incorporarme, pero su mano no me lo permite.

-Supongo que tampoco es necesario que recuerdes esto, ¿verdad?-.su ronca voz vuelve a resonar. Mis ojos comienzan a cerrarse, mi mente está gritándome que se detengan, pero es algo imposible. Mi respiración se tranquiliza. 
Oígo unos gritos a lo lejos. Abro mis ojos abruptamente. Mi cuerpo vuelve a temblar. Él niega con la cabeza. Algo me empuja con más fuerzas, el golpe ha sido demasiado fuerte para que mi cuerpo pudiera soportarlo. Caigo nuevamente, incapaz de soportar el dolor.

-Estás pérdida.

Scared, darling? (Colton Haynes)Where stories live. Discover now