Capítulo 48

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Narra Tobías

Como era costumbre, al abrir los ojos encontré a Ariadna acurrucada sobre mi pecho.

Sonreí como tonto mientras observaba todos sus rasgos. Era tan preciosa que aún no me creía que lo nuestro fuera real.

Me quedé observandola mientras recordaba la noche anterior. Estaba feliz de que la primera vez de ambos hubiera sido juntos.

Con la yema de uno de mis dedos comencé a recorrer sus facciones. Sus cejas, su pequeña nariz, sus labios...

Sus párpados comenzaron a moverse y yo sonreí.

Buenos días dormilona.-- susurré y ella gruñó mientras se acercaba más a mi.

Buenos días.-- contestó con la voz ronca de las mañanas.-- He soñado contigo.

¿Ah sí? ¿Y qué pasaba?-- dije apartandola un mechón de pelo.

No me acuerdo, sólo se que te lanzaba el celular en la cabeza porque pensaba que eras un Pokémon.-- fruncí el ceño.

Diablos señorita.-- ella rió y yo rodé los ojos.-- ¿Debería de sentirme halagado?

No lo sé, pero fue gracioso.-- sonrió y me incliné para darla un beso.-- Me encantan tus besos mañaneros, pero mejor cuando te laves los dientes, amor.

La saqué la lengua y me empujó levemente.

La puerta se abrió sin un poco de privacidad.

Buenos días. Levantaos, Ari se tiene que preparar y Toby te tienes que poner el traje que te han traído hace 5 minutos tus padres.-- hablaba Purre apartando de un tirón las cortinas. La luz iluminó la habitación.

Nuestros cuerpos se tensaron ante la repentina entrada de Purre mientras la luz que se había colado por la ventana nos cegaba por completo.

Papá, ¿no sabes llamar?--farfulló mi novia mientras los dos nos cubríamos con la sábana.

Por favor Dios, que se vaya. Que se vaya antes de que me asesine.

He llamado, cuatro veces y habéis pasado de mí.-- se cruzó de brazos y nos miró a ambos.-- Venga, levantaos.

Tragué saliva.

Ya vamos.-- habló de nuevo Ariadna y los tres nos quedamos en silencio. Él seguía allá.-- ¿Nos dejas 3 minutos?

1 minuto y os quiero abajo.-- nos señaló.-- Mira que sois raros para dormir. Por cierto, tu camiseta estaba abajo Tobias.

¿Ah sí? Es decir, sí. Ari me estuvo dando un masaje.-- mentí como pude.

¿Por qué a él le das masajes y a tu padre no?-- abrió la boca indignado.

Oh venga ya.

¡PAPÁ QUE TE MARCHES!-- le gritó Ariadna.

Vale, vale, que humores.-- levantó las manos y salió de la habitación a toda prisa.

Suspiramos a la vez. No pudimos resistir la risa y los dos nos levantamos de la cama.

Bajemos antes de que tu padre nos mate.-- hablé cuando ya estábamos los dos bien aseados.

La abrí la puerta y pasó por mi lado, bajamos las escaleras y antes de entrar a la cocina se giró y me dio un tierno beso en los labios.

Te quiero.-- susurró.

Yo también te quiero.-- sonreí.

Mamá, te lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora