Capítulo 35

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Narra Ariadna

Buenos días alumnos, en un rato viene vuestro nuevo compañero y me gustaría que todos le recibiéramos de la mejor forma posible.-- habló la profesora-- Además, ha entrado en una de las mejores épocas del año. Como sabéis, dentro de poco es el campamento de...

Los alumnos le interrumpieron entre gritos y Tobias me miró sin entender nada.

Cada dos años se celebra un campamento con numerosas actividades en medio del bosque. Es bastante entretenido, excepto por las bromas y porque estamos incomunicados-- le expliqué.

Es cierto, hace 2 años un alumno se abrió la cabeza y los profesores tardaron 1 hora en poder llamar a alguien. Se tuvieron que subir a un árbol para tener cobertura.-- rió.

Tobias frunció el ceño.

Oh, ¿Vos Irás?--me preguntó mirándome de nuevo.

Obviamente que Ariadna viene.-- dijo Cam por mí.

Tobias venga, no me dejes solo con las víboras.-- dijo Alex desde atrás.

Este año si nos había tocado en la misma clase.

¿Perdona como nos llamaste?-- le preguntamos las tres.

Ves, me van a morder, por favor.-- dijo alargando la "r".

Vale, pero como muera allá será vuestra culpa.-- nos dijo.

Cuando la profesora consiguió calmarnos a todos nos entregó los papeles donde nuestros padres nos tenían que autorizar para poder asistir.

Ya sé que algunos de ustedes son mayores de edad, pero aún así quiero que vuestros padres firmen.-- les indicó-- Tendréis 18, pero seguís teniendo la misma mentalidad infantil.

Me reí y miré a mi novio que miraba con mala cara a la profesora.

¿Vos de que te reís?-- preguntó-- Yo no tengo mentalidad infantil, soy un hombre serio.

Vale, vale, señor mayor.-- dije y le agarré un moflete.

Se apartó incómodo y yo seguí riéndome. 

De repente, la puerta de la clase se abrió y la sonrisa se me borró en un instante.

¡Óscar! Bienvenido, pase por favor.-- dijo la profesora.

Todos le miramos con suma atención.

La profesora le habló un poco de como iban las normas y sobre el campamento mientras él nos analizaba uno por uno.

Cuando llegó a mi, no siguió, se quedó quieto mirándome.

Que bien, primero me dices que es lindo y ahora os miráis fijamente.-- me susurró Tobias y  salí de aquella guerra de miradas.

Mentira.-- contesté y tomé un bolígrafo para escribir.

¿Escribir el qué?-- me habló mi cabeza.

Buena pregunta.

De reojo miré como levantaba la ceja y luego negaba con la cabeza.

Si estaba celoso no era mi culpa.

La profesora le indicó de una vez por todas que se sentara en su pupitre y comenzó a dar clase.

Una clase bastante incómoda porque sabía que me estaba mirando desde su sitio.

Al sonar el timbre suspiré aliviada.

¿Qué toca ahora?-- preguntó Alex sentándose encima de mi mesa.

Mamá, te lo prometoWhere stories live. Discover now