18• Listos.

58 10 116
                                    

Los ojos de mi más ansiada víctima me examinan con seguridad, está esperando pacientemente a que yo realice algún movimiento, por mi parte sonrío, esperando que él haga algo valiente.

—Que agradable sorpresa —hablo al fin, volviendo mi cuerpo hacia su dirección.

El muchacho se encoje de hombros.

—Era lo que tenía que pasar, ¿no es así?

—Bueno —coincido vagamente—, te tardaste un poco.

—Tenía que encontrar un punto del que empezar —explica dando un paso hacia mí.

—Te di dos años, creí que sería suficiente.

—Pero sin pistas —da otro paso. Yo levanto mi barbilla, implementando todavía más firmeza en mi actitud, ¿por qué tiene tanta confianza en sí mismo? Yo lo oí llorar, yo lo oí rogar.—. Pero al fin llegué.

Ah, es tan tentador, pero no sería divertido si no lo veo sufrir. Para eso necesito a Cian.

—Bien. ¿A qué viniste? El tiempo ya pasó.

Aquella sonrisa que está formada sobre sus labios, se hace solo un poquito más pequeña.

—A saldar la deuda pendiente que tenemos juntos.

Estiro mi cara, como si no supiera de lo que está hablando, luego niego con la cabeza.

—Ya no me interesa. Es tarde.

—No, no lo es.

—Matt... —estiro con diversión— Llegaste tarde, ¿lo entiendes o no?

—No. No lo hice.

Ahí está, esa desesperación, típica de Matthew Pattien, ya me parecía que ese niño incrédulo y estúpido aún seguía allí. Que a mí no me quiera vender la fachada de niño héroe, porque no lo es.

—¿En qué quieres que te ayude, Pattien? No tengo demasiado tiempo —indico aburrido, echándole un vistazo al reloj que tengo en mi muñeca.

—Quiero que dejes a Cian —dice sin rodeos.

—Oh... —estiro— Cierto, Cian. —Me encojo de hombros.— Bueno —suelto una risita—, tal vez espere tres meses más, de la misma forma que tú lo hiciste.

Decido que ese es el fin de la conversación y me encamino para terminar de cerrar la siguiente compuerta.

—¡No! —exclama, yo lo miro.— No. Estoy aquí ahora, déjala ir ahora.

—¿Y qué gano yo?

—¿Qué quieres?

—¿De ti? Nada.

Sus ojos se desvían un segundo detrás de mí, pasa la lengua por sus labios y yo entorno mis ojos. Parece sopesar lo siguiente que está a punto de decir. ¿Está haciendo tiempo?

—Ven aquí —ordeno rápidamente y él obedece.

Él me mira a los ojos. Frunzo el ceño antes de agarrar su camisa entre uno de mis puños para atraerlo a mí.

—Si tienes un arma la dejas ahora mismo —pronuncio entre dientes.

—Revísame.

Separa ambos brazos de su cuerpo, dispuesto a que yo haga lo que considere necesario para estar seguro.

—Estoy aquí, porque sé que no la dejarás en paz hasta que yo esté muerto —continúa—. Ni a mí, ni a mi familia. Tú yo tenemos una deuda pendiente, ¿desaprovecharás esta oportunidad solo por orgullo? ¿Solo por torturarme un poco más? Terminemos con esto.

Deuda Pendiente #3Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora