9• No hay salida.

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Doy un paso hacia atrás, sin quitarle los ojos de encima al muchacho parado frente a mí, quien mantiene sus manos en alto, esperando por el momento en el que yo me sienta lista para decidir que él es alguien en que puedo confiar.

—Tienes dos segundos para explicarte —balbuceo.

—No puedo decirte mucho —explica echándole un vistazo al alrededor—. La verdad es que no tengo demasiada información.

—¿De dónde conoces a Yugyeom?

—No lo conozco. Solo trabajo para él.

Lo observo de arriba abajo, frunciendo el ceño sin poder controlarme, y entonces levanto mi arma de nuevo, apuntándole de frente.

—¿Desde cuándo? Dime todo lo que sabes.

—¿Tenemos que hacerlo aquí?

—Habla —replico entre dientes.

Oliver se toma un momento para respirar antes de proceder:

—Hace aproximadamente un año y medio que esta persona se comunicó conmigo a través de una red de trabajo. Tuvimos una entrevista por videollamada. Así lo quiso. Pidió mis antecedentes, saber de qué había estado trabajando. Lo cierto es que he trabajado de guardaespaldas durante los últimos años, y tengo entrenamiento casi profesional en todo tipo de deporte de defensa personal. No uso armas, nunca he usado una y, particularmente, ese fue uno de los más exigentes requerimientos que tenía, por eso más que nada me eligió. Recibí indicaciones estrictas de que no debía tocarte un pelo. Me envió información tuya, me dijo que debías estar en algún lado, que sabía que alguien más estaba intentando protegerte también. No me dijo quién. Fue un arduo trabajo dar contigo porque el mundo es mucho más grande de lo que aparenta ser y tú has sido muy vivaz a la hora de desplazarte. Sin embargo, él mismo me envío un informe enorme de nombres que son registrados en los aeropuertos, que viajan continuamente de un país a otro. Ginevra Nixon, entre unos cuántos miles eran los más destacados, porque eran completamente aleatorios los nuevos destinos a los que se dirigían, y, más que nada, eran sospechosos porque no registraban ningún tipo de acta de nacimiento. Divagué por 34 países antes de llegar a ti. Cuando te encontré lo último que esperé encontrarme fue aun caparazón más duro que una roca. No fue así como te describieron.

—¿Por qué te envió a buscarme?

—Todo lo que sé es que estás en peligro. Dijo que cuando te encontrara, en el momento correcto dijera su nombre y el tuyo, lo cierto es que yo en realidad debía acercarme a ti sigilosamente y ganarme tu confianza, pero resultaste ser bastante más difícil de lo que creí y con tan solo dos días de trabajo no pude hacer nada, y en seguida viajaste para aquí.

—Sí. Tuve que hacerlo. —Él asiente y parece no tener más qué decir, así que continúo.— ¿Qué se supone que es lo que pasó mientras no estuve?

—No me dio detalles así de personales. Esto es todo lo que sé. Su intención es reunirse contigo y contarte todo lo que sucedió.

—¿Qué tanto sabe Yugyeom de mí?

—No lo sé.

—¿Qué es lo que sabe Yugyeom?

—No lo sé —repite con más énfasis—. Te estoy diciendo todo lo que sé.

—Porque si Yugyeom sabe bien lo que pasó, supongo que no esperará que confíe así como si nada en un extraño creyéndole que tiene contacto con él.

—No tengo contacto con él —me corrige—. Yo he tenido indicaciones específicas de encontrarte y de contarte la verdad en el momento justo. Cosa que no pasó.

Deuda Pendiente #3Where stories live. Discover now