1-. Paranoia

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Les contaré un poco de este mundo en el que vivimos. De este sitio desolado, lleno de entes con hambre de carne humana. De cómo los cimientos de la civilización se desmoronaron poco a poco... 

Disculpen, olvidé mis modales. Soy Bastian Meyer, aunque mis amigos me apodaron ''Mey''. 

Sé muy bien que vinieron aquí buscando algo interesante, y no planeo fallarles, así que empezaré desde un punto clave: La aparición del virus zombi. 

Sin embargo, antes les contaré algo más sobre mí: Tengo veintitrés años, amo la lectura, los videojuegos, y las artes marciales más que nada. Y es que, cuando se trata de enfrentamientos mano a mano, es bastante difícil plantarme cara. Me siento orgulloso de ello, y para ser honesto, ese ha sido el factor que me ha mantenido en el bando de los vivos por tanto tiempo. 

Pero basta ya de preámbulos y vayamos al grano, a lo que todos ustedes desean saber.


Viernes 21 de diciembre del 2012. La mayoría de las personas se preparaba para las fiestas de navidad y fin de año mientras que algunos otros se preocupaban por el supuesto fin del mundo predicho para esa fecha. 

De verdad desearía haberle hecho caso a estos últimos. Nos habría ido mucho mejor.


Me despertó una llamada a las seis de la mañana, y antes de que pudiera preguntar de qué se trataba o tan siquiera quejarme por la hora, en el instante que atendí la persona al otro lado de la línea gritó:

—¡Bastian, rápido! ¡Pon el canal treinta y dos!

—Pero, ¿qué mierda...? ¿Quién eres y por qué me llamas tan temprano? —balbuceé aún adormecido.

—¡Soy Fran, hombre! —eso bastó para reconocer la voz de mi amigo, que sonaba más sobresaltado que de costumbre—. ¿Qué estás esperando? ¿Navidad? ¡Muévete antes de que se acabe la noticia!

Me sentí tentado a colgarle y volver a dormir, pero por pura curiosidad encendí la televisión y sintonicé el susodicho canal. Una reportera morena, joven y de expresión neutra se dedicaba a narrar los acontecimientos más recientes.

—...Mordió a dos civiles: una mujer y su pareja. Las autoridades no se hicieron esperar demasiado, y en cuestión de pocos minutos, llegaron junto al personal médico —en la esquina superior derecha de la pantalla se podían ver imágenes de cómo el agresor era abatido por la policía y las víctimas eran asistidas. También podía leerse que los hechos habían sucedido en Kenia, África—. Vamos contigo, Roger.

—¿Lo viste? —exclamó Francisco.

—No... No puede ser... —murmuré—. Olvídalo, no importa —cambié rápidamente de tema—. ¿Sigue en pie el plan de acampar?

—Por supuesto, solo falta que vayamos por la comida. 

—Excelente, ¿a qué hora nos vemos?


7:38 am 21 de diciembre 2012 

Supermercado de Valencia, Carabobo, Venezuela

Había una fila larguísima en el área de cajas y los estantes con alimentos no perecederos estaban casi vacíos, como si la gente se estuviera preparando para algo. Eso en particular me asustó bastante, puesto que parecíamos ser los únicos que no tenían ni idea de lo que estaba sucediendo. Aun así, decidimos no quedarnos atrás y meter todos los enlatados que pudiéramos costear en el carrito.

Código X 77Where stories live. Discover now