ch. 011

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CHAPTER ELEVEN.

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ERA EL DÍA DE ALYSANNE Y LYANNE NO ESTABA preparada para verla jurar ante los dioses a un hombre que había encontrado la manera de querer. A veces le costaba comprender ese término, ¿por qué querrías a alguien en tan poco tiempo? Lyanne sin dudas no entendía y tampoco es que quería ser capaz de hacerlo.

Mientras que su madre Valena le obligaba a hacer todos los preparativos para poder mantener a su hermana lo más tranquila posible, Lyanne podía jurar que moría de aburrimiento mientras daba órdenes. Sin duda, no había nacido para estar quieta y organizando banquetes. ¡Dioses! Había hallado una actividad en dónde no era útil.

─Veo que está divirtiéndose, lady Lyanne ─la menor de los Targaryen habló detrás de ella y Lyanne volteó a verla, sabía que había mucho sarcasmo en su voz, la loba estaba al borde de dormirse de pie.

─¡Alteza! ─exclamó Lyanne con una leve sonrisa─: Déjeme contarle un secreto ─Rhaenys asintió mirándola─, odio organizar éste tipo de eventos.

─A mí por el contrario ─le arrebató un pergamino que llevaba todas las indicaciones existentes─, me fascinan.

─¡Han llegado! ─exclamó Tommen haciéndose paso entre la gente para llegar a su hermana, al ver que estaba la reina hizo una extraña reverencia─: ¡Los Frey están aquí!

─No grites, Tommen ─murmuró Lyanne viéndolo─; lograrás que Alysanne nos golpee a ambos.

─Madre ha ordenado que todos estemos presente en las puertas, incluida usted, alteza.

Rhaenys despegó sus ojos del pergamino para mirar al lobo menor, quién le sonreía con amabilidad para posar sus ojos en Lyanne, quién mantenía la expresión de aburrimiento más evidente que la dragón presenció en una persona.

─Lyanne se quedará aquí para continuar con los preparativos ─dijo Rhaenys, entregándole a ella el pergamino. La loba hizo una mueca─, luego volveré joven loba, iré a saludar a los Frey. ¿Nos vamos?

Tommen asintió antes de caminar detrás de Rhaenys, Lyanne suspiró volteando a ver cómo acomodaban alguna que otra rosa y debió rodar los ojos, soltando un lloriqueo para poder dirigirse hacia quienes tenían asignada aquella tarea e indicarles que lo habían hecho mal.

No tenía consciencia de todo el tiempo que había pasado hasta que Aegon apareció frente a ella, se encontraba tan elegante que Lyanne podía jurar que todos desaparecieron en la habitación para que ella pudiera observarlo y quedar como una loba patética desesperada por quitarle la ropa a aquél dragón.

ice and fire.          aegon, the conqueror.Where stories live. Discover now