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El asunto con el príncipe de los Gemelos habia sido desplazado a segundo plano. A pesar de que era de las noticias más emocionantes que recibían en una época de completa duda y frialdad. Saber que la hija de Torrhen y Valena Stark se encontraba comprometida con un buen Lord, hacía que las aguas se alivien, pero tampoco era así.
Todos esperaban por las noticias. Según todos los cálculos que ellos habían hecho, las tropas debían haber cruzado el Cuello el día anterior. Una semana de pura confusión y desesperación. Dónde Lyanne batalló contra el deseo de cortar más de una cabeza.
Su hermana Lysanne, estaba poco convencida de cada decisión que Brandon hacía, caminaba en la cuerda más fina y floja que, en cuánto la cortara, Lyanne sería quién caiga sobre él para hacerle ver qué estaba cometiendo muchos errores y aún no era ‘Rey’. Las decisiones no eran solamente cuestionadas por ellos, también por el pueblo. A ojos de éstos, Brandon Stark debía velar por la seguridad de su gente. No por la seguridad de su corona.
─Hermano ─Lysanne habló, haciendo que Brandon ponga sus ojos en ella, dejando de lado la carta que recientemente habían recibido de un norteño que le informaba absolutamente todo sobre lo que se encontraba sucediendo con Aegon y su padre.
─¿Sí, Lysanne?
─Debemos hablar ─dijo ella, sentándose ante él. Brandon asintió mientras la miraba, aquellos ojos azules simplemente ansiaban que su hermana diga lo que fuese y se retire. Su ansiedad por abrir aquella carta era más grande, e importante que lo que Lysanne tuviese para decir.
─Por favor, dime.
─Estás haciendo las cosas mal, Brandon. ─no fue hasta que esas palabras salieron de su boca que se dió cuenta de que aquella conversación podía terminar de dos modos: con Brandon aceptando aquél pensamiento de forma tranquila y hacer lo posible por mejorar, o, enloquecerá diciéndole que ella no tiene ningún derecho a opinar, recordándole cuál es su papel cómo mujer. Porque después de todo, la única persona que jamás pondría una cuchilla sobre su garganta al decirle semejante estupidez, sería Lysanne.
─¿Realmente? ─preguntó él, con voz monótona. Lysanne asintió con su cabeza, intentando ser lo suficientemente capaz cómo para continuar con aquella postura. Era un lobo, no podía dudar, no podía temer.
─Así es. Todos pensamos lo mismo, hermano mayor. ─al principio, Lyanne se había ofrecido para conversar con él, claro que todos sabían que aquello saldría muy mal─: Estamos haciendo el mayor esfuerzo por apoyarte y demostrarle que confiamos en tí. Porque a pesar de todo, eso es lo que hacemos. Nos apoyamos hasta el final. Pero estás dejándonos sin alternativas. Tú gente, esos que te ha visto y crecer, te necesitan. Y estás tan.. empeñado en ser Rey que no te das cuenta de que prefieren a cualquiera de nosotros antes que a tí. ¡Vaya! Me atrevería a decir que prefieren a Aegon Targaryen.
