34.- El espíritu de la luna

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Primero dejó a Aurea en la ruta. Lo que en verdad le extrañó fue que no se pusiera en el plan de siempre, diciendo que no tenía dinero ni para el bus público. Al contrario, mencionó que tenía algo para el taxi y simplemente se fue. La notó algo turbada, pensativa. A Abish solo se le ocurrió que no había tomado nada bien la noticia de la nigromante que se acerca, y eso ella podía entenderlo. Se sentía igual.

Wolfgang se retiró por su cuenta, y eso fue una suerte. No quería lidiar con él y sus burlas, no cuando se sentía tan alterada. Así que, una vez sola, fue directo al descampado donde solían incinerar los cuerpos de los vampiros. Y perdió toda esperanza cuando a lo lejos vio el humo cubriendo el cielo. Maldijo por lo bajo y aceleró, quizá aún podía conseguir algunos cuerpos, no creía que fueran capaces de quemar tanto. Se equivocó. El encargado le contó que, debido a la cantidad de cuerpos, recibieron la orden de no esperar y ponerse pronto en acción para evitar que el trabajo se acumule. No le quedó otra que retroceder y volver a la Academia llena de desesperanza. 

Había tenido un día terrible, no podía asimilar nada. Todo eso aún le parecía una fantasía, algo que simplemente no podía pasarle a ella. Así como estuvo leyendo el libro de Amphelise en sus ratos libres, desde que el Dán le reveló a Amicia como su danae, puso especial atención al otro libro que compró. El de Aliena. Ahí contaba que el poder de las brujas de su linaje venía del sol, de los sangre de dragón. Ya luego Aliena recibió la bendición de otras deidades que le dieron poder sobre el agua, la tierra y el aire. Si la naturaleza de su poder reprimido venía del sol, ¿por qué ella lo detestaba tanto?

Nunca le gustó el sol, ni el día, ni el calor. Pasaba sus días libres bajo techo, revisando las armas o entrenando. Por la noche era cuando se sentía más viva, en las sombras se sentía más cómoda. Que la magia de las brujas venía de la luna ya lo sabía, o eso decían en los libros. Quizá tenía relación. La luna era magia, algo que siempre estuvo durmiendo dentro de ella. Se sacudió sin querer, como si quisiera sacarse eso de encima. Miró al cielo, donde la luna apenas empezaba a salir, era un punto que brillaba apenas, cubierto por las nubes.

—Quítame esto —pidió, como si ella pudiera escucharla. ¿En serio tenía que ser una bruja? ¿Tenía que despertar un poder que no quería y que no pidió?

Abrumada con todas esas ideas, Abish entró a la Academia. El turno nocturno para el patrullaje ya estaba por empezar, y ella se cruzó con algunos conocidos que apenas saludó. No sentía ganas de eso, no tenía ganas de nada en realidad. ¿Con qué cara le iba a decir a Aurea que no iban a poder averiguar nada? Solo quería encerrarse en su habitación y no salir de ahí nunca. O quizá debería ponerse a probar algunos explosivos en la sala especial. Cualquier cosa que ocupe su mente y que no sea magia.

—Abish.— La voz llamándola la hizo detenerse. Lo reconoció de inmediato, era Zack. Llevaba puesta su bata blanca impecable, la que usaba para trabajar. Ahí estaba el danae de Aurea. Hasta el momento se seguía preguntando por qué era así. Por qué, si se conocían hace años y se llevaban tan bien, el Dán no lo escogió para ser su soporte. Aún así, tenía claro que Zack formaba parte de un todo, de su danan. A pesar de no haber sido marcados, estaban juntos en eso—. ¿Está todo bien?

—No —murmuró. Y antes de continuar, se acercó a él para contarle aquello que logró hacer que su ánimo decayera—. Es sobre el ataque de los vampiros.

—Oh, sobre eso...

—Aurea dice que eso fue una especie de ritual o sacrificio —le cortó, dejándolo con la palabra en la boca—. Así que tenía que sacar algunos cuerpos para examinarlos, pero cuando llegué ya habían sido incinerados.

—Sobre eso —continuó Zack, ignorando la interrupción—, en cuanto escuché que se trataba de un ataque inusual, pedí que me trajeran una muestra de tres cuerpos para examinarlos. ¿Vampiros clase D que salen de día? Tiene que ser una extraña mutación que hay que analizar de inmediato.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu