-Está bien mujer de la caja. -mientras subía la escuché gruñir.

Esperé un tiempo en mi cuarto y decidí salir a buscar a Alba, no sabía exactamente a qué hora salía, así que me quedé vagando por el estacionamiento. Con pereza de quedarme ahí sin hacer nada entré al edificio buscando el salón de artes, pregunté en recepción y me dijeron que están utilizando el teatro. Me perdí tres veces hasta encontrar el lugar. La puerta estaba abierta, entré sigilosamente y me senté en la primera banca de la última fila del auditorio. Pude verla con un micrófono en sus manos, cantando.

Mis labios se quedaron levemente abiertos con la sorpresa, su voz llenaba el lugar, tierna, suave, con ritmo. Mi pulso se aceleró y ciertamente mis ojos brillaban al escucharla. Salí del shock cuando el profesor les avisó que podían salir. Me quedé esperándola. Alba pasó distraída a mi lado, ni siquiera me noto.

-Pss. -llamé su atención. Ella se llevó un susto al verme. -Te vine a buscar.

-Ah... -me miró confundida -...no hacia falta.

-Ya vez. -le guiñé -No sabía que cantabas. -comenté.

-Yo no canto. -alegó -Sólo finjo hacerlo. -sonrió modesta.

-Por Dios, tu voz es maravillosa. -elogié mientras caminábamos por los corredores.

Corredores, nunca entendí porque se llamaba así, ya que no podemos correr por ellos. ¿No deberían ser caminadores?

-Natalia, no sé cantar. -siguió hablando convencida de eso.

-Entonces tengo problemas de audición. -la miré -Porque nunca escuché algo tan lindo como tú cuando cantas.

*POV Alba

Miré el suelo para que ella no viera lo ruborizada que me puse, pateé una piedra en el estacionamiento mientras caminábamos silenciosamente. El camino hacia casa no hubiese sido diferente si ella no hubiera hablado.

-¿Te molestaste por anoche? -abrí la boca para responder, pero ella siguió hablando - Y no mientas.

La miré algunos segundos sin saber qué responder, sin saber cuál será la pelea esta vez.

-Un poco... -decidí dejarlo así. Pero luego suspiré -Tal vez un poco más que un poco.

-¿Y aun así te quedaste conmigo? -rebatió.

-Es lo que parece. -respondí viendo mis manos que estaban sobre mi regazo.

-¿Y puedo saber por qué? -respiré profundo mirando hacía afuera.

-No sé. -me encogí de hombros. -Creo que me preocupé. -la miré mientras negaba lentamente con la cabeza -Aunque a menudo no lo merezcas.

-¿Te ofendí ayer? -preguntó haciendo una leve mueca.

-No, de hecho te vuelves más alegre que lo normal. -conté -Pero estaría mejor que lo fueras estando sobria. -la miré -Tu vida sería más colorida.

-Sabes, mi vida solía ser colorida... -comenzó a contar -...de un momento me vi perdida y fue como si hubiesen tomado un borrador y borrado todos los colores, dejando solamente el gris, en todo. -habló en el tono que yo usé -Por un momento me puse a pensar en quién había borrado mi arcoiris, hasta que me di cuenta que fui yo misma. -me miró de reojo -Solo que de unos meses para acá, descubrí que el tazón de oro aun está al final y tengo el reto de llegar hasta el. O ella. -y lo dejó ahí.

Las palabras de Natalia rondaron en mi mente buena parte de la noche, por un lado quería con todas mis fuerzas creer en ellas, y por otro ya estaba harta de hacerme ilusiones. El intercambio era para ser algo único, una oportunidad de aprender cosas nuevas, de conocer personas, de aprovechar mi tiempo en Miami. Pero al contrario, todo lo que estoy haciendo es lastimarme. Más de la mitad de mi tiempo de aprendizaje lo gasté intentando conocer a Natalia, pasé viviendo por ella, prácticamente. Sé que me voy a arrepentir por no compartir tanto cuando llegue a España. Sin embargo, en contra de eso, está el hecho de que jamás pensé que me gustaría tanto alguien como me gustaba la dueña de todos mis problemas. Y, en parte, eso también es algo único. Suspiré derrotada, me levanté temprano y salí a caminar un poco para despejarme, fui hasta la playa distraída, miré el cielo y por unos segundos deseé estar en casa. Deseé nunca haber salido de ella. Las lagrimas brotaron en mis ojos, me senté en una piedra y me abracé, intentando contener el llanto que estaba a punto de salir. Un tiempo sola me sirvió para tomar la decisión de dejar a Natalia en manos de sus padres y pensar un poquito en mi, por lo menos estos últimos meses. Pero sabía que esa decisión estaba lejos de ser la definitiva, cuando veo aquellos ojos chocolate todos mis planes toman otro rumbo, como dicen.

The Exchange (ALBALIA)Where stories live. Discover now