"El mago y la muerte"

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Hey Shin-chan, ven aquí! –Risas se escuchaban, un par de jóvenes correteaban en un bello jardín.
-¡Atrápame si puedes Bakaito! –Desafiaba un joven de delgada figura, ojos como zafiros y cabello azabache.
-¡Ahora verás! –Finalmente le dio alcance, se lanzó sobre él haciéndole cosquillas.
-¡Basta, basta! –Reía Shinichi, empujando al joven que se encontraba sobre él, su cabello era de un café intenso y sus ojos eran de un bello tono violeta. Pero de un momento a otro, todo se desvaneció, dejándolo en un espacio oscuro, confundido se puso de pie y comenzó a andar.
-¿Dónde estoy? –El eco de sus pasos resonaba en la oscuridad que lo rodeaba completamente. -¿Eh? –Un susurro atrajo su atención.
-Kuroba Kaito –Una silueta se hizo visible en medio de toda la oscuridad.
–Bella dama, ¿Puede decirme en donde estamos? –Una dama tan pálida como la nieve misma, atraviada con un fino vestido de seda completamente negro, su cabello era de color café, sus ojos se veían vacíos y su aura era tan fría que lo hizo temblar levemente. -¿Cómo sabe mi nombre bella dama? –Preguntó Kaito galantemente pero sin acercarse demasiado. -¿Eres acaso una especie de admiradora? –Preguntó haciendo una aparecer una rosa de la nada. Pero ella negó.
-Nada de eso, querido mago, yo soy la muerte que dios te envía –Sentenció asustando un poco al contrario. –Puedes llamarme Siho Miyano, ángel de la muerte o Shinigami como me llaman aquí.
-Oh no, no volveré a ver a mi pequeño detective –Murmuró con tristeza, increíble que en esa situación, él fuera la primer persona en que pensara. –Oh muerte tan rigurosa, déjame vivir un día más, mi amado, tengo que verlo una última vez.
-Lo siento señor mago, eso no es posible, un día no puedo darte. –Dijo acariciando la mejilla del mago con una sonrisa triste -Una hora, una hora tienes de vida. –Pronunció con una sonrisa compasiva
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El joven mago despertó con la respiración acelerada, miró a su alrededor viendo que se encontraba en su habitación, suspiró con alivio creyendo que solo se trataba de un mal sueño, pero una sensación en su mejilla derecha lo estremeció, recordó la caricia que la mujer le propinó.
-Debo darme prisa. –Susurró con preocupación. Se levantó a toda prisa y se colocó su traje blanco y haciendo uso de su planeador se dirigió hacia la mansión de Shinichi, un largo viaje hasta Beika, donde su amor vivía. Su tiempo estaba corriendo. Durante el viaje decidió llamarlo, para avisar de su llegada. Tras tres timbrazos finalmente le respondió.
-¿Bueno? –Respondió su dulce voz.
-¡Shin-chan! –Exclamó con felicidad.
-¿Sucede algo? –Preguntó consternado por la repentina llamada.
-Voy rumbo a tu casa.
-¿¡Qué, sabes siquiera la hora que es!? ¿¡Estás loco!? ¡No puedes hacer eso! ¡Mis padres están en casa, el inspector Nakamori, el inspector Megure y algunos miembros de la policía están aquí! Están planeando algo para atraparte –Exclamó con preocupación.
-Shinichi, si no te veo ahora, ya nunca más podré hacerlo.
-¿Por qué dices eso? –Su voz se escuchaba realmente preocupada, Kaito sintió una punzada en su pecho al pensar la tristeza por la que pasaría su adorado detective cuando se marchara.
- La muerte me anda buscando. –Rogó – Te lo ruego, quiero verte una última vez. –Shinichi aun creía que se trataba de una broma pero el tono de suplica del mago lo hizo ceder.
-La ventana de mi habitación, te veré ahí. –Aceptó antes de colgar y Kaito decidió darse prisa. No le tomó más de un par de minutos llegar al lugar acordado, miró la hora, tenía alrededor de 10 minutos para despedirse de su amado. Aterrizó en el marco de la ventana y casi de inmediato el detective salió.
-¿Qué ha pasado? –Preguntó Shinichi bastante preocupado. El mago simplemente se arrodilló sobre el borde de la ventana e hizo aparecer una bella rosa roja. -¿Roja? Siempre me obsequias azules.
-Esta noche es especial mi pequeño Conan, mi amado Shinichi. Te amo como no tienes idea, siempre lo haré. –Confesó haciendo sonrojar al pequeño niño, quien desvió la mirada.
-Ya lo sé idiota, de verdad ¿Qué sucede contigo hoy? –El mago bajó del marco y se acercó al pequeño con una sonrisa. Su capa ondeaba con el viento nocturno y el brillo de la luna iluminaba su silueta bellamente a los ojos del pequeño detective.
-Lo siento mucho, el tiempo casi se ha terminado. Lamento que no pueda estar presente cuando recuperes tu edad verdadera, eres tan hermoso, incluso siendo un crío. –Se arrodilló a su altura y tomándolo del mentón lo acercó a su rostro, analizó cada detalle del pequeño para grabarlo en su memoria para toda la eternidad, una solitaria lágrima rodó por su mejilla y antes de que el pequeño le preguntara algo, juntó sus labios en un apasionado beso, que Conan tardó en corresponder debido al shock por lo dicho por el mago.
-¿¡Pero qué demonios está pasando aquí!? –El nuevo recluta asignado a la captura de Kaito Kid había ido en busca del pequeño Conan y al entrar se había topado con la shockqueante escena de el menor siendo besado por el ladrón.
-¡Charlie-san!  -Gritó Conan al verse descubiertos, este sin darle tiempo de reaccionar a nadie, sacó su arma y la vació en el pecho del mago, quien con los ojos abiertos a más no poder retrocedió hasta la ventana, donde tropezó y cayó, donde la muerte lo está esperando, abajo en la tierra fría, todo ante la atenta mirada del mini detective.
-“Te amo pequeño, lo siento tanto” –Había leído en sus labios antes de caer por la ventana. El pequeño corrió intentando alcanzarlo, pero fue demasiado tarde, él como plomo caía, sonriendo hacia su dirección.
-¡¡¡KAITO!!! –Fue su desgarrador grito, atrayendo la atención de todos los que se encontraban en la planta baja, seguido de un ruido seco, Ran, Megure y los padres de Kaito subieron a toda prisa al escuchar el desgarrador grito de Shinichi. Nakamori y Mouri salieron a ver qué es lo que había caído en el patio.
-¿Acaso ese no es…? –Preguntó Mouri al ver el cuerpo casi sin vida del mago, su expresión era una de calma, una tenue sonrisa se apreciaba en sus labios y su antes inmaculado traje blanco se encontraba manchado de sangre. Respiraba con dificultad.
-Vamos señor mago. –Pronunció Siho Miyano antes de acuclillarse a su lado y acariciar su mejilla.
-Ah, ese toque tan frio señorita ángel de la muerte, gracias por permitirme ver a mi amado por última vez –Susurró antes de que sus ojos perdieran brillo, Nakamori y Mouri lo miraron con confusión. Antes de que vieran a Conan salir a toda velocidad, este tenía los ojos llenos de lágrimas y gritaba una y otra vez al mago que dejara de jugar y se levantara de una vez.
-¿Qué fue lo que sucedió?
-Al parecer el inspector Charlie disparó a Kaito Kid, quien estaba dentro de la haitación del niño… Kaito lo estaba besando.
-Si algo detesto más que a los criminales y terroristas, son los pedófilos –Dijo el antes mencionado saliendo de la mansión. Los padres de Shinichi miraban a su pequeño con tristeza, lamentablemente no podían aclarar la situación debido a que tenían un secreto que mantener por el bien de muchos.
-¡NO ME DEJES KAITO TE LO SUPLICO! –La madre del pequeño se abrazó a su marido llorando al ver a su hijo tan destrozado. Charlie lo miraba con pena, quizá se había equivocado al disparar, pero ese al verlos así, creyó que ladrón lo estaba forzando, es pequeño, ya lo superara, o eso quiere creer.
-Conan-ku…
-¿¡Porqué lo has hecho!? ¡Yo lo amaba! 
-¿Pero qué dices pequeño? ¡Solo tienes 6 años!
-¿¡Y eso que más da!? –Lo miró furioso antes de volver su mirada al mago, quien yacía inerte. –¡Yo no soy ningún jodido niño, tengo 18 años, YO SOY KUDO SHINICHI! –Aquella declaración que escapo de sus labios en medio del dolor dejó en shock a todos...
-La hora ya está cumplida…  -Se escuchó un susurro perdido en el viento

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