Punto

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Sun hizo caso. Siguió caminando junto a él, creyendo que quizás pretendía llevarle a algún sitio determinado de la misma manera en que le había acompañado hasta la Boutique. Sin embargo, llegado determinado punto, Guzma se detuvo en seco.

—Mira, pasar la mañana contigo no fue desagradable. Pero no estamos de paseo, y no soy tu niñero. Yo me voy a marchar por ahí —señaló vagamente con el dedo—. Y tú... Bueno, tú sabrás lo que haces. Me abro.

El líder del Team Skull lucía cansado, y se hacia cada vez más pequeño en el horizonte con su espalda encorvada y sus brazos arqueados hacia los bolsillos del pantalón.
Sun se quedó de pie donde estaba, con incertidumbre. No sabía qué hacer. Dio la vuelta y se metió hacia la zona de hierba alta más próxima a él, dispuesto a luchar un rato junto a sus Pokémon. Durante el camino, para su sorpresa, le desafiaron un par de entrenadores. No presentaron mucha dificultad para él. Siguió caminando, adentrándose aún más por entre las rutas. Tras varias victorias contra Pokémon salvajes, acabó metiéndose en el Área Volcánica del Wela. El aire cenizo y caliente no parecía afectarle en absoluto, atravesando todo el camino sin problema hasta la Sala del Dominante. Pensó en que quizás se encontraría con Kiawe allí, o que quizás pudiera verle combatir contra algún aspirante.

Al llegar a la cima vio una espalda descubierta y bien definida, coronada por un peinado ascendente y bicolor. Parecía estar hablando con alguien, pero no podía distinguirlo con facilidad. Se acercó cauteloso y a paso lento, sin ninguna intención de interrumpirles. Buscó algún sitio en el que acomodarse y esperó a que terminaran.

No mucho después, Kiawe se dio la vuelta. Parecía tener la intención de buscar algo. Fue entonces cuando vio al joven entrenador.

—¡Ah, Sun! —le saludó alzando el brazo con energía, sonriente—. Me alegro de verte —se le acercó y colocó la mano sobre su hombro, con firmeza pero cuidadoso—. ¿Qué tal todo por Alola? ¿Alguna nueva y apasionante experiencia que quieras compartir con un servidor?

Sun le contó alguna de sus pequeñas aventuras, con un aire puro y humilde. Le daba un poco de vergüenza ver que Kiawe había escuchado sobre sus proezas, y la magnificencia con la que se las habían descrito. En parte era cosa de Tilo, que contenía un exceso de entusiasmo a la hora de narrar sus historias.

—...Es más —añadió a su explicación—, hace un momento estaba escuchando el inicio de otra "pequeña" gran historia de las tuyas —echó una pequeña burla y recogió lo que había estado buscando, haciéndole una seña para que viniera tras él.

Conflicto de interésWhere stories live. Discover now