El timbre sonó una hora más tarde, sobresaltando al pequeño Shinichi que se encontraba viendo la televisión 📺, Ran aún no había vuelto, tratando de calmar los alocados latidos de su corazón, se acercó a la puerta, el timbre sonó por segunda ocasión en respuesta a su demora. Convenciéndose a sí mismo de que todo estaba bien, abrió la puerta y para alivio del pequeño, se trataba del repartidor sí, pero era otra persona distinta a la que venía los sábados.

-Buenos días pequeño, ¿Se encontrará la señorita Mouri Ran? Llegó un paquete para ella que requiere de verificación. –Habló el repartidor, el cual, a diferencia del anterior, se veía con más edad a comparación del joven que los visitaba los sábados para entregar la correspondencia.

-No se encuentra actualmente, pero me pidió que lo recibiera por ella –Respondió con voz infantil.

- ¿Algún adulto? –Conan negó –Es una lástima. –La voz grave del repartidor cambió a una más fresca, la de un joven.

- ¿Eh? –El joven que hasta el momento se mantenía serio sonrió ampliamente, una sonrisa más que conocida, levantó un poco la gorra, haciendo que el pequeño Conan finalmente reconociera al repartidor por su particular forma de mirarlo. –Kaito...Kid... -La sonrisa se hizo más amplia, inmediatamente intentó cerrar la puerta, pero el mago fue más rápido, colocando el pie y entrando con todo y el paquete que traía en las manos. - ¡Maldición estúpido cuerpo de niño, creí que era otra persona, bajé la guardia! –Se lamentaba internamente.

-Creo que fue buena idea cambiar de disfraz, de lo contrario nunca habrías bajado la guardia. –Decía a la vez que se quitaba la máscara, dejando al descubierto un par de ojos violetas y un cabello castaño oscuro. - ¿No es así pequeño detective? –Era la primera vez que veía el rostro descubierto del mago, que de algún modo era muy parecido al suyo en su cuerpo de adolescente.

- ¡Tenía razón, todo el tiempo eras tú! –Exclamó el pequeño retrocediendo levemente.

- ¿No te lo dije Conan-kun? Algunas veces, yo soy el de la lavandería –Dijo con tono herido -O también un simple repartidor –Agregó con simpleza.

- ¿Qué es lo que quieres? –Miraba hacia el escritorio de Kogoro, donde estaba su reloj con sus dardos sedantes, en mala hora se lo había quitado, de los tenis ni se diga, los dejó en la entrada.

-Mmm, me pregunto que será –Hizo pose pensativa, mientras que el pequeño Conan se iba acercando a su objetivo. Cuando estaba a punto de tomarlo, un naipe golpeo su mano. Kaito había disparado sin dejar su pose. - ¡Ah! –Chasqueó sus dedos en gesto de haber encontrado la respuesta. –He venido a robar los zafiros azules. –Respondió con tono lascivo a la vez que se acercaba de a poco al pequeño, que pasmado le observaba.

-No te referirás a... -Su rostro palideció.

-Así es mi querido Shin-chan –Susurró a su oído una vez que se colocó a su altura. –He estado viniendo para llevar a cabo los preparativos para robar un par de hermosos zafiros y otro tesoro más. –Su mano derecha fue ascendiendo hasta llegar a su mejilla, sin pudor, aprovechando el shock del pequeño, juntó sus labios en un húmedo beso, en el proceso, un objeto extraño fue introducido a la boca del pequeño, haciendo que finalmente saliera de su shock, intentó escupir lo que sea que Kaito le haya dado, pero este fue más rápido tapándole la boca y la nariz para que se lo tragara, con lo hizo, lo soltó.

- ¿¡Qué demonios me diste!? ¿¡Cómo sabes mi identidad!?

-Shhhh, mi pequeño –Colocó un dedo sobre sus labios. –It's show time. –Un latido resonó en los oídos del pequeño, este se sujetó fuertemente el pecho. –Descansa un poco, cuando despiertes, comenzará el espectáculo. –Poco a poco la conciencia de Conan se iba perdiendo ante el dolor que recorría todos sus huesos, un dolor bastante familiar.

"Fragmentos"Where stories live. Discover now