El clan Uchiha ha descubierto la ubicación de su más grande debilidad: 𝐋𝐨𝐬 𝐔𝐜𝐡𝐢𝐝𝐚. La inquietud por ser víctimas de una venganza histórica invade a cada uno de sus miembros, eso, además de ser conscientes sobre la particular relación que lo...
"Porque cada uno, a su modo, sobrevivía a la soledad."
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━ P A S A D O ━
Él era Sarutobi Hiruzen, el tercer Hokage; la tercera Sombra de Fuego.
Cumplir con múltiples compromisos era un deber cotidiano para la máxima autoridad. Para Hiruzen, velar por el bienestar de su pueblo –de su familia–, era considerado un asunto primordial dentro de ellos. Konoha estaba a su cargo, cuidado y protección. Y, así mismo, resultaban ser dos los casos que requerían, de momento, una supervisión constante.
Un pequeño niño rubio –huérfano, como efecto de lamentables circunstancias– dependía de él económicamente. Ahora, tenía una responsabilidad adicional; una niña que había caído en la misma situación de soledad y desamparo, de igual forma, a causa de conflictos ajenos.
Ambos eran criaturas inocentes que, tarde o temprano, serían rastreadas por el peligro: Naruto, era el portador del Kyūbi, la poderosa criatura que situó en la aldea caos, muerte y destrucción en el pasado; Shizue, la infante cuyo clan preocupaba de sobremanera a los Uchiha debido al poder que éstos tenían sobre ellos por naturaleza.
Porque sí, él también tenía que cargar con lo sucedido al clan Uchida. Se comprometió a la causa cuando asumió el puesto. Los hermanos Senju se habían encargado de ellos entre las sombras, al igual que Minato. Los auxiliaron, los protegieron, los consideraron parte de la aldea sin importar el trecho terrenal, y lo siguieron siendo incluso ante la sólida discrepancia de Uchiha Madara en su época.
El co-fundador de Konoha jamás accedió a que el polémico clan formara parte del naciente poblado, como sí lo insistía Hashirama. Aquello resultó ser una de las tantas incongruencias que, más adelante, Madara encontraría bajo ese iluso sueño referido a la paz. A extremos llegaría el conflicto pocos meses después. El líder de los Uchiha amenazó con transgredir la alianza si ellos no dejaban la aldea, por lo que la autoridad no tuvo más opción que 'desterrar' a los Uchida de la joven Kohona. El decreto molestó en demasía a Tobirama, quien en todo momento fue firme defensor de dicha casta por motivos personales. Pero el problema central, no concluyó allí. No bastó con expulsarlos del lugar. El martirio psicológico de Madara se mantuvo, ella continuó torturando su mente. Su igual era la culpable de su decadencia espiritual. Sí, ella, a quien debió amar, incluso después de haberla matado tiempo después.
Uchiha Madara, Senju Hashirama y Uchida Mayura fueron los protagonistas de una confusa contienda, quienes habían escrito su propia historia entre la belicosidad de esos años y dejado solo trozos de ésta, donde incluso la veracidad de cada fragmento, era cuestionable.
Se decía que la conexión compartida por Madara y Mayura fue única en la historia de ambos clanes. Especiales acontecimientos provocaron que Madara fuera el único afectado por la naturaleza de su sangre, por la denominada maldición; porque Mayura, jamás sintió por él lo que él sentía por ella. El impacto afectivo, por un simple detalle, no fue recíproco.
