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Alguna vez han sentido, la sensación de que el tiempo disminuye su ritmo.
Que ante a los ojos los demás movimientos son tan lentos que puede apreciar todo con el máximo detalle.
Esta sensación puede suceder en distintos momentos. Al ver el nacimiento de una mariposa o el despertar de una flor con los reflejos del sol.
O hasta el sufrimiento de un ser amado.
Tomioka Giyu se encontrá en esa situación, con su mirada azulada observando con sumo detalle y lentitud.
Como su cuerpo caí a causa de la gravedad, y cómo sus ojos sin brillo eran tapados por sus pupilas al cerrarse.
Todo de esa forma, lento y doloroso.
Hasta que todo volvió a la normalidad al verla tocar el suelo, aunque no completamente pues él había reaccionado a tiempo para sostener su cabeza y que no estuviera en contacto con él frío suelo.
No le importó si el demonio se desintegraba o si aun seguía con vida.
Sus orbes de mar sólo estaban puesto en ella. Y sus manos se aferraban a su cuerpo pegándola al suyo.
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Tenía heridas abiertas que con el simple roce del aire causaba un ardor insoportable. Además de que la herida de su brazo en donde le había perforado aquel hueso con atenrioridad aún no era atendida.
