Epílogo: Que manera tan celestial de morir

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Izuku lo recordaba, no sabía muy bien alemán, y el hombre parecía nativo así que no supo qué había dicho por la fluidez de sus palabras. Pero la reacción de Katsuki ante sus palabras fue clara, estuvo sereno durante la conversación pero una vez se acabó, lo llevó al baño y lo besó de una manera que Izuku aún podía recordar, la sensación persistía silenciosa en su boca y cuello. De solo cerrar los ojos y pensar en sus gruñidos y besos, no necesitaba mucho más para sentir que su polla estaba erecta contra las mantas.

Katsuki lo observó, sonrió con soltura cuando con las manos separó sus nalgas y fue directamente con su boca hasta su culo. Izuku gimió pero fue evidente lo que había hecho en el baño media hora antes, el sabor a frutilla sintética del lubricante aún se sentía alrededor. Fue rápido, lamidas largas antes de sentirlo temblar bajo su boca. Se alejó y escupió, y con uno de sus dedos comenzó a penetrarlo.

—Katsuki...—las manos de Izuku apretaron las sábanas, su voz raspo con fluidez el silencio.

—¿Usaste tus dedos en el baño? No he visto juguetes por aquí—Izuku asintió, Katsuki mordió sus labios cuando el segundo dedo entró sin resistencia. Los gemidos de Izuku iban directamente a su polla, que ya dolía por lo dura que estaba. Acercó su boca hasta la espalda, gustoso fue besando las pecas—. Joder, cuando te veo así, no puedo evitar pensar en follarte, me vuelves loco.

A veces, la línea entre la locura y la lujuria era demasiado delgada para Katsuki. Mordió suavemente, Izuku gritó bajo cuando la misma mordida se convirtió en un chupetón y tres dedos cayeron de lleno en su interior.

—Katsuki, yo no puedo más... Ah, ponlo dentro pronto. Joder, te necesito adentro ahora—Katsuki aún estaba usando su ropa, de hecho estaba manchando la cama con tierra de sus costosos zapatos de cuero pero la verdad, no le importaba. Bajo el zip de su pantalón de tela negro, busco en el bolsillo derecho el condon que tenía en mente usar en el baño de la oficina de administración y lo dejó en la espalda de Izuku mientas se bajaba los pantalones, el cinturón resonó impacientando más a Izuku que dió media vuelta para mirar a Katsuki como se ponía el condon. La camisa roja le quedaba de una manera perfecta a Katsuki, estaba enamorado del hombre más erótico sobre la tierra y no estaba avergonzado de lo orgulloso que se sentía. Movió ligeramente su trasero y observó la sonrisa nerviosa de Katsuki.

—Jodida mierda provocadora—Katsuki alineó su polla, frunció el ceño mientras fue empujando lentamente, percibiendo la tensión en su estómago por lo bien que se sentía su polla al interior de su novio. Izuku apretó los dedos de sus pies y alzó sus caderas para tenerlo más profundo, había pasado tanto tiempo y las pollas de las aventuras de una noche en su pasado no se podían comparar con la de Katsuki, la cual era gruesa, con la longitud perfecta que daba justo en el lugar exacto para que pusiera sus ojos en blanco—. Mierda, estás muy apretado, relájate un poco.

—Se siente demasiado bien, ¡ah! ¡Sí, justo ahí!—Katsuki acarició las caderas con sus manos, viendo las cicatrices de las puñaladas. Sus labios bajaron hasta su hombro y besó suave sin moverse, percibiendo el temblor en las piernas del otro. Cerró los ojos y se ajustó para dar justo en ese punto, suspiró por lo bajo y comenzó a moverse lento. La desesperación poco a poco subió por su espalda hasta acabar siendo un sabor familiar en su boca. Izuku estaba gimiendo, casi enojado por la lentitud de su cadera pero también disfrutando de la sensación densa y rauda acumulándose en su cuerpo, con la sangre llenando su centro.

Ambos maldijeron por lo bajo cuando la obviedad de la lujuria tomó como presa sus cuerpos. Las mismas manos de Katsuki cayeron al lado de la cabeza de Izuku, apretaron las mantas cuando las caderas que estaba impactando fueron en su encuentro, era desordenada la forma en que estaban moviéndose por la cama, desesperada por el placer. Katsuki volvió a abrir sus ojos y vió la erótica imagen delante de sus ojos, las caderas de Izuku meciéndose por más, su culo temblando por las estocadas, su entrada húmeda y rosada absorbiendo su polla y el condón brillando por el lubricante. Se estaba volviendo loco de solo verlo, tuvo que cerrar los ojos otra vez porque la sensación era demasiado intensa. Sin embargo, estaba el sonido. La cama rechinando por el movimiento de sus cuerpos, sus pieles húmedas encontrándose y formando una melodía sucia. Los gemidos de Izuku y su respiración entrecortada. No podría continuar por mucho más si las cosas seguían así.

Cry Baby!Where stories live. Discover now