Capítulo IV (II):|The Sinner|Mi debilidad es un hombre que me puso de rodillas.

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No soy un hombre fiel, mi debilidad ahora es un hombre que me puso de rodillas mientras tú estabas dormida. Lo siento, sé que prometí algo pero no puedo hacerlo para siempre... Porque soy un pecador en el jardín del amor, y cuando el sol está saliendo, ya me estoy lavando las manos.

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Entró en la habitación, Izuku respirando como si no quisiera hacerlo, dió la vuelta. Ojos negros, cabello negro y una musculatura increíble. El hombre que se presentaba ante sus ojos no era nadie, y él no era nada más que un camboy. Un chico olvidando sus costumbres morales y entregándose por completo al dinero, al placer de un completo extraño y la sensación de adrenalina. Él representaba unos cuarenta y cinco años, probablemente también poseía hijos, una esposa a la cual amar y una casa de ensueño en una colina. Aún así, había decidido estar con CryBaby por dos millones de dólares. Solamente un hombre adinerado podía darse el lujo de elegir, de sobrellevar las reglas del juego. Tragó en seco y dejó caer la bata que estaba usando, era momento de empezar el show...

No, nada de eso había pasado. Esa fue su imaginación del momento en que cruzaría el umbral de la puerta principal. Nunca pensó que sus ojos estarían vendados y que nombraría a Katsuki entre gemidos ante un desconocido. Su vergüenza había hecho el trabajo de bajar completamente su erección y solamente podía oír la respiración de Kate. Tan errática que fácilmente sentía el enojo entre cada exhalación. Había hecho exactamente lo que no debería hacer, podía entender perfectamente que él ya no quisiera nada con su persona.

Se levantó, listo para quitarse la venda pero... Las manos contrarias lo detuvieron.

—Supongo que esto es un desafío. Bien, lo acepto. Te lo quitaré tan lento de la cabeza, que desearás nombrarlo más para suplicar por mis caricias. Recuérdalo Izuku, mi nombre es Kate—no. Nada de esto era real, su erección no estaba nuevamente ascendiendo. La sangre no estaba bombeando hasta su sur, llenándole el cuerpo con lujuria para destilar en cada gota de sudor un éxtasis tan profundo que cada suspiro era fulgor.

Él era hetero, pero ahí estaba, siendo gustosamente atendido por un hombre.

Katsuki sonrió, fue en busca del lubricante, uno que no lo vio usar en las transmisiones del sitio. Con olor y sabor a naranja. Izuku se quedó en la cama, deseando sacarse la venda pero respetando que no podía hacerlo; Kate era su maestro en ese momento. Quedarse con ella volvía más intensa la situación, saber que la persona que lo tocaba era un perfecto desconocido era algo nuevo y extraño. Nada de lo que estaba viviendo en ese momento lo había sentido al lado de Ochako, con sus lindas curvas femeninas y el amor ágape en sus toques. Tan incorrectos, tan poco gratificantes. Ahora no sabía qué hacer; probablemente al cruzar el umbral de la puerta, sería un hombre nuevo. Siguiendo en negación por su sexualidad, pero aumentando más el peso en su conciencia. Dios, solamente faltaba que le gustará el sexo anal con él. Y no lo dudaba, le encantaba hacerlo con juguetes. Qué lentamente se calentaban con el roce, hacerlo con uno real. Sin tener el poder de controlar las estocadas, el ritmo y sosteniendo sobre su cuerpo un peso adicional... Podía jurar que su polla tenía una gotera blanquecina. Sintió nuevamente los pasos en la habitación, los pies de Kate rozando la alfombra. Su pulso se aceleró, y pudo percibir la mirada sobre su cuerpo. Estaba expuesto, solamente la blusa con tirantes lo cubría de la completa desnudez. No obstante, ésta no era particularmente muy gruesa, sus pezones turgentes por contacto sobresalían bastante.

—Te ves muy bien en mi cama CryBaby, ¿tu novia antes te había tenido así? ¿Tan vulnerable?—la mención de Ochako fue un shock, algo que no duró porque sintió un líquido caer sobre su estómago levemente descubierto—. Estira tus manos, te esposare. No olvides tu palabra de seguridad. Si algo te incomoda, dilo. No quiero hacerte daño.

Cry Baby!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora