Epílogo: Que manera tan celestial de morir

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"Solo un gesto de tu parte salvó mi vida, y eso es lo que yo llamo amor. Ese instante donde nada más que nosotros cobramos sentido y todo lo demás se convierte en un mapa de lo desconocido."

...

En la penumbra de la habitación, la oscuridad tocaba con delicadeza su piel erizada por el tacto dedicado. Fueron meses donde ambos rozaron una parte de sí mismos tan oscura que hasta el sol no podría iluminar aquello. Al mismo tiempo, se transformaron en lo que se podría decir fue una versión mejor de ellos. Porque ahora algo tan común como quitarse los zapatos para dormir, se convirtió en un acto sumamente religioso. Era su última noche en Berna, para la mañana ya no estarían en la habitación del hotel, sino camino al aeropuerto para volver a Seattle, para volver a sus vidas cotidianas. Con los papeles azotando sus días y las visitas hasta las instituciones, no tuvieron tiempo para siquiera tocarse, apenas podían dormir y comer o hablar con sus amigos o familiares. Pero esa noche, la última, debía ser diferente. Para los dos Berna era especial, la magia de la ciudad los había hecho amar cada centímetro de la misma y recordarla como un nido de amor a pesar de que no había nada más que recuerdos agridulces en ella. Aún así, las muchas palabras y emociones vividas ahí la hicieron su lugar favorito. Su lugar para volver cuando el tiempo fuera difícil. Ninguno de los dos lo había dicho en alto pero eso era lo que pensaban de la ciudad europea.

Su ciudad para algún día volver, quizás encanecidos por el implacable tiempo.

—Déjame ayudarte con eso—Katsuki intervino, Izuku estaba tratando de quitarse los pantalones ajustados. Estaba agotado aunque no lo suficiente como para ignorar que su novio estaba arrodillado entre sus piernas. Tragó duro cuando la mano suave viajó por el interior de sus muslos hasta acabar en el borde de la pretina. Estaba al borde de la cama y alzó las caderas para que fuera más fácil—. Hermoso... Tan hermoso.

Katsuki susurró contra la piel al tenerla al descubierto, Izuku gimió cuando el par de labios se posó con cuidado sobre su rodilla helada. Sus zapatillas terminaron en alguna parte de la habitación y sus pantalones ya no hacían acto de presencia para oprimir su piel. Se quitó el chaleco con su camisa para dejar al descubierto su pecho cálido, la mirada roja recorrió todo hasta llegar a la tanga. Izuku cubrió sus pezones con su cabello largo y enroscado, sentía cierta vergüenza por la forma en que su cuerpo ya no parecía el de un hombre en forma. Estaba delgado pero ya no tenía abdominales que presumir, Katsuki tenía razón en decirle que parecía un twink. Sus brazos y piernas aún poseían algo de músculo pero su centro no parecía igual, igual una pequeña cantidad de barriga se asomaba, no podía evitarlo porque siempre debía estar probando sus dulces, la ropa lo disimulaba bien pero al desnudo era otra historia. Una historia que parecía ser el crimen favorito de Katsuki.

—¿No extrañas mi cuerpo fitness? Antes era delgado pero al menos tenía más carne en los huesos. Ahora parezco mujer—Katsuki lo observó enojado, lo empujó en la cama y lo dio vuelta, su estómago golpeó las mantas al mismo tiempo que su culo quedaba al descubierto. Estaba desnudo, ya no podía ocultar nada. Sintió la cama hundirse, las rodillas de Katsuki al lado de sus muslos, separándolos—. ¿Katsuki?

—¿Extrañarlo? ¿Te has visto al espejo siquiera? Eres jodidamente hermoso, tus piernas son gruesas justo donde deben serlo. Tu culo sigue siendo la octava maravilla del mundo, redondo y jugoso—Katsuki amasó las nalgas de Izuku, suave y lento, Izuku apretó sus manos al sentir la mirada roja sobre su cuerpo—. Tu espalda es jodidamente delgada y hermosa, con los músculos adecuados para hacerla curvilínea. Tus hombros son afilados aunque siempre fueron así, llenos de pecas. No sé si lo ignoras o simplemente eres un jodido ciego de mierda pero cuando fuimos esta mañana a la oficina de administración y ese imbécil pelirrojo se te acercó hablando alemán... ¿Lo recuerdas? Como te llevé hasta el baño del asqueroso lugar y te marqué el cuello... Fue porque ese jodido idiota te estaba coqueteando, eso es lo que provocas en los hombres, los excitas porque eres jodidamente caliente y hermoso. Da igual como seas físicamente, hay algo en ti y eso es mágico.

Cry Baby!Where stories live. Discover now