Capítulo XIV:|The Dream Synopsis|

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Años detrás de nuestros corazones han dejado huellas irremplazables para el tiempo. Desearía ser tu amigo, aunque eso significara olvidar todo lo que alguna vez fuí a tu lado.

...

Mitsuki conocía la mayorías de las facetas de su hijo, las había visto casi todas. Desde recién nacido, hasta que vio profundas marcas verticales en sus antebrazos. Mismas que después ocultó con tatuajes negros porque le daban vergüenza. Katsuki para ella era un hombre que nunca sabía lo que sentía, que no era capaz de identificar sus propios sentimientos porque los mismos siempre lo estaban cegando hasta el punto de volverlo incompetente. Por eso cuando pidió dos millones de dólares al banco de la familia, no se sorprendió en lo absoluto que fuera por una persona. Poseía registro de los gustos poco morales de su hijo por un chico, por el Camboy Izuku Midoriya. Para ella no había misterios, y cuando el dinero salió... Vio la oportunidad de tener a su hijo en sus manos. En la empresa de la familia, justo donde pertenecía. Sin embargo, le sorprendió lo fácil que accedió a ser el líder del buffet de abogados. Ahí entendió que el muchacho no era cualquier persona, era "aquella" persona. Porque antes había visto a Katsuki de esa manera, sacrificando sus propios gustos para obtener un poco de tiempo con una persona.

Y la persona anterior casi lo había matado. Por eso averiguó todo sobre Izuku, porque quería hallar una falencia. Un método de defensa.

Fue una sorpresa saber que el muchacho no se había convertido en Camboy por una razón superficial, las cuentas médicas al nombre de su madre hablaban por sí mismas. Incluso los gastos en insumos estaban en su radar, aún así, el muchacho era mucho más que una cara linda. El muchacho era una influencia en el comportamiento de su hijo, más allá que fueran amantes, el muchacho de ojos verdes hizo que Katsuki volviera a las raíces de su familia. Así que como "regalo", al retirarse del universo pornográfico borró de todos los sitios cualquier atisbo de CryBaby. Para Mitsuki no era nada vergonzoso de ver, había visto tantas cosas en su vida que un culo sobre un pene de plástico era suave comparado con todo lo demás. Pero de cierta manera entendía a su hijo, los ojos de Izuku contra la pantalla oscura tenían una magia incalculable. Era una pena que el chico prefiriera ser ingeniero antes que ser parte de una profesión más carismática. Mitsuki tenía olfato para ver el talento y él lo poseía en sus venas. Marcado en la forma que se comunicaba con los demás. Por lo demás, tuvo que contratar a un investigador privado para saberlo todo de su vida y así encontró a Ochako.

Una chica que Katsuki estaba escondiendo en una de las cabañas veraniegas de la familia. Y no solo eso, sino que también estaba embarazada y por lo que su investigador privado había hallado, el bebé era de Izuku. Mitsuki de cierta manera se sintió ofendida al darse cuenta que su hijo había sido la tercera parte en una relación... Pero sería hipócrita de su parte hacerlo, porque ella también era así, muchas veces había caído en redes que hacían a Masaru olvidarse por su bien que estaba casado con la protectora del diablo. Porque para Mitsuki, el mundo no solo era de los blancos, sino era reino de los eternos grises.

De aquellos que no tenían miedo de ensuciar sus manos con malas acciones para hacer el bien.

La mujer se sentó en el sillón de su oficina, el mueble crujió bajo su peso. La ciudad de Seattle lucía hermosa en su vista, con las luces y el ruido de las calles. Vivas contra las ventanas, su hijo había llegado de Berna hace unas horas y lo único que sabía era que había bajado del avión con Izuku de la mano. No podía hacer nada con el corazón de su hijo pero la mujer... Tenía que hablar con ella antes que el mismo Izuku lo hiciera, así que sin siquiera avisarle a su esposo que no llegaría. Se fue hasta la casa de verano en un extremo de la región, el cansancio de las noches en vela siempre hacía estragos en su rostro pero era el precio de ser dueña de un imperio valorado en dieciséis mil millones de dólares, ese era su legado. El que Katsuki llevaría en los hombros una vez que ella decidiera dejar la oficina que la albergó desde que era una mujer honesta.

Cry Baby!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora