Capítulo XVI:|No me olvides aunque este agonizando en tus brazos|

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Nunca te olvidaré, ni todo lo que he hecho contigo. Nunca me perdonaré, ni todo lo que hice cuando aún estabas a mi lado. No pararé hasta que toques mi puerta.

...

El traje estaba ajustado en las zonas correctas, su porte elegante y los años mermando sus rasgos suaves dejaron en claro su estirpe. Katsuki había nacido para tomar el control del legado del buffet de abogados de los Bakugō, muchos de los trabajadores del lugar veían en él la sombra exacta de Mitsuki cuando era joven, solo que el joven muchacho no albergaba en sus ojos la inocencia, los trabajadores más íntimos de Mitsuki sabían el verdadero pasado del muchacho y la oscura pesadilla de su realidad, muchas batallas y caos. Le tenían una fe ínfima, sólo dependía de lo mucho que anhelaba Katsuki pertenecer al legado Bakugō. Los ojos rojos nunca desearon ser parte del tóxico mundo de su madre, como las trampas y los errores enmarcaban un perfil en cada persona pero el veneno del poder ya estaba en sus venas y lo primero que su madre le encomendó como aprendiz de ella fue encargarse de algo. Conocía las capacidades de su madre, lo cruel que podía llegar a ser en ocasiones. Muchas veces contempló con sus propios ojos la verdadera faceta de un Bakugō, su padre no lo entendía porque él no era un verdadero integrante de la familia, no corría por sus venas el hambre de poder y la manifestación de dominio. Cada Bakugō sobre la tierra debía dominar, algo que se podría tratar con terapia pero que se canalizaba a través de acciones, muchas de ellas ilegales.

Cuando volvió a América, unos días después tuvo que despedirse de Izuku para encaminarse hasta la oficina de su madre, se sintió observado. Sus manos temblaron en más de una ocasión por el temor raudo del pasado en su cabeza pero recordó las palabras de Izuku, como sus labios se movían ante la afirmación: "Eres fuerte y puedes contra todos ellos."

Lentamente su temor se degradó hasta formar una gruesa capa de valentía, pero por mucho que esa capa fuera gruesa el temor era más fuerte. Con su ego cargando y pisando fuerte con su cuerpo llegó a la oficina, Mitsuki estaba en una reunión con unos empresarios coreanos. La fama de su madre llegaba hasta donde el idioma no alcanzaba a ser entendido pero ella misma aprendió la lengua asiática en menos de un mes, solo para sorprender a sus nuevos clientes. Ella ganó, se los echó al bolsillo como caramelos agrios. Con la marcha de los coreanos y el medio día presentándose con lluvia a las afueras del edificio, Mitsuki dejó entrar a su hijo hasta la misma boca del lobo. Los recuerdos de ese lugar no eran dulces pero no debían ser así, el poder conllevaba un gran sacrificio y ese era la confianza y comodidad. Su abuelo siempre lo decía.

"Katsuki, eres mejor que tu madre pero este mundo no se trata sólo de ganar un juicio. Se trata de acabar con las amenazas antes de llegar al estrado y para eso no sólo debes tener pruebas contundentes. Los Bakugō somos buenos en esto porque tenemos de nuestro lado muchas personas que tienen un precio en sus cabezas, personas capaces de manchar sus manos con rojo. Nuestros ojos son así por una razón, no somos criminales, no somos justicia, solo somos astucia y a veces nosotros mismos tendremos que manchar nuestras manos. Si algún día quieres ser parte de este lugar, debes entender que no somos los buenos, somos la sombra del diablo. Esbirros de lo que nos conviene aunque no sea lo correcto."

Katsuki siempre pensó que su abuelo estaba agonizando por las palabras pero ahora lo entendía al ver los papeles sobre la mesa de su madre y presenciar las fotografías, las facetas de su familia eran grises y todas poseían un tono muy oscuro. Un verdadero infierno, ahora tomaba lógica su falta de culpa ante la separación de Ochako e Izuku. Él era así.

—¿Quienes son esos mocosos?—las fotografías eran de cuatro hombres, estaban encerrados en una jaula que apenas poseía el espacio suficiente para que se movieran con libertad.

—Son un recuerdo de tu pasado, has aprendido rápido lo que debes entender de este mundo pero hay algo que no se puede dejar pasar. No somos como los demás abogados, no abogamos por el débil sino por el más fuerte. Esos mocosos son una mancha en tu vida y ahora te doy el poder para hacer algo por la vulnerabilidad de tu yo del pasado—la sonrisa de su madre se extendió por su rostro con elegancia, Katsuki se acercó y tomó con fuerza las fotografías. Sin duda eran ellos...

Cry Baby!Where stories live. Discover now