Capricho - Sebastini ✔️

~Capitulo 20~

Martina:

— Sebastián pásame a Alma — le dije en un susurro, él levantó sus ojos hacia mi, sentía como mis piernas temblaron, sus ojos, rojos, totalmente grandes en su rostro, ¿qué pasó con él?

De pronto se veía tan mal, tan devastado, me senté en el asiento, su rostro aún me perturbaba,mierda, se veía mal, muy mal.

— Necesito hablar contigo Martina — dijo Roberto, lo miré, con odio, con él odio que se merecía.

Vi a Sebastián sostener contra su pecho a Alma, lo miré, él no a mi, él la miraba a ella, sólo a ella. Se acercó a su rostro y depósito otro beso.

— Él está demasiado avergonzado como para verte — me explicó Roberto, lo volví a mirar.

— ¿Qué quieres? — dije riéndome, sabía que tenía un peligro con Sebastián quien sostenía a mi hija, cuando Roberto quería robármela. Él se sentó a mi lado.

— Te debo una disculpa, bueno, no una, varias — dijo bajando la cabeza, lo miré con el rostro sorprendido, ¿él disculpándose?

— Cuando vi a Sebastián así, tan, tan, mierda, nunca lo había visto así, ni siquiera cuando termino con su ex novia, ni cuando estaba realmente mal, no, nunca, ahora se la pasa metido en tu dormitorio, no sale para ningún lado y eso que solo son tres días, pero para nosotros ha sido un verdadero infierno y... lo merecemos — miré su rostro, él decía la verdad, me estaba mirando, avergonzado, odiándose a él mismo.

— Estaba cegado con todo esto, tenía miedo que la carrera de Sebastián se fuera abajo, tenía miedo que después de todo lo que hemos logrado, con mucho esfuerzo, se esfume así de rápido, teníamos miedo y en ese momento no estaba pensando con claridad,bueno, en ese momento, y cuando tú te fuiste, él quedó devastado, no hacía más que llorar, esta depresivo, lo único que quiere es estar con Alma y contigo, pero en este momento está tan cegado con ella, que a penas puede mirarte de lo avergonzado que está, se odia a si mismo por perderte— sentí como mi corazón estaba volando, ¿de verdad él me estaba diciendo esto?, no será para después..

— Sé lo que piensas, Martina, nunca había sido tan sincero en toda mi vida, y tienes razón, soy una mierda, y todo aquello, pero míralo, él mismo se dice asi, se odia, yo.. yo me siento tan culpable — dijo mirándome — No te digo que vuelvas con él, no, sólo te pido que lo dejes ver a Alma, sabes cómo es con los niños, ¡los adora!, y que tú le quites a su propia hija, no si quiera lo quiero ver — suspiró.

— Déjalo ver a Alma por favor, podrías vivir aquí, él te comprará una casa sino estás cómoda en la suya, y ahí él podría ver a su hija, pero si tú te vas, él la verá muy poco y sé que sería bastante malo para él— estaba entre la espada y la pared, mi familia estaba allá, en mi país, ellos nunca me han defraudado, pero lo que dijo Roberto era cierto, aún así no puedo creer lo que estoy escuchando, creo que estoy en shock, miré a Sebastián, él estaba alejado, sentado en otra banca, tenía a Alma en sus piernas, mientras le sonreía, sus ojos ahora no estaban apagados como los vi antes, ahora tenía un brillo, hacía caras graciosas para ella, mientras veía como ella sonreía, si, Alma ya sonreía.

Sentía ese nudo tan conocido por mi en la garganta, no sabía que hacer, sabía que si me iba, dejaría a Sebastián mal, pero más a Alma, y si me quedaba, mi familia, ellos, ¿que haría? Tenía un vuelo en media hora, sólo media hora para pensar en todo esto.

— No puedo decidir ahora Roberto — le dije, mirándolo, él miró a Sebastián, entonces bajo la cabeza.

— Esto es todo culpa mía, él nunca quiso hacer esto, pero yo lo presioné, le insistí, lo asusté y él no tuvo otra salida. Martina él nunca actuó contigo, todo lo que hacía, decía, todo eso, era verdad, lo ves en los ojos, cuando te mira, es imposible que haya actuado, él no es así, yo lo oblique y tarde me doy cuenta.

Ahora no podía decidir, claro que no, necesitaba pensar, lo necesitaba, volví a mirar a Sebastián, ahora él me miraba, pero al yo mirarlo bajo de inmediato el rostro y se centró en Alma. Suspiré, ahora no podía decidir.

— Lo siento Roberto, pero no puedo decidir ahora — le dije, él me miró, y entendió el mensaje.

— Martina puedes quedarte en la casa, si no estás lista para decidir, quédate ahí por ahora, y cuando decidas, aceptaremos tu decisión.. — me dijo, baje la cabeza.

— Es que no estás entendiendo, yo necesito tiempo, tiempo para pensar, necesito espacio, necesito estar.. alejada — le dije. Él me miró y al parecer miles de pensamientos estaban pasando por su mente.

— Martina, no te vayas — eso sonó como un ruego — No puedes dejar a Sebastián así, por favor, no, no lo dejes así — dijo él rogando, jamas lo había visto tan vulnerable, joder.

— Por favor — lo miré y las lágrimas ya estaban pinchando, me mordí el labio inferior.

— Necesito tiempo — volví a repetir.

— ¡Si! Claro que si, puedes quedarte en una casa, él la compraría, Martina si no quieres verlo, o no nos quieres ver, lo tendrás, él iría a buscar a su hija y sería tan sólo unos minutos o segundos que lo verías, por favor..

Miré a un lado, tratando de distraerme, o si la decisión que había tomado era justa y buena, y ahí estaban ellos, tratando de obtener una foto.

Volví a mirar a Sebastián, él tenía a Alma en brazos, ella dormía en su hombro, y él la palmoteaba la espalda despacio, ¿porque tiene que ser tan difícil?, ¿porque?, ¿porque no dijiste no Sebastián? Su carrera idiota, me dijo mi consciencia, pero no era suficiente, sentía que todo el daño que me hicieron tenía que pagar, pero no podía quitarle a su hija, no, no puedo, sería injusto para Alma, sería muy injusto, pero ¿y todo el daño que me hizo a mi? Él no actuó contigo, nunca lo hizo. Pero él no hace nada para recuperarme, parecía que sólo le importaba Alma,  ¡Estás celosa!, ¡Mierda claro que no!, ¿cómo tenerle celos a mi hija? Tú quieres que él se esfuerce en recuperarte, eso es lo que quieres, ¿Tini no lo ves? Él tiene miedo, miedo de que vos te lleves a su hija lejos de aquí, por eso está tan apegado a ella, como si quisiera disfrutar los últimos minutos con ella.. ¡diablos! No serían los últimos, el la vendría a ver, estoy segura.

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