9) Amiga de Sebas

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— ¡A mis compas bien hartos traigo yaaaa! — empezamos a cantar Mateo y yo, logrando asustar al mesero por tal acto repentino — ¡Me dicen: wey ya lo tienes que superar! — al ver que Mateo no cantó esa parte lo mire con mala cara.

— ¿Qué? — responde este dándose un trago de whiskey.

A ver déjeme aclararles algo: una vez Mateo y yo nos fuimos del partido de fútbol sin ni siquiera decirles a los demás, nos quedamos un buen rato en el auto de Mateo hablando sobre nuestros problemas mientras buscábamos un lugar a donde ir. Era la primera vez que le contaba todos mis problemas a alguien, bueno segunda, no olvidemos a Samy y a Dylan. Luego de un buen rato, aproximadamente una hora de puro hablar, decidimos ir a un bar para emborracharse y desahogar nuestras penas con whiskey. Y bueno aquí estábamos, borrachos hasta el culo y con más despecho que un novio que lo acaban de dejar en el altar.

Ok, ni siquiera se lo que digo.

— ¿Por qué no cantaste esa parte conmigo? — lo señaló — tu me dijiste que también andabas despechado.

Se cruza de brazos — lo estoy pero primero la canción dice ya la tienes que superar, no, ya lo tienes que superar. Y segundo ya tengo la garganta seca — aclara.

No me extraña, si hemos cantando canciones de despechados a todo pulmón por más de dos horas.

Bufo — es igual.

— pues no. Hay diferencia de sexo — No se por que pero escuchar que dijera la palabra sexo hizo que por alguna razón me causara mucha gracia — ¿Ahora por que te ríes?

— dijiste sexo — le digo sin parar de reír.

Él de pronto también empieza a reírse — ¡Sexo! — se ríe a carcajadas — se-se...¡Xo!

— ¿Cuándo piensan irse? — pregunta de pronto el mesero llamando nuestra atención. Parecía muy enojado y fastidiado por nuestra presencia — no pueden estar aquí, son menores.

— ¿Cómo que no? — habla Mateo viéndose ofendido — tengo dieciocho, soy mayor de edad.

— tu si pero ella no — me señala y yo sonrió como angelito — si saben que le estoy dando alcohol a una menor m—

Su frase quedó a medias ya que fue interrumpido por Mateo — oye tranquilo, nadie sabrá — saca su billetera y le entrega un billete de cincuenta dólares y se lo ofrece — además, te estoy pagando por tus bebidas y por qué te hagas el ciego con ella.

— y ya yo estoy por cumplir la mayoría de edad en unos meses — le informó de mala manera.

El mesero nos mira a ambos por un par de segundo — bien — toma el billete — les daré media hora más y se van — dice antes de irse.

Apoyo mi mejilla en mi mano — valla, lo que hace el dinero.

Mateo me sonríe y se encoge de hombros — normal, el mono baila por dinero.

— oye — Ladeo la cabeza como un perrito confundido — ¿Qué mono?, ¿No sabía que tenías un mono?

— muy bien — Mateo se levanta de su lugar, tambaleando — estamos demasiado borrachos, mejor vámonos.

— noooo, no quiero — hago puchero — no estoy lo suficiente borracha, aún me acuerdo del idiota — lo último lo suelto en un hilo de voz.

Mierda como me dolía el recuerdo en donde veía que el estaba a punto de besar a Bela y por más que bebiera no podía olvidar aquel recuerdo, en su lugar se hacía más presente en mi mente.

— Amy... — podía ver como me miraba con compasión y lo odiaba — ven — me ofrece su mano — vámonos a casa.

Observo su mano por un par de segundos dudosa pero al final me tomé lo poco que quedaba de bebida en mi vaso y tome su mano para salir ambos del lugar.

Dime "Te amo" (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora