Fragancia atrayente

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La primera aventura de los gemelos Pines surgió en la mañana, todo girando a la siguiente pregunta: ¿Cómo hacer que Pacífica se levantará de la cama y tomara un baño? Lo de despertarla no era realmente el problema, si no convencerla de ingresar el baño para que pudieran limpiar las sábanas que había ensuciado. Pero de alguna manera se las arreglarían frente a este problema difícil de solucionar.

–De alguna manera logramos arreglárnosla –expresó Mabel.

Pues sí, de alguna manera lo lograron.

–Sí, no puedo crear que tu idea de los anteojos con pegatinas funcionara –añadía extrañado por la solución.

Ahora los gemelos estaban en la cocina disfrutando de unos panqueques y jugó de naranja. Frente a las exigencias de Mabel de preparar su jugó especial para Pacífica, Dipper la convenció de que ella ha de estar muy cansada como para recibir un subidón de azúcar tan brutal.

Escucharon pisadas que descendían del piso superior, Pacífica hizo aparición en el campo visual de los gemelos Pines.

Dipper no se atrevía a hablar, realmente no quería hacerlo, no después de cómo la encontró en la noche. En ese momento, no pudo compartir plática con ella, pues se había desmayado antes de poder preguntar por qué estaba aquí. En cambio, Mabel sonreía frente a la aparición de su invitada.

–¡Buenos días Pacífica! ¿Cómo amaneciste?

Pacífica, queriendo soltar algunas palabras, se ve interrumpida por la jalada de brazo de Mabel.

–¡Ven, siéntate aquí, junto a nosotros! –La arrastraba hasta el asiento libre.

Siendo colocada entre los gemelos, ahora tiene que lidiar con los panqueques que estaban apilados.

–¿Qué es esto? Se ve seco y pesado –Inspeccionaba la comida con su tenedor.

–No te preocupes, tengo la solución –Mabel se pone de pie para traer un envase–. Nada que un poco de miel no pueda solucionar. ¡Oh! También un poco de mantequilla para darle sabor.

Pacífica miraba con horror como su platillo era llenado de azúcar y grasa. Si bien no tenía problemas con ambas, la cantidad que Mabel usaba era demasiado para su consumo usual, especialmente cuando es puesto en un alimento carbohidrato.

–¿Sabes? –decía Pacífica– Creo que pasaré por hoy, de hecho, el jugo de naranja será más que suficiente.

Dipper quería intervenir y hacer que Pacífica comiera, aunque sea una poco, pero se vio interrumpido por la llegada de su tío Stan, dueño casi oficial de la cabaña, pues hasta sus propios sobrinos dudaban de su veracidad. Con su bata y pantuflas puestas, y periódico en mano, su tío posó su mirada en la joven Noroeste que estaba sentada entre los gemelos.

–¿Qué hace una Noroeste aquí? –cruza los brazos.

–Pues... yo solo... –Trataba de pensar en alguna excusa– Yo solo vine a hospedarme temporalmente.

–¡¿Hospedarte?! –decían Stan y Mabel.

–Sí, es que... en casa... están remodelando –Sonríe.

–¿Y de otros lugares lujosos, escogiste este? –Cuestiona Dipper, siendo callado por la mano de Mabel.

Dipper nunca pensó en este posible evento. Por un momento esperó que lo de ayer solo fuera una mala noche y que al siguiente día volvería a su mansión, no imaginaba que quería quedarse en esta cabaña.

–¡No! ¡No! No puedes quedarte aquí –Stan mueve la cabeza en desaprobación.

–¡Pero tío Stan! –Mabel replicaba.

Gravity Falls - Atraco a la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora