Capitulo 34

1.2K 87 3
                                    

Cuando abrió la puerta del apartamento, lo primero que notó fue que no veía a _______ por ningún lado. Dejó sus cosas y oyó correr el agua. Ah, se estaba duchando. Intentó no pensar en ella mojada, pero fue inútil... Volvió a intentarlo... Espuma... Tenía que hacer algo, de modo que entró en el baño silenciosamente. La mampara de la ducha estaba totalmente empañada, pero dejaba adivinar la figura de _______; era preciosa. Ella estaba levantándose el pelo, y cuando acabó, enfocó el chorro de agua hacia su nuca; debía de dolerle la espalda. Sin pensarlo, Sebastian se desnudó sigilosamente y se metió en la ducha.

— ¿Sebastian? ¿Qué haces aquí? —Le preguntó _______ sorprendida mientras con las manos intentaba taparse algo.

—_______, ya te he visto desnuda, ¿Te acuerdas? —Él sonreía viendo los malabarismos que ella estaba haciendo—. ¿Te duele la espalda?

La acercó lentamente a él. Ahora los dos estaban empapados. Antes de que pudiera responder, la besó y le abrió la boca con la lengua, lamiendo las gotas de agua que ella tenía en la comisura de los labios. La había echado de menos.

—Hola —Le dijo al separarse de ella un momento para volver a besarla en seguida. La acariciaba, tenía la piel caliente.

—Hola —Respondió ella, mirándolo directamente a los ojos—. ¿Estás bien? —Notaba algo en sus besos, como una necesidad que no lograba entender.

—Ahora sí. —Le pasó cariñosamente la mano por el pelo—. Date la vuelta.

Ella levantó la ceja a modo de pregunta.

—Voy a darte un masaje —Respondió él poniéndola de espaldas. _______ estaba nerviosa, no sabía qué se suponía que debía hacer. Él debió de notarlo—. Relájate. Cierra los ojos. —Empezó a masajearle la nuca, apretando exactamente los puntos que notaba más cargados—. Deja que te mime.

—Mmmmm...

— ¿Te gusta?

—Ajá... mucho. —Apoyó las manos y la frente en la pared que tenía delante.

Sebastian se puso un poco de jabón en las manos y pegó su cuerpo al de _______. Le mordió los hombros, el recuerdo de su sabor lo había obsesionado durante todo el día. Empezó a acariciarle los pechos; con el agua y el jabón, su piel era aún más suave. Era la primera vez que estaba tan obsesionado con una mujer, quería saberlo todo de ella, conocer todos sus sueños, sus miedos; nunca había sentido esa conexión sexual y emocional con nadie. Seguro que con el tiempo se apagaría. Eso, o los dos acabarían exhaustos de tanto hacer el amor. Notó cómo ella temblaba y cómo intentaba darse la vuelta para poder quedar frente a él.

—Shh, quieta. Déjame hacer esto.

_______ quería volverse, besarlo y ver sus ojos, pero se dio cuenta de que hacer aquello para él era importante. Parecía como si quisiera demostrar algo.

—De acuerdo —Susurró ella.

Sebastian siguió besando, lamiendo, mordiendo su espalda, su nuca, pegado a su cuerpo. Estaba tan excitado que su erección la rozaba. Con los dedos, le dibujó los pechos, se los acarició, se los pellizcó, y luego deslizó sus temblorosas manos hasta el lugar más ardiente de _______. Jugó con ella, la apretó aún más contra la pared, le besó el cuello, le susurró al oído lo excitado que estaba, y finalmente introdujo los dedos en su interior. Notó cómo sus movimientos seguían el ritmo de la mano de él, cómo su respiración se alteraba aún más. Nunca lo había excitado tanto la respuesta de una mujer. Ella ni siquiera lo había tocado y ya estaba a punto de perder el control. _______ bajó una de las manos que tenía apoyadas en la pared y la colocó encima de la suya.

—Sebastian, para, quiero hacer el amor. No puedo aguantar más.

—Pues no lo hagas.

Él le susurró lo sexy que le parecía, lo mucho que le gustaba acariciarla, sentir su calor por toda la piel. A cada palabra, le besaba la nuca, la oreja, la espalda y movía la mano rítmicamente, con la de ella encima, hasta que _______ empezó a estremecerse, su espalda se tensó y, finalmente, cayó rendida en sus brazos. Sebastian la abrazó y, ahora ya frente a frente, la besó con dulzura.

— ¿Aún te duele la espalda?

_______ entreabrió los ojos y con una media sonrisa respondió:

— ¿Qué espalda?

Sebastian salió primero de la ducha y preparó una bata para _______, que permaneció un par de minutos más bajo el agua antes de salir. Una vez fuera, vio que le había dejado preparada su pijama para que no tuviera que ir a la habitación a buscarlo. Se vistió y fue a su encuentro.

— ¿Sebastian?

— ¿Sí? —Él se había puesto una camiseta blanca y un pantalón de algodón. Aún tenía el pelo mojado—. ¿Estás bien?

—Sí —Respondió ella sonrojándose—. ¿Y tú?... Tú no... Bueno, ya me entiendes.

Sebastian soltó una carcajada.

—Te entiendo perfectamente, pero no te preocupes. Estoy muy bien.

— ¿Ah, sí? —_______ se acercó a él, que estaba sentado en el sofá con el ordenador portátil abierto encima de la mesa.

—Sí. Me gusta cuidarte. —Le dio un beso—. Me gusta hacerte feliz.

—Y a mí que lo hagas. —Ella le devolvió el beso y vio que hablaba en serio. A él no le importaba que ella no le hubiera hecho nada en la ducha.

— ¿Tienes hambre? —le preguntó él acariciándole cariñosamente el pelo.

—Sí. —Su estómago hizo un ruido escandaloso—. Mucha.

—Yo también —Dijo relajado—. ¿Qué te parece si voy a la esquina a comprar un par de esos sándwiches que tanto te gustan?

—Genial. ¿De verdad no te importa?

—Por supuesto que no. —Se levantó del sofá y le dio otro beso—. Espérame aquí. Ahora que te he encontrado no quiero perderte de vista.

—Aquí estaré. Por nada del mundo me iría a ninguna parte. —_______ quería abrazarse a Sebastian y comérselo a besos, pero como su estómago volvió a entrar en acción, supuso que lo mejor sería aceptar su ofrecimiento de comida.

—En seguida vuelvo.

Él se fue del piso con una sonrisa en los labios. Entró en la tienda de comestibles favorita de _______ y, mientras hacía cola para que le atendieran, se acordó de que a Anthony también le gustaba mucho la comida de allí. Él nunca había llegado a preguntarle a _______ qué había pasado entre ellos dos, y, aunque se repetía que no debía importarle, sabía que le importaba. Tenía que preguntárselo. Al menos, así dejaría de torturarse con la incertidumbre.

Nadie Como Tú - Sebastian Stan y tú-Where stories live. Discover now