Capitulo 20

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Por suerte, gracias a Robert y a sus otros compañeros, a _______ las horas en el trabajo se le pasaban muy rápido, y apenas veía a Sebastian. Por otra parte, cuando lo veía, él estaba tan distante y áspero que incluso era preferible no verlo. Lo echaba mucho de menos; echaba de menos sus conversaciones, sus sonrisas...

Ya hacía algo más de una semana de la noche fatídica, del «error», y _______ llegó a la conclusión de que no podían seguir así. Era absurdo. Parecían dos novios de instituto. Era una situación ridícula y muy incómoda.

Incluso sus amigos se habían dado cuenta, y a ella empezaban a agotársele las excusas para justificar que ella y Sebastian ya no salieran tanto juntos. Después de varias noches sin dormir y de un montón de llamadas a su madre, decidió que lo mejor sería que se buscase un departamento donde pasar el tiempo que le quedaba en Londres. Al menos así podría estar tranquila y, si tenía suerte, tal vez lograra olvidarse de él.

Con esa idea en mente, empezó una nueva semana. El lunes, justo antes de que dieran las cinco, Robert apareció por encima de su cubículo.

—Ya es hora de salir. Vamos, apaga el ordenador. No te olvides de que soy tu jefe y tienes que hacerme caso —añadió sonriendo—. ¿Esperas a que venga Seb quieres que te acompañe yo?

—La verdad es que he quedado con Anthony.

— ¿Ah, sí?

—Sí, me ha llamado antes para invitarme al cine y hemos quedado allí dentro de media hora. —Mientras hablaba con él, _______ apagó su ordenador y recogió el bolso del suelo.

— ¿Qué película vais a ver?

—No sé, ya sabes cómo es Anthony. No ha querido decírmelo porque es una sorpresa. En fin, mañana te cuento. Gracias por ofrecerte a acompañarme Robert, pero como ves, no hace falta.

—De nada. ¿Sabe Seb que vas a llegar tarde a casa? —le preguntó levantando una ceja.

—No, no lo sabe. Pero no te preocupes, no creo que le importe.

Robert y _______ estaban de pie ante el ascensor cuando las puertas se abrieron, y dentro vieron a Sebastian. Llevaba las gafas, señal de que estaba muy cansado, e iba cargado de papeles.

—Robert, suerte que te encuentro. ¿Podrías decirme por qué las fotografías del reportaje de China no son las que tú y yo decidimos y por qué la portada de este mes es tan horrible? Creía que todo había quedado claro.

—Seb, estaré encantado de hablar contigo. La verdad es que llevo todo el día persiguiéndote para hacerlo. ¿Te acuerdas de qué esta mañana habíamos quedado?

—Ah, lo siento, he tenido un día horrible. ¿Podemos hablar ahora?

—Por supuesto, tú eres el jefe —respondió Robert mirando a _______, que aún esperaba para entrar en el ascensor.

—¡_______! —exclamó Sebastian sonrojado—. No te había visto.

—Tranquilo, no pasa nada. ¿Ves como tenía razón? —Añadió ella mirando a Robert—. En fin, me voy. Hasta mañana.

Entró en el ascensor y pulsó el botón para que las puertas se cerrasen. No tenía ganas de estar junto a aquel frío energúmeno ni un minuto más del necesario.

—Robert, ¿Sobre qué tenía razón _______?

—Sobre ti. Dice que últimamente no te importa demasiado nada de lo que hace. Pasa, sentémonos y a ver si de una vez nos aclaramos con lo de este reportaje.

—No sé, a lo mejor podríamos dejarlo para mañana, así me voy a casa con _______.

—Ah... _______ no va hacia tu casa, ha quedado con Anthony para ir al cine. —En ese mismo instante, Robert vio cómo la cara de Sebastian pasaba de la sorpresa al enfado en un tiempo récord.

— ¿Al cine? ¿Con Anthony? ¿Solos? —Al ver que Robert no contestaba, añadió fingiendo indiferencia—: Bueno, pues espero que les guste la película. ¿Miramos las fotografías de China de una vez o esperamos a que ellas solas decidan cuáles van en el reportaje? —Sebastian empezó a mover las carpetas y a refunfuñar.

—Yo ya estoy listo. Pásame las carpetas antes de que las rompas. —Robert intentó no reírse, y empezó a escoger las fotografías.

Nadie Como Tú - Sebastian Stan y tú-Where stories live. Discover now