The Sway House - Griffin Johnson [Completa]

tres

La película terminó y todas se habían quedado dormidas, menos yo. Rodeada de comida y pañuelos. Soplé mis mocos de nuevo y me acomodé en mi colchón. Miré la hora en mi teléfono, eran casi las seis y treinta. La puerta principal comenzó a hacer ruido, como si alguien quisiera entrar. Me asusté y alumbré con el flash de mi teléfono. Era Griffin, empapado.

—¿Qué haces despierta a las seis de la madrugada?—me preguntó mientras dejaba su abrigo en un armario de la entrada.

—Las chicas se durmieron durante la película. Yo no pude hacerlo. Aún no tengo sueño.—Griffin sonrió. No sé si le pareció tierno o estúpido. A mí me parece estúpido.

—¿Extrañas tu casa?

—En parte sí, pero estoy acostumbrada. Los primeros días no puedo dormir, sea donde sea. Es por un tiempo, luego se me pasa.

—¿Quieres hablar hasta que llegue el sueño?—me preguntó mientras se iba a la cocina y yo lo seguí. Traía su uniforme azul y sus lentes... debo admitir que le quedaba bastante bien.

—Debes estar cansado, Griffin. No debes quedarte.

—Hoy es mi día libre. Lo voy a usar para dormir. ¿Quieres chocolate caliente?—asentí y vi como lo preparaba. Normalmente usaba cacao. Sacó de una habitación unas barras de chocolate, leche y oreos. Preparó todo y lo dejó sobre la isla de la cocina.

—No debías hacer tanto.—reí tomando una oreo y mojándola en mí taza.

—No hay de qué. Deberías buscar algo para dormir. No sé si pastillas, pero algo debes encontrar. Nos iremos de gira, ¿no dormirás en todo ese tiempo?

—No es tanto así, Griffin. Cuando me acostumbre a todo esto, los movimientos de la casa y a ustedes, dormiré bien.

—¿A qué hora te despertaste hoy?

—¿A las nueve? No lo sé.

—Hace casi 24 horas que no duermes. Termina eso y a la cama, Pey.—lo miré divertida. Iba a ser demasiado tener un enfermero en casa.

—Tengo casi 19 años, Griffin. Actúas peor que mi madre. Seguro mañana dormiré todo el día, como tú.

—Cambias tus hábitos, Pey.

—¿Y tú?—rodé mis ojos.

—Lo recupero sin trabajar un día.

—Estamos iguales, Griffin.—él rodó los ojos, es imposible ganarme en una pelea.—¿Hoy le diste buenas noticias a niños?

—Técnicamente arropé a niños. Hoy fue un buen día, sin malas noticias.—sonreí.

—¿Cómo haces? Para dar una mala noticia.

—Normalmente las dan los doctores... ver la cara de sus familias es lo más doloroso. No sé qué es peor.—asentí comprensiva.

—Lo entiendo.