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—¿Qué ha sido eso? —preguntó Kevin.

—¡Un disparo! —exclamé.

Los hombres que estaban en la puerta nos miraron, dubitativos, y finalmente ambos se fueron de su sitio, decididos, al parecer, a encontrar el origen de ese repentino disparo.

Apenas pasaron cinco segundos hasta que se repitió.

Bum.

Bum.

Gritos.

—¿Dónde está Lana? —preguntó alguien agresivamente en el piso superior.

Me estremecí. ¿Podía ser posible…? No. No.
Pero sí, era la voz de Evan Red.

—¡Alto, policía!

Un nuevo disparo y los gritos se repitieron, mientras un montón de ruido llegaba a nuestros oídos, estando allí parados.

—¿Qué has hecho, Lana? —la voz fría de Kevin llegó hasta mí.

Yo lo miré, aterrorizada. Por una parte me sentía tan aliviada como podía estarse al vislumbrar la luz en una cueva oscura, pero a la vez, supe lo que significaba salvarnos a nosotros: había traicionado a Kevin y había condenado a Winston.

Me removí en mi silla, mientras los ruidos y disparos no cesaban. Parecían ser muchos policías.

—Kevin, nos he salvado.

—¡Van a matar a mi padre!

Con violencia trató de levantarse de la silla, tirando de las esposas y provocando que éstas le apretaran las muñecas hasta el punto de cortarle la circulación.

—Tú y yo vamos a vivir. Yo quiero que tú vivas, yo te quiero —grité, histérica.

Kevin no parecía escucharme.

—Mi padre, ¡mi padre! Y a Martin, Dios mío, los van a matar… —gimió—. Por mi puta culpa, joder ¿qué has hecho, Lana?

—Lo siento. Era la única manera, yo sólo quería que…

—¡Me has mentido! ¡Los van a matar!

Sus muñecas comenzaron a sangrar mientras Kevin intentaba, infructuosamente, liberarse de las esposas. Sus ojos estaban rojos y su cabello rubio se encontraba despeinado.

—¡Para, Kevin! No podemos hacer nada…

Y en ese preciso instante oímos varios pasos rápidos aproximándose a nosotros.

—¡Aquí está!

Me giré al escuchar esa voz. En la puerta del sótano apareció Evan Red, seguido de Leslie Chapman y Liam Jones. Los tres estaban armados con pistolas y chalecos antibalas en los que se podía leer claramente: “Policía L.A.”

—¡Lana, estás bien! —exclamó Leslie al verme.

Acto seguido mi amiga corrió hacia mí y me abrazó estrechamente, sus ojos oscuros brillaban y noté que sudaba, su pelo estaba pegado a su piel.

—¡Llevadla al furgón policial cuanto antes! —ordenó Evan.

—No, esperad. Esperad, tengo que… —intenté decir.

Pero antes de que pudiera darme cuenta, Leslie había forzado las esposas y me instaba a levantarme, por fin libre.

—La cosa está muy fea ahí arriba —me dijo—hay que sacarte de aquí ahora mismo.

Negué imperiosamente con la cabeza.

—No, ¡Leslie! Espera —grité—. Kevin, ¡Kevin!

Me giré hacia él, pero Leslie y Liam tiraban de mí hacia la puerta, sin darme ninguna opción.

—Van a matarlo, Lana. ¿Por qué me has mentido? —gritó Kevin, desde la silla, sin siquiera mirarme.

Yo grité. Grité muy fuerte, grité su nombre y lloré. Las piernas me fallaban, no podía moverme, pero aun así Leslie tiraba de mí y me apartaba las lágrimas de la cara como si fuera mi madre.

Ni siquiera me enteré de cuándo salimos de la guarida, y prácticamente no supe dónde estuve durante las siguientes horas.

En mi mente seguía grabada la imagen de Kevin, gritando mientras sus muñecas sangraban abundantemente por el roce de las esposas y me miraba con gesto acusador. Atado como un perro.

Peligro (#1 Trilogía MC)Where stories live. Discover now