veintitres

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Me desperté sintiendo la yema de sus dedos en todo mi rostro. Era tan delicado que no podía creerlo. Me hacía unas leves cosquillas y se sentía relajante.

–Deja de dormir que me aburro, morsa- Me dijo y se rió.

Me desperecé y el sacó rápidamente su brazo, supongo que debía estar algo acalambrado.

– ¿Los chicos?

Me senté al recordar que pronto deberíamos almorzar.

–Volvieron hace unos minutos- Me explicó y por alguna razón mi cuerpo se relajó.

–Sol vino a despertarnos pero se ve que no escuchaste mucho.

Me levanté del sillón y el me siguió. Abrí la puerta para volver a la cabaña y antes de que pueda poner un pie fuera, él la cerró de un golpe y mi espalda quedó pegada a ella.

No tardo en poner sus manos acorralándome y yo solo me limité a sonreírle.

–Se ve que cuando duermo me olvido lo lindo que sos- Momento de sinceridad, ¿dónde?

Pegó sus labios a los míos y se mantuvieron juntos un par de segundos. Se alejó de mi y abrió la puerta permitiéndome salir.

La lluvia había cesado así que atravesamos el camino tranquilos. Abrí la puerta esperando que hagan algún tipo de chiste pero no, ninguno se percató de nuestra presencia y menos aún de que yo vestía una remera de Tomás. Sonreí, ¿qué tan agradable era esto?

Después de unos minutos, estábamos comiendo al rededor de la mesa.

–Compramos un par de botellas para la noche- Dijo H y dirigí mi mirada hacia la mesada. Había unas 15 botellas sobre ella.

–Un par...- Exclame divertida.

–¿Hacemos una joda?- Propuso Mauro entusiasmado y Alejo levantó la vista para mirarlo.

–Ya empiezo a mandar- Agarró su celular y Tomás lo imitó.

Lo mire divertida y me encogí de hombros, ¿a quién diablos iba a invitar yo?

La tarde pasó y todos ya estaban volviéndose locos.
Los chicos habían ido con un auto al pueblo a buscar un par de equipos de música y no sé que otras cosas más.
Lo único que hice en toda la tarde fue pensar en que ponerme. Sol me miraba desde la cama.

–¿Pensaste que ibas a zafar?

Abril levantó la mirada y yo la miré a ella.

–No se hagan ilusiones, me bañé porque hablamos afuera mientras llovía y no tenía que ponerme- Les expliqué y las dos volvieron a sus cosas. Largué un suspiro y Sol se levantó.

–Bien, ¿qué nos vamos a poner?

Empezamos a buscar ropa las tres juntas y se sentía genial.

Abril eligió un vestido negro que marcaba sus curvas, Sol un short tiro alto con un top. Yo tenía una de mis tan queridas polleras, con un top también. Las tres habíamos optado por las plataformas, además de que eran cómodas, seguíamos en el medio del campo.

Los chicos habían vuelto y estaban conectando las cosas cerca del muelle. Nosotras preparabamos un par de tragos para nosotros en la cocina.
La noche llegó rápido y con ella la gente. No sé exactamente de donde habían salido tantas personas, pero de un momento al otro el complejo estaba repleto.

Ya me encontraba sola, como de costumbre, así que me dirigí al muelle con mi vaso en la mano.

–Hey- Escuché que me llamaron y me dí vuelta. Bufé.

–Hola, Damián

– ¿Cómo estas, Male?- Me miró de arriba a abajo. –Veo que muy bien

– ¿Gracias?- Le dije un poco dudosa y continué caminando. El me siguió.

–Ahora que no tenes novio, ¿vas a seguir rebotándome?

–Claro que voy a hacerlo- Dije sonriente y el se puso serio.

– ¿Todo bien?- Sentí su voz y su mano en mi cintura.

–Hey, te estaba buscando

¿Se notó que no?

–¿Qué haces, Tomi?- Dijo Damian y extendió su mano para chocarla con la de él. Tomás lo saludó con su cabeza.

Hubo un silencio incómodo unos segundos hasta que, por fin, se largó.

– ¿Te dejo sola un rato y ya me cambias?

Reí.

–No seas tonto

–Sí, igual todo el mundo sabe que lo rebotaste

Maldito pueblo. Me encogí de hombros y ahora fue él quien me miro de arriba a abajo. Acto seguido, se tomó su rostro.

–Te voy a matar, pendeja

–Dejame vivir- Le dije exagerando y ahora lo miré yo a él. Tenía un pantalón blanco ajustado, y una camisa a cuadros, arremangada y con unos botones desprendidos.

Le dí un beso rápido en los labios, para que nadie nos viera, y me uní a la multitud.

Las horas pasaron y la fiesta se ponía cada vez más buena. Había grupos de personas en todos lados, y para eso de las 4am estábamos todos, todos, muy borrachos.

No sé en que momento pasó, pero estábamos haciendo una hilera pretendiendo pasar una carta de boca en boca. Por supuesto que, si la carta caía, no hacías más que rozar tus labios con el de al lado.

No conocía a nadie en la fila más que a Alejo, Sol, H y Tomás. En un primer momento estaba entre Homer y Tomás. Fue un poco incómodo sentir al novio de mi amiga tan cerca de mi boca, así que me esforcé haciendo una sopapa y logré agarrar la carta para luego pasársela a Tomás.

Luego se unió Abril y se puso en mi lugar, así que me pasé atrás de Tomás, entré el y otro chico. La carta venía pasando y me mareaba un poco. Abril se la pasó a Tomás, y cuando me acerqué a buscarla con mis labios, él la sopló y se pegó a mis labios salvajemente. La carta voló al diablo y Tomás me estaba besando como nunca, enfrente de todo el pueblo.

cambios | c.r.oWhere stories live. Discover now