tres

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Miré a mis lindos zapatos de gamuza, ¿qué tan estropeados iban a quedar? Cuando me levanté del sillón le dije.

–Y, ¿queda cerca?

–Sí, 20 cuadras

–¿20 cuadras? ¿Sol es un chiste, no?

Suspiré. Recordé que todo acá se hacía caminando. La última vez que había venido a visitarla me había ido con aproximadamente 5 kilos menos.

Las calles de tierra y la poca iluminación no eran muy aliadas. Sol caminaba rápido y yo intentaba seguirle el ritmo mientras esquivaba piedras y sapos, ¿qué tan asqueroso?

–¿Cómo caminas tan rápido con esos zapatos, genia?

–Son años- Me dijo riéndose mientras giraba a mirarme.

–Dale, hace 30 minutos que estamos caminando la misma cuadra, amiga

Cuando estuvimos a una cuadra de nuestro destino, la música se empezó a escuchar y visualizamos la cantidad de motos y autos paradas en la calle. Me llamo la atención que todas las motos estaban sin seguro, ninguna tenía cadena. ¿Qué tan placentero sería vivir con tal seguridad? Incluso algunos autos tenían las ventanillas bajas.

Antes de entrar, le dije.

–Parece que hay como 100 personas, todo el pueblo debe estar adentro

Ella se rió y me agarró la mano. Como era de esperar, todas las miradas se posaron en mí. Hola, acá, el bicho de ciudad. La única persona a la que todos no conocen, ¿qué cantidad de habitantes debe haber para que todas las personas se conozcan entre ellas? ¿200?

Sonreí al ver los chicos: Mauro, Alejo, Seba, Abril. Todos estaban acá, ¿en que otro lado iban a estar, no? Los conocía desde que Sol se había mudado acá. De chicos pasábamos todos los veranos juntos, hasta que bueno...empecé a venir menos seguido.

–Hola, chetita- Me gritó H cuando me abrazó muy efusivamente.

Todos los chicos me saludaron de la misma manera, incluso Abril. Era muy amiga de Sol y también hablaba con ella bastante seguido.

–¿Hasta cuando te quedas?

Estaban todos haciendo una ronda a mí alrededor y todos los otros mirándolos. Mire un poco extrañada a los demás y me puse incómoda.

-Vine a pasar todo el verano

Sus caras mostraron felicidad y yo sonreí.

–¿Dónde puedo ir a buscar algo para tomar?

–Ahora los chicos traen- Me dijo Abril y asentí. Me alejé un poco con ella para hablar solas.

–¿En qué momento van a dejar de mirarme todos?

–No van a dejar de hacerlo en toda la noche. Menos después de que todo el pueblo se entere que rebotaste a Dam, uno de los conociditos del pueblo

–¿Es joda? Eso fue hace 45 años

–Pueblo chico, infierno grande; amiga

Bufé. Intenté recordar un poco su cara. Creo que era lindo, pero en ese momento estaba de novia. Me encogí de hombros.

Me tomó de la mano para volver con los demás y chocamos a...un momento. PARA, sí que este pueblo era diminuto.

– ¿Qué haces acá?- Me preguntó tentado. Abril se puso adelante mío y lo miro extrañada.

–¿La conoces?

Vino Mauro y me abrazó por detrás, junto con Alejo eran los más amigotes míos. El chico nos miro raro.

–¿Estoy mamado?- Pregunto algo confundido, y todas las dudas se aclararon cuando Sol vino con nosotros.

–Male, el es Tomás

Le hice una seña con la mano y el me saludó. ¿Del uno a él que tan lindo se podía ser?

–Tomás, ella es Male. Amiga mía de la ciudad y amiga de todos acá

Repetimos como dos estúpidos la acción de hace segundos y luego, como si nada importara, todos volvieron a estar en la suya. Quede frente a él y visualice dos botellas de cerveza en su mano. En cuanto vio mi mirada, me ofreció una. La agarré con gusto y me sonrió.

–¿Pudiste llegar bien?

–Un poco transpirada, cansada y llena de tierra pero sí, llegué

–Bueno, yo me ofrecí a llevarte

cambios | c.r.oWhere stories live. Discover now