diecisiete

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Sus ojos se iluminaron.

–Naa, más tierna- Su boca se abrió para decirme.

Su tono de ternura envolvió mi cuerpo y después le sonreí. Al segundo sentí sus labios en los míos y su cuerpo sobre mí. Me recosté en la madera y el se ubicó encima mío.

Era una situación muy, demasiado, dulce.

Estar chapando en un muelle mientras el sol cae.

Diuh.

–Si, sí, todo muy tierno

Inmediatamente nos separamos y me senté muerta de vergüenza. Me di vuelta para mirar a Mauro.

–No jodas, boludo

Se ve que a él mucho no le molestaba pero yo estaba muy incómoda. Bueno, los hombres son así.

–Vení a ayudarme a cortar leña, las infumables quieren hacer un fogón

El bufó y lo miré.

–No sé que se piensan, que hago así...-Chasqueó sus dedos y yo me reí, estaba hablando muy rápido y se comía sus propias palabras. –Y aparece el fuego

Tomás se paro y me estiro sus brazos para ayudar a levantarme.

–Están todos en nuestra cabaña- Me dijo Mauro y yo asentí. Me echó del lugar con un poco de disimulo.

Atravesé el bosque algo miedosa porque estaba bastante oscuro, y cuando llegué a la puerta, la abrí sin dudar.

Era la primera vez que entraba, siempre que nos reuníamos, era en la nuestra. Y lo bien que hicimos...

–Ah pero no se puede creer el olor a huevo que hay acá- No tardé en expresarme.

Alejo se agarró la cabeza mientras miraba la tele y Lucas me miró desde el sillón.

–Otra insoportable más

Abril vino caminando desde el pasillo con un desodorante de ambiente.

–Deja de tirar eso nena, después nos queda un olor a puto bárbaro- Alejo se quejó y ella le pegó en la cabeza.

–Es mejor al olor que hay acá, por Dios

Me acerqué a una ventana y la abrí sin dudar. H se paró y la cerró.

–¿Estas loca flaca? Nos morfan los mosquitos

Bufé y Alejo salió de la cabaña con un porro en la mano.

Sonreí y lo seguí. Cada vez que venía nos poníamos a fumar juntos y hablar un rato.

Lo encontré sentado en un tronco cerca del bosque, de espaldas.

–Eu, te estaba esperando- Me dijo sonriendo, dado por sentado que sabía que en algún momento iba a llegar.

Me pasó el porro, cuando me senté a su lado, y mientras lo fumábamos, hablábamos de todo lo que nos pasaba por la mente. Él hacía que logre despejarme de cualquier cosa.

Cuando nos terminamos el porro me miró y me guiñó el ojo algo disimulado.

Hice una cara extrañada y luego entendí. Sonreí con más ganas y me acerqué un poco más a él. Nuestros labios estaban a punto de rozarse hasta que él cortó el silencio.

–¿Hace cuanto estas ahí, Tomi?

Largué una carcajada y Tomás salió de atrás de unas ramas con cara de malhumorado.

–Ah, ¿te gusta hinchar las pelotas, flaco?

Alejo le hizo una mueca y él le mostró su mano.

– ¿Ves esta?- Le preguntó, y Ale se limitó a asistir. –Te la voy a dejar marcada en la cara.

Ahora se paró y empezaron a pegarse en broma. Yo los miraba divertida.

–Ay ay, el cenfe me va a pegar una cachetada- Le dijo Alejo y Tomás le dio tal piña en el estómago que me hizo parar para descubrir que seguían bromeando.

–Salí de acá, andate que quiero estar solo con Male.

Sonreí para mí.

–Te tengo controlado, eh.

Se llevo dos de sus dedos a sus ojos y después me saludó. Yo solo reí.

El se sentó en el tronco y yo lo seguí. Agarró mi mano y me miró.

–Te tengo que hacer una propuesta

cambios | c.r.oOnde as histórias ganham vida. Descobre agora