Capítulo 5: La Guardia del León

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El día estaba soleado y fresco, ideal para ser otra mañana tranquila para los animales del Árbol de la Vida y por lo tanto para La Guardia, aunque ya no podría serlo. Un poderoso sonido de cientos de pesuñas avanzando a todo galope comenzaba a hacer temblar el suelo del reino.

Anga ya había logrado localizar a la manada de búfalos, se encontraban realmente enloquecidos destruyendo todo lo que estuviese a su paso, pero ya no tendrían más camino por mucho tiempo, se dirigían al precipicio del acantilado.

"¡Hapana!, si no sacamos al líder todo el rebaño caerá por el precipicio" dijo Ono.

La Guardia se apresuraba para poder alcanzarlos, Kion observaba su entorno, a sus amigos, él ya tenía su plan preparado, "Bunga, súbete a Fuli, necesitamos convencerlos de cambiar de ruta, ¡haz tu magia!".

Bunga le regresó la sonrisa, él estaba entusiasmado de por fin usar su nueva técnica de dispersión enseñada por Binga.

"Esto no me está gustando para nada" dijo Fuli.

Sin avisar, Bunga se subió a ella y los dos a toda velocidad se dirigieron donde estaba la estampida.

"¡Beshte, el cañón!" Kion le dijo, "Mueve las piedras para que los búfalos puedan entrar y los contengamos allí".

"A la orden, Kion, ¡Twende kiboko!" Beshte gritó.

Todos se prepararon para cumplir las ordenes de Kion. Fuli y Bunga ya se encontraban delante de la manada, "Si lo vas a hacer no te excedas, no quiero quedarme con tu olor", Fuli no podía correr como le gustaría al tener un pie de Bunga en su cabeza y el otro en su lomo.

Bunga le dio una palmada en la cabeza, "Tranquila, tendrás ese aroma para rato".

Fuli, con una expresión de desagrado, aguantó la respiración esperando lo peor mientras que Bunga, con una pose de héroe junto con una enorme sonrisa se deleitaría en esparcir una bomba de su distinguido olor.

Tras la explosión, los búfalos escaparon de la olorosa bomba en dirección al cañón donde ya los esperaba Beshte para calmarlos.

El trabajo había funcionado, pero Anga avistó a una madre y su cría escapando por otra camino de nuevo dirigiéndose al final del acantilado.

Kion se percató, pero estaba demasiado lejos para correr hacia ellos, entonces creyó no tener otra opción más que usar su rugido para atraparlos en el aire y salvarlos. 

"¡Cuidado!" Ono advirtió "Si ruges tan solo un pocomás fuerte podrías empujarlos hasta el abismo".

Por supuesto que Kion lo consideró, era una decisión bastante arriesgada, pero era el único que podía hacer algo para detenerlos. Debía controlar su rugido como nunca lo había hecho.

Pero tan solo un parpadeo antes que Kion estuviera listo para rugir, a toda velocidad a dirección de los dos búfalos llegó Azaad, y dando un intrépido derrape se plantó entre el acantilado y de la madre con su bebé.  

"Calma, calma" les decía. Había logrado tranquilizarlos y atrás de estos, llegó trotando Fuli teniendo en cima a Bunga.  

"Wow, esa salvada fue inbungacreible" dijo Bunga.

"Así que sí viniste" Fuli le dijo mostrando una pequeña sonrisa que disimuló cuando el tejón melero se bajó de ella, ambos le agradecieron a Azaad por aparecer.

"Azaad pensó que llegaría tarde, pero recordó que es un chita", sacó el pecho orgulloso y Fuli no pudo evitar reír junto a él, le causó mucha gracia aunque Bunga no podía captar el chiste.

El Corazón de una ChitaOnde histórias criam vida. Descubra agora