Capítulo 3: El Rey Kion

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La Reina Rani se había empeñado mucho en que el Reino del Árbol de la Vida fuese un lugar de paz y armonía. Realmente lo era,exceptuando el mismísimo Árbol de la Vida que parecía tener en su exterior amedio reino.

Este árbol que hace recordar a los robles, pero con proporciones gigantes, era quien le daba su nombre al reino. Si se siguen las historias que cuentan las pinturas de su interior, sus orígenes se remontan al inicio de la vida misma, siendo bendecido para ser el lugar en que cualquier animal del mundo pudiera acudir para ser sanado; tal como fue el caso de Kion al curar el veneno que circulaba en su cicatriz.

Al mismo tiempo, la gran fama que el Árbol de la Vida adquiría, con los años convirtió al reino en un refugio para los animales que se encontraban en peligro de desaparecer. Esto lo transformó en un símbolo de esperanza para la vida, pero también en un lugar vulnerable ante los depredadores que no les importaba respetarla.

Era por ello que existía la Manada Nocturna, encargados de salvaguardar las tierras del reino, y que ahora recibían ayuda de los antiguos integrantes de la guardia de las Praderas. Ellos eran dirigidos por el rey y la reina del Árbol de la Vida, quienes tenían la responsabilidad de administrar y resolver la infinidad de situaciones que ocurrían en su reino.

Dentro de la cueva que atraviesa el tronco del árbol, estaba Kion, abrumado al tratar de solucionar los problemas y peticiones que le hacían los animales. Si protegerlos era una tarea para nada fácil, su nuevo deber, como el rey que ahora era, no podía ser menos que agobiante. Ha más de un año de haber aceptado su nuevo papel en su nuevo hogar, seguía siendo difícil acostumbrarse.

Se encontraba sentado, más bien acostado, escuchando una discusión entre el perezoso y la zarigüeya.  

Rani pasó silenciosamente para no interrumpir a los animales. Al llegar con Kion, ella le dio un beso a su frente para saludarlo, "¿Cómo te ha ido el día de hoy?" le preguntó de una forma casual.

"¿Tú cómo crees?", Kion señaló con sus ojos al perezoso que continuaba hablando a dos oraciones por minuto.

Rani no despegó su vista de Kion, lo notaba aburrido y temía que estuviese insatisfecho con su trabajo, "Vi a los chicos, Fuli ya está aquí y te manda un saludo"

"¡De verdad!" el rostro de Kion cambió,se le notaba alegre por escuchar su nombre y quería saber más de ella.

"No hablamos mucho" Rani le confesó "Tenía que irme".

"Debí haberte acompañado" lainterrumpió "Yo debía darle la bienvenida. Ya casi no la veo".   

Rani sonrió al escucharlo emocionado, pero también se lamentó no haberlo ayudado con sus deberes para que así hubiera tenido el día libre.

"Sé que te gustaría estar más tiempo con tus amigos".

"¡Por supuesto!, pero, tengo obligaciones que cumplir, no podría", él volvió a cambiar su cara, ahora era de tristeza.

Rani se recostó al lado de Kion y por un rato se quedaron en silencio, escuchando una conversación sin sentido de los animales. 

"Sabes, cuando termines, ve con ellos" le dijo la leona mientras jugueteaba con su pequeña melena.

Kion le agarró la pata a Rani para que parase de tocarle su cabello, "¿En serio?" preguntó volteándola a ver con una gran ilusión en sus ojos.

"Sí" afirmó Rani con alegría "Ve a liderar La Guardia de nuevo"

Kion estaba muy entusiasmado y rápidamente se puso de pie, él ya quería salir del árbol. 

El Corazón de una ChitaWhere stories live. Discover now