Una pistola sin balas🔫

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-A veces creo que me estás vacilando, ¿Cómo te entra todo eso?-Eric sonrió ante el plato de comida de proporciones descomunales que se estaba comiendo el detective

-No lo sé, a veces me tiro días enteros sin comer ni dormir y otras estoy muerto de hambre. Además, estos restaurantes elegantes son muy interesantes-

-¿Por el arte abstracto de las paredes?Vaya, no sabía que te interesaban esas cosas-alzó la copa y bebió un largo trago de vino

-¿Qué? Me refería por la cantidad de infidelidades y dobles vidas que llevan las personas ricas. Un ejemplo limpio de la doble moral victoriana y que podrían derivar incluso en conductas homicidas...-se frotó las manos, expectante.

Eric tosió y casi se atraganta de la risa.Intentó mantener la compostura, pero fue inútil; unas cuantas mesas de estirados se volvieron para dedicarles una mirada desdén. Sus sentidos del humor era igual de estirado que sus caras alargadas por los retoques estéticos y el aire rancio que desprendían sus movimientos, que aunque eran elegantes, parecían sobreactuados.

-¿Ese tipo de cosas aquí, seguro?-bajó el tono de voz

-Pues; mira: ¿ves a aquel hombre del fondo?El de las gafas rojas con camisa blanca lleva toda la cena mirando el móvil cada vez que su pareja desvía la vista. De vez un cuando se levanta para ir al  baño y se lleva el móvil, con él. En su camino nunca toma la misma ruta pero, pasa siempre por la mesa de mantel negro, donde hay una señorita rubia cenando sola, con el móvil en la mano. Me he fijado que los tiempos en los que están con los móviles coinciden.

Aquella demostración de observación exhaustiva, a la vez que estaba manteniendo una conversación paralelamente hizo a Eric hacerse una nota mental: cualquier cosa que hiciese no pasaría desapercibida.

-Vale, te concedo lo de los infieles ¿Y qué hay del asesino?

-No tiene por qué estar aquí, pero en caso de haber uno, tendría más probabilidades de éxito, ¿no crees?-bebió de la copa

-El dinero ayuda, no te lo puedo negar, con eso pagas a un buen abogado

-Me refería a que te hicieran el trabajo sucio, aunque supongo que eso también sirve-estaba clavando la vista, en la puerta.Un hombre había entrado al local. Seb se había puesto tenso, apretaba los dientes y casi clavaba las uñas sobre el mantel

-¿Te encuentras bien?-puso la mano es su hombro, preocupado

-No es nada, Cedric-agitó la cabeza e intentó controlar la voz

-Es aquel tipo, te está poniendo nervioso-a pesar del descaro siguió con la mirada a aquel hombre. Era como un gorila con traje. Asustaría con aquella jeta a cualquiera en kilómetros a la redonda. Llegó a sentir lástima por el camarero que lo atendía, al pobre le había tocado el orangután.

-Estás exagerando, yo estoy tranquilo-se pasó la mano por el pelo oscuro.

-Lo conoces-dedujo 

-Quizás lo haya visto alguna vez-mintió.

-Para ser un detective, mientes de pena-

El señor con cara de pocos amigos se acercó a la mesa. Sebastian palidecía por momentos

-Cálmate, me estás preocupando, si hace falta le arreo a ese capullo.

-Sebastian Black, ¿Cómo te atreves a no saludar a tu tío favorito cuando entra al mismo restaurante que tú? El señor gorila apretó la mano de su sobrino con fuerza brutal. El joven sonrió y se excusó mortificado:
-Estaba distraído, esto...

-Ya veo, es normal con el éxito de esta noche; que pena que no puedas seguir así mucho tiempo, hijo-la "palmadita" de ánimo que le dio en la espalda hasta sonó.-Voy a irme a cenar, te dejo con tu...lo que sea-le lanzó a Eric una mirada de asco bastante intensa. El gigantón se fue de la mesa escoltado por el camarero. Seb suspiró aliviado.

RebeldeWhere stories live. Discover now