22. Mi propio camino

1.5K 68 6
                                    

Sonrío tímida mientras Ryan acaricia mi espalda.

-  Vuelve a la cama - ordena.

Niego con la cabeza con miedo, contemplando como un hilo de sangre cae por mi pierna hacia el suelo.

-  No pienso volver a dejar que me toques - susurro con voz rota y ojos cristalinos.

-   Liz, vuelve a la cama - repite enfadado - no me obligues a hacer cosas de las que luego me arrepiento.

Cubro con miedo mi cuerpo desnudo y él tira de mi muñeca para ponerme frente a él. Ríe con desden y golpea mi cara con el revés de su mano.

Sorbo la nariz, llevando mi mano a mi mejilla dolorida pero Ryan la aparta y coge mi cara entre sus manos para besarme.

-   Liz, por favor, no me obligues.

Acaricia su nariz con la mía, mientras mis lágrimas comienzan a brotar.

-   Tengo miedo - susurro.

-   Esto es lo que causas en mi, Liz - contesta frente a mis labios. - tu causas esto.

-  ¿Por qué dices eso?

-  A que soy tu triste marioneta. Me manejas a tu antojo-susurra en mi oído - siempre quiero más y más de ti. Y hago lo que tu me pidas para tenerte.

Miente.

Me besa tan fogosamente que me estremezco. Mis pezones se endurecen con su tacto. Pierdo el control de mi cuerpo.

Volvemos entre ardiente besos a tumbarnos sobre la cama. Giro con todo mi peso para que rodeamos por ella y quedar encima de él.

Le deseo tanto.

Reparto dulces besos sobre su pecho, haciendo que se endurezca. Acerco sus manos al cabecero y cierro las ataduras con las que me había atado a mi antes.

-   ¿Liz? - susurra siendo - ¿Qué haces?

Me levanto de la cama ante sus inútiles intentos de quitarse las ataduras.

-   Aquella noche no sólo violaste mi cuerpo, también mi confianza y mi amor por ti.

-   Liz, ¿De que hablas?

Recojo el camisón del suelo a toda prisa para cubrir mi cuerpo aún desnudo.

-  Lo siento, pero será lo mejor para ambos.

- ¡Liz, no me hagas esto! - grita - no puedo vivir sin ti. No me apartes de tu lado.

Me levanto de la cama entre lágrimas y me dirijo a mi habitación. Prendo la ducha, tomando una ducha rápida para sentirme fresca. Me visto con un vaquero y una sudadera y rápidamente empaqueto mi maleta.

Marco el teléfono de mi secretaria y carraspeo para que no se note que estoy disgustada.

-    Hola, Ofelia. ¿Puedes notificar que voy a tomarme unas vacaciones estos días? Y, por favor envíame al correo todos los casos pendientes.

-    Claro, Elisabeth, ¿todo bien?

-   Si, pero estaré de vacaciones hasta que solucionen lo de mi traslado a Nueva York. Cierra mi agenda, por favor. Y, Ofelia, ¿puedo pedirte un favor personal?

Ella asiente tecleando.

-    ¿Puedes enviar a alguien a mi casa en lunes para recoger lo que queda en mi habitación? No voy a volver a Londres.

-  Elisabeth, ¿todo bien? - repite - ¿puedo ayudarte en algo?

-  No, tranquila - contesto tragando saliva - pero no puedo decirte a dónde voy.

Escucho como cuchichea con alguien a su lado mientras teclea.

-   Recursos humanos se pondrá en contacto contigo a lo largo de hoy.

Veo desde el otro lado de la puerta que Ryan sigue estático en la cama, intentando zafarse de las ataduras.

-  Disfrutas con esto, ¿verdad? - gruñe - siempre has tenido lo que has querido, ¿y así me lo pagas?

Aparto una lágrima que cae por mi mejilla enrojecida.

-  Vendrán en unas horas para ayudarte - contesto - para entonces estaré lo suficientemente lejos de ti.

Bajo las escaleras, pudiendo oir los gritos de Ryan desde su habitación.

- ¡Liz!- sigue gritando- ¡Liz, no puedes dejarme así!

Pero le ignoro, cruzo la puerta, despidiendome de todo lo que conozco hasta ahora.

Camino entre escalofríos hacia la fría calle tirando de mi pesada maleta, con el miedo y la incertidumbre de que Ryan pueda soltarse antes de tiempo.

Un taxi conduce por la carretera, pero decido no pararlo. Por mi cabeza pasan imágenes de aquella atroz noche.

Sigo caminando sin rumbo, me flaquean las piernas. Me detengo en la marquesina de un autobús y espero hasta se detiene el que me lleva al aeropuerto.

Tengo tanto miedo.

Las pantallas del aeropuerto me indican los vuelos de salida. Visualizo claramente mi destino.

Recuerdo los besos de Ryan. El aroma de su cama, su ardiente danza contra mi cuerpo.

Le amo.

Le añoro.

Niego con la cabeza y sigo caminando por la terminal.

-  Un billete de solo vuelta a a Nueva York, por favor.

Ahora debo seguir mi propio camino.

Love Taxi 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora