16. Te necesito corriendo por mis venas

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Pasan los días, las semanas y los meses. Tan sólo han pasado tres meses desde que mi amado Evan cruzó el mar para trabajar en una gran empresa que le da la estabilidad económica que mis superiores no quisieron darle.

El sábado más aburrido de mi existencia: paso las páginas de mi amado libro "el vizconde que me amó", aunque hoy no suspiro por Anthony Bridgerton, mi cabeza está demasiado distraída con los alaridos de la chica que ha traído hoy mi compañero de piso.

Miro mi teléfono en mi mesilla, en la pantalla de bloqueo aparece la foto de Evan y yo enseñando mi precioso anillo de compromiso.
Calculo nuestras horas de diferencia y marco el teléfono de Evan, con suerte le pillaré despierto.

Espero tres toques y contesta.

-     ¿Cómo está la prometida más increible del mundo?- pregunta riendo.

-        Intentando no morir sin ti...

-        Exagerada...- responde resoplando- Aunque yo también te echo de menos.

Una lágrima cae por mi mejilla

-         Lizzie, amor, tengo que colgar. Entro en breve al trabajo. Tengo reunión.

-           ¿Quedamos a las cuatro de allí para una de lo de siempre? - pregunto mordiendome el labio.

-        ¿Sigues sin hablarte con Ryan?- pregunta serio- deberiais arreglarlo, así al menos tendrás una diversión.

-        Con una condición...- vuelvo a morderme el labio- ¿ qué llevas puesto?

-        Que ansiosa eres, mi amor - contesta riendo.

-        Llevo tres meses sin acostarme con nadie... he pasado de tener dos chicos en mi cama a solo tener un amigo de plastico para alegrarme el día.

-        Bueno... tu mejor amigo vive en la habitación de al lado... y sabes que no me importa compartirte con él.

Se me olvidaba que Evan conoce lo mucho que deseo a mi amigo.

-   Hablamos más tarde, Lizzie - contesta entre barullo - te quiero.

Cuelga antes de recibir contestación y dejo el móvil en el colchón, escuchando los gritos provenientes de la habitación de al lado.

Me muero por ser ella.

Busco el aparato de goma en el cajón de la mesilla de noche y deslizo mi pantalón hacia abajo, introduciendolo en mi al ritmo de los gritos de la compañera de cuarto de Ryan hasta por fin darme el placer que necesito. Se ne escapa un gemido que intento retener tapandome la boca, aunque sospecho que me han escuchado.

Los gritos cesan y mi respiración se restablece.

-  Liz, ¿puedes venir un momento? Es urgente - escucho gritar a Ryan desde su habitación.

Me coloco el pantalón y abro la puerta de mi habitación para dirigirme a la de Ryan, encontrando a una chica morena con el miembro de mi amigo en la boca.

Resoplo mirando al techo para no contemplar más la escena.

-    ¿Qué quiere, Greyson? - bufo - estoy ocupada y veo que tu también.

-        ¿Te apuntas?- pregunta riendo - deberías enseñarle a esta preciosidad de lo que eres capaz.

Le deseo tanto.

Mi cabeza se niega pero mi cuerpo camina en dirección a su cama y cuando quiero darme cuenta de la situación, mi amigo ya está con mi camiseta en la mano, soltándola en el suelo mientras que muerde mis pezones, haciendo que me moje rápidamente.
Desciende su mano para bajar mi pijama en mi ensoñación y posa los labios en el lóbulo de mi oreja tras darme un ligero azote en el culo.

-  Enseña a mi amiga como se hace - rie con lujuria.

Ato mi pelo en una coleta y le obligo a tumbarse y me pongo frente a su miembro, lo extrañaba tanto que parace más grande de lo que recordaba. Comienzo a masajearlo con ambas manos hasta que toma una forma completamente erecta, es entonces cuando lo introduzco en mi boca y momienzo a pasear mi lengua por él.

La chica se acerca a mi y juega con sus dedos en mi mojada entrada, desconcertandome.

-  Sigue Liz, deja que se divierta.

La chica me da una cachetada en el culo y después pasa un dedo a lo largo de mi palpitante sexo, cada vez mas ansioso. Sigo succionando el gran miembro hasta que por fin se vierte en mi boca. Trago el caliente liquido y el sobrante que ha caido sobre mis labios lo limpio con un dedo y lo llevo a la boca de la chica cuyo nombre aun no sé mientras ella acaricia uno de mis pechos.

-        Ahora quiero que jugueis entre vosotras - susurra contra mis labios. Los besa para llevarse su sabor.

-    Ryan no sé si...

-   Experimenta, ¿recuerdas? - susurra tomando mi cintura entre sus brazos. Caigo en sus redes como si fuera una frágil muñeca de porcelana. Mi juicio no responde por si mismo.

Me muerdo el labio con curiosidad al ver a la chica tocándose y ella me invita a tumbarme a su lado. Coloca una de mis manos sobre uno de sus abombados y siliconados pechos.

-        Cierra los ojos- susurra. Obedezco y guia mi mano hacia su centro, coge dos de mis dedos y se los introduce, dejandome sentir sus paredes contra ellos. Es excitante - soy toda tuya

Introduzco los dedos repetidamente en su sexo, haciendo que la muchacha gima de placer hasta que se corre en mi mano. Sube hacia mi boca y me incita a que la limpie con la lengua, recorriendo sus ardientes labios y clítoris con ella.

Ryan flexiona mis rodillas y comienza a lamer mi sexo lentamente, haciendo que gima y grite contra el de la muchacha que vuelve a vertirse contra mi boca.
Mi amigo me agarra de una pierna y me arrastra salvajemente por la cama, dejándome en el borde de esta. La chica apoya mis brazos contra el colchón, quedandome inmovil y él comienza a embestirme de forma rapida 

- Te tenía tantas ganas, Liz.

La muchacha desliza su lengua por mis pechos, haciendome gritar de placer. Pasa uno de sus pechos por mi boca, haciendo que yo los acaricie, palpe y cubra con mi lengua, se posiciona de nuevo sobre mi boca y lamo su dilatado sexo mientras ella introduce su amigo de plastico en el hasta que grito de verdadero placer cuando Ryan se corre dentro de mi.

-        Vaya con tu mejor amiga - rie la chica montando sobre Ryan mientras yo intento recobrar mi respiracion pero mi amigo sale de ella y vuelve a tomarme a mi ante la cara de enfado de la morena.

-        ¿Piensas dejarme fuera por ella?- pregunta indignada.

-        Ya ves que si- contesta Ryan gimiendo mientras me penetra rápidamente - no tienes que hacer nada contra ella

La morena recoge su ropa del suelo y se marcha de la casa dando un portazo, aunque Ryan y yo la ignoramos.

Mi mejor amigo coge mis piernas y las deja en un ángulo perfecto de 90 grados, dejandolas colgadas sobre su hombro y comienza a embestirme de nuevo rapidamente. Estoy apunto de correrme cuando se detiene.

-        No me hagas esto - digo riendo.

Ryan abre mis piernas todo lo que puede y pasea su barba por ellas, cierro los ojos para relajarme y cuando menos me lo espero me penetra de una sola vez, haciendome gemir y correrme.
Pasa su lengua por mi sexo para limpiarlo y se tumba sobre mis pechos, comenzando a jugar con uno de ellos.

-    Te he echado de menos, Liz. Ahora no sé si podré parar.

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