Lo soltó bruscamente. Sin dejar de mirarme, el castaño cayó al suelo, soltando una risa realmente divertida, llevando su mano hacía sus labios. 

Su mirada se había profundizado aún más, tenía que irme, darme media vuelta de inmediato; pero mi cuerpo estaba inmóvil, mi respiración era irregular, y estaba segura que la falta de aire haría que me impacte contra el suelo.

-Permite.-dijo, poniéndose de pie.- Iré a darle la bienvenida.
Sacudió sus pantalones de una manera rápida, el mastodonte de su lado seguía con la mirada en mí, fría, pero con un enojo que me ponía los pelos de punta.

Sentí a alguien mirándome la espalda, como acto reflejo me di la vuelta, agradecida de que mi cuerpo volviera a responder. El chico risueño me miraba realmente divertido.

-Chica, ¿no te han dicho que escuchar conversaciones ajenas está mal?-.llevó su dedo hasta mi barbilla. Negó varias veces.-Me gusta la expresión de tu rostro, es como de...-pausó.- ¡Ya sé!, de miedo.

Sentí la sensación de unas cadenas amordazando mi cuerpo, impidiendo que pudiera hacer el mínimo movimiento, de nuevo. Quería gritar. Su mano iba a parar directo a mi cintura, pero alguien la detuvo. 

Sus ojos de nuevo haciendo contacto con los míos, caí al piso, intentado retroceder horrorizada, no sabía cuál era la razón, pero no quería a ese chico cerca de mi. 

-¿Qué sucede?-lo miró.- ¿No me dejarás divertirme?

Éste sin más, y sin el mínimo gesto, le estampó un puñetazo en la barbilla, haciendo que su cuerpo fuera a parar a los casilleros, cayó al suelo, pero en su cuerpo no había ninguna señal de dolor. El casillero quedó con una abolladura bastante notaria, lo cual me hizo sentir el peor miedo, mezclado con emociones que ni yo misma, podía descifrar en ese momento.

Mierda, Hannah, idiota. Seguro ahora sigues tú.

-¡¿No puedes controlarte?!- echó su furia en ese grito. Sus ojos demostraban enojo, pero esa pizca de diversión no se iba.- Mierda.- sonrió. ¿Acaso ese chico estaba disfrutando que lo golpearan? -.¿Quieres matarme?

Él seguía sin ninguna expresión en su rostro, sus ojos, tampoco demostraban ninguna especie de emoción. En teoría, ese chico tenía cara de una mismísima piedra personificada.

-Deberías agradecer estar en un lugar público.- Su voz sonó en mi interior, haciéndome temblar, ronca, tan familiar a la vez. Las venas en su cuello se hicieron presentes. Pero él seguía sin demostrar ninguna clase de emoción.
Abandonó el pasillo, sin importarle nada.  Yo seguía tirada en el suelo, incapaz, y con el miedo a levantarme. El castaño se levantó, dedicándome una sonrisa.

-Siento eso.- relamió su herida.- Tendré que ir a buscarlo, no es bueno dejarlo solo cuando se enoja.

Me extendió su mano para ayudarme, la cuál rechacé por instinto propio.

-A pesar de estar cagada de miedo, tienes un poco de carácter ahí, ¿eh?- Me dedicó una sonrisa, pero no era una de diversión. Ahora, de verdad parecía una de simpatía.- Por cierto, soy Ian, muñeca.

Su cuerpo también fue desapareciendo por el pasillo.

Estaba aterrada, y esa palabra era un completo diminutivo. ¿Acababa de presenciar una pelea de dos mastodontes y salí completamente ilesa?

La campa sonó, y me apresuré a levantarme del suelo. Un mareo me recorrió todo el cuerpo, me sostuve del casillero, ahora abollado, cerrando mis ojos. Tomé una bocanada de aire. 

-¿Hannah?- su voz retumbó en mi espalda, di un salto por el susto. Él sonrió a medias.-¿Qué te ocurre? -.Su voz se notaba preocupada, a la vez parecía molesta. Negué con la cabeza

Scared, darling? (Colton Haynes)Where stories live. Discover now