El furor de una vampira

2.1K 185 47
                                    

Bueno bueno!! Nos salió largo el capítulo así que espero lo disfruten queridxs! Nos leemos seguramente entre viernes/sábado!

Besos Muggles!!

Capítulo 15
El furor de una vampira

Lena Luthor había experimentado el dolor de diversas maneras. Cuando era una niña de solo ocho años, uno de sus más dolorosos recuerdos era haberse caído de un árbol mientras se ocultaba para no ir a clases de etiqueta. Ella odiaba que le dijeran como debía pararse, mover las manos o sujetar los cubiertos. Todos querían que ella actuase como una princesa, pero Luthor siempre había deseado ser un dragón o una bruja. Su madre, secretamente, solía reírse cuando ella le comentaba aquellas cosas. Siempre le sonreía, le acariciaba el cabello y mientras deslizaba los dedos por sus hebras, le advertía que no debía mencionarla esas palabras a su padre.

Aquella mañana, cuando le colocaron el vestido rosa que tanto ella odiaba, la pequeña aprovechó un descuido de su nana para escabullirse. La mujer tenía una rodilla mala luego de tanto tiempo cargando cosas y siempre tomaba mucho tiempo en ir al baño a depositar la toalla de la ojiverde. La pequeña se había deslizado en sus zapatos blancos y corrido fuera de la habitación. La recibieron los pasillos pintados con tonos claros. Las ventanas abiertas dejaban que la luz inundase la estancia.

Ella bajó las escaleras ocultándose de los otros sirvientes. Se ocultó bajo varias mesas y tuvo que cubrir su boca para no reír ante su travesura. Escuchó la voz de su padre cuando pasó de la sala hacia la cocina. La jefa de cocina estaba ordenándole a otra más joven que picase bien las zanahorias cuando Lena se desplazó hacia la puerta de salida. La golpe el aire de la mañana y los rayos de sol acariciaron su piel. Ella no solía estar al sol, los niños de su edad solían llamarla paliducha en forma burlona. Lena había querido acusarlos con la maestra, pero se había contenido luego de hacerlo la primera vez y recibir un regaño.

Corrió por la grama sintiéndose libre, soltando risitas y moviéndose hasta el enorme árbol donde solía subirse a escondidas. Escuchó que su vestido de rasgaba un poco al subir una de las ramas y casi deja escapar una carcajada. No tendria que volver a ponerse el feo vestido rosa nunca más en su vida. Odiaba el rosa. Ella se pondría cualquier color que diferente a ese. Cuando llegó a una altura que parecía segura se recostó del tronco y suspiró mirando el cielo.

Lena disfrutaba pasar horas solo mirando el amanecer. Le encantaba el cielo. Las nubes esponjosas y el sol que a veces era tímido y en otras ocasiones atrevido. Ella había pitado el cielo muchas veces en uno de los libros que su padre le había regalado.  El decía que la pintura era un don digno de una señorita de su clase. Ella quería decirle que le gustaba pintar no porque fuese digno sino porque la relajaba y la hacía sentir feliz. Ella quería seguir sintiéndose de aquella manera.

-¡Kieran! ¡Tú padre de pondrá furioso cuando sepa que perdiste tu clase de etiqueta!- escuchó los gritos de su nana.

La voz le había tomado por sorpresa, girándose de golpe perdió el balance y  se cayó. Gimió cuando sintió el dolor expandiéndose por todo su brazo. Escuchó los pasos de su nana a lo lejos, pero no quería que le encontrara. Estaba convencida de que sería llevada delante de su padre, quien ante el enojo volvería a darle con el cinto de cuero. Se hizo un ovillo, ocultándose en el arbusto cercano. Su mano izquierda dolía mucho, apenas podía moverla. Se quedó ahí hasta que el dolor fue insoportable y prefirió ir en busca de sus padres con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

Lena realmente había pensado que ese era el dolor más insoportable del mundo, pero luego ocurrió el ataque en el bosque. Recordaba su respiración acelerada, sus piernas ardiendo ante el esfuerzo y la mordida. La mordida que casi paralizó su cuerpo ante el dolor que se expandió vertiginosamente rápido por sus extremidades. Como el veneno más agresivo y paralizante. Había gritado y casi perdido la consciencia. Y cuando apareció en la mansión Luthor había dolido aún más.

Instintos: BloodlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora